La moral de la rapiña

La moral de la rapiña

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Mi muy querida amiga Panonia estudió en Budapest con un profesor alemán graduado por la viejísima universidad de Heildelberg. Este profesor, hombre muy educado, de trato amable y respetuoso, decía que Panonia tenía el rostro, los movimientos al andar e incluso la forma de mirar, parecidos a los de la esposa de su maestro en Heildelberg. Este notable maestro de la Facultad de Filosofía era un húngaro llamado Karl Manheim. El profesor de Panonia acostumbraba dar largos paseos por las orillas del río Neckar, acompañado por su maestro. Se despedían cuando Manheim regresaba a la casa y su señora salía a abrirle la puerta de la calle. El estudiante se limitaba a saludar a la esposa del catedrático con una sonrisa y una mano levantada. Algunas veces el maestro y el discípulo visitaban el Instituto Geológico-Paleontológico para ver la mandíbula de un hombre primitivo, encontrada en 1907, de unos 400,000 años de antigüedad. En el año 1933, tal vez a causa del ascenso de Hitler al poder, Manheim decidió ir a enseñar a London School of Economics. Budapest, a juicio de Manheim, era entonces una de las ciudades más bellas del Este de Europa. Todos los días decía lo mismo a ese alumno que llegó a ser profesor de Panonia. Quizás por esos reiterados elogios de la ciudad, al graduarse se trasladó a Hungría para optar por una plaza de profesor auxiliar.

– Un día Panonia escuchó a su profesor explicar a unos colegas, en el patio de la biblioteca de la universidad, algunas tesis de Manheim acerca de la crisis social del mundo contemporáneo. Según lo pudo averiguar Panonia, haciendo preguntas a su profesor, estas “tesis” habían sido expuestas por su autor en The Sociological Review, de Londres, en 1934. Pero más tarde Manheim corrigió y amplió esos trabajos. Entonces redactó los escritos en lengua alemana. Mi padre me oyó hablar del asunto; y él buscó en varios catálogos bibliográficos partiendo del titulo en inglés: The crisis of culture in the Era of Mass-Democraties and autarchies. Descubrió que un excelente escritor español emigrado, Francisco Ayala, había traducido del alemán el libro de Karl Manheim. El titulo de la obra: Mensch und gesellschaft im zeiltalter des Umbaus. Aunque la palabra “umbau” apunta hacia lo que se entiende por “transformación”, los editores en español prefirieron titularla: El hombre y la sociedad en época de crisis.

Cuando salí de Hungría todavía no había podido conseguir el texto.

– Hace poco tiempo, durante un viaje a Europa, un estudiante de Praga -por gestiones de la propia Panonia- me entregó en Budapest un paquete con escritos del primer tercio del siglo XX, entre ellos, algunos trozos de las opiniones de Karl Manheim, antiguo marxista, experto en problemas del conocimiento, agudísimo observador de las costumbres en las sociedades post – industriales.

Ayer leí tres de estos papeles viejos, los cuales pienso usar en calidad de datos para una memoria académica. Un pasaje de Menheim contiene estas afirmaciones: “Mientras la moral de la rapiña solo fue valida conscientemente en situaciones definidas y para grupos dominantes, [ésta] no sólo no disminuye con la democratización de la sociedad […] sino que se convierte en la doctrina pública de toda la Sociedad. No puede adivinarse, sin embargo, cuál será el destino remoto de la moralidad pública cuando las grandes masas se apoderen del secreto con el que ya antes apenas si podían desenvolverse anímicamente las pequeñas capas directoras”.

– “Si a las anchas masas se les demuestra, sin mas, que la rapiña es la base de toda la formación del Estado y de las relaciones entre éstos, y que también mediante la rapiña y saqueo en el interior grupos enteros pueden adquirir éxito y función social, quedará radicalmente socavado el lento efecto educativo aportado por la industrialización y la introducción de la burguesía. Si el elemento violencia se convierte en principio general de la Sociedad, aniquila de un golpe los frutos de la ética del trabajo y de la competencia en el rendimiento”. En la nota #4 Manheim dice: “El secreto de la democratización verificada en los siglos XVIII y XIX está en el simple hecho de que un hombre significaba un fusil, y la resistencia de miles de individuos, miles de fusiles. Hoy en día, no se determinan por el número de cabezas las unidades de fuerza de lucha, sino por el hecho de que con una sola bomba pueden ser aniquilados o intimidados muchos hombres. La garantía de la democratización estaba, en los años anteriores, no sólo en la industrialización, sino en el “servicio militar obligatorio”, que podía ser, sobre todo después de una guerra perdida, un medio de insurrección general”.

– La excepcional Panonia, inteligente y sensata, bella y simpática, despertaba intensas pasiones entre sus compañeros estudiantes y complejísimas devociones en los profesores. Una mujer tan dueña de si, con un carácter tan firme, con una mente tan disciplinada, debió alcanzar un brillante destino. Pero ha emigrado. ¿Dónde estará en este momento? Los esfuerzos de ella para estimularme hacia el trabajo continúan hasta hoy. A menudo recuerdo las precisas objeciones suyas, su empeño en que documentara todas mis afirmaciones, en que presentara ejemplos concretos de la crueldad estúpida e inútil de gran parte de las pugnas políticas. Su recomendación más hermosa no la he olvidado: Ladislao, mantén siempre abiertas “las cinco ventanas” por donde penetra el mundo; los cinco sentidos se ayudan unos a otros, la vista, el olfato, el oído, el gusto. Todos ellos perciben lo que está fuera de nosotros. Solo el tacto nos guía hacia nuestro mundo interior. Es necesario, pues, tocar todas las cosas del mundo, incluidos el fuego y la muerte.

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