La moral de los combatientes

La moral de los combatientes

HAMLET HERMANN
Desde que alguien asumió la violencia como forma de dirimir los conflictos, descubrió que la fuerza principal residía en el ser humano. No eran los armamentos, llamáranse estos lanzas, espadas o bombas atómicas. Tampoco eran las naves lo que determinaban las victorias, fueran ellas cuadrigas, barcos de vela o aviones invisibles. Siempre ha sido la disposición humana para el combate el factor principal en las batallas. Unos lo llaman la moral del combatiente. Otros se refieren a esa actitud como autoestima o factor ideológico. En resumen, el hombre debe sentirse confiado en si mismo, en sus jefes y en sus planes para que toda la energía y las ideas trabajen armónicamente hasta derrotar al enemigo.

Resulta pues que la invasión militar norteamericana contra Irak y la capacidad de ese pueblo para defenderse confirman una vez mas que en una guerra lo determinante es la capacidad emocional del combatiente. De una parte encontramos que un patriota iraquí difícilmente es disuadido de la lucha por una amenaza de  muerte o por la inminencia del peligro. Para muchos de ellos la muerte es una bendición de Alá. No sucede lo mismo con las tropas norteamericanas, las que buscan todos los medios habidos y por haber para evitar que los hieran o los maten. De ahí las señales que han ido apareciendo entre los combatientes de Estados Unidos, quienes se quejan de las pésimas condiciones en que tienen que enfrentar al enemigo.

La pasada semana, según informó el periódico Washington Post, el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, le habló a miles de soldados en Kuwait que se preparan para combatir en Irak. En aquella reunión la criada le salió respondona al ministro de la guerra  y tuvo que oir lo que no hubiera querido escuchar. Los jóvenes soldados se quejaron de que sus vehículos no tenían el blindaje suficiente para resistir los ataques de los insurgentes iraquíes con lanzacohetes y minas anti-tanque. Los propios militares de Estados Unidos tenían que rastrear los basureros en busca de piezas metálicas y de cristal irrompible para reforzar sus vehículos. Otros protestaron ante el ministro porque a los miembros de la Guardia Nacional y de la Reserva de Estados Unidos, que son casi la mitad de las tropas en Irak, se les daba equipos anticuados, inferiores en calidad a los que usan las tropas regulares. De mas estaría decir que portar un chaleco anti-balas de los tiempos de Viet Nam aumenta enormemente los riesgos en los combates cuerpo a cuerpo como los de Faluya. Pero lo que realmente privó a Rumsfeld del habla fue cuando un Teniente Coronel denunció que los soldados de su batallón tenían problemas para recibir su salario mensual. Mientras, los familiares de los soldados eran hostigados en Estados Unidos de manera permanente por los acreedores quienes no tomaban en cuenta que el cabeza de cada una de esas familias arriesgaba su vida en tieras extrañas.

La frustración entre las tropas de Estados Unidos sigue creciendo por las razones mencionadas y por otras mas que huelga mencionar ahora. Mientras, los patriotas iraquíes son cada día mas audaces en sus ataques al desarrollar una guerra de desgaste a largo plazo, sin prisa pero sin pausas. No en balde un cable secreto enviado por el jefe de estación de la Agencia Central de Inteligencia en Bagdad a la Casa Blanca alertaba diciendo que la situación en todo Irak se estaba deteriorando. Peor aún, según ese informe la situación no tiene altas probabilidades de mejorar a mediano plazo.

Al margen de las declaraciones que pudiera dar la Casa Blanca o el Pentágono, lo cierto es que nadie atina a saber bajo qué condiciones tendrá que salir Estados Unidos de Irak. El saldo de bajas es de que por cada soldado muerto hay diez heridos y otros diez se afectan mentalmente según un estudio del New England School of Medicine. Ante una situación como esa la moral del combatiente norteamericano desmejora sensiblemente. Mientras, el enemigo invisible iraquí se hace cada día mas audaz, quizás por dos causas: porque tiene la razón al defender el territorio patrio y porque no le teme a la muerte. Lo cierto es que el que triunfe en esa guerra será aquel cuyos soldados tengan la moral mas elevada ante el sacrificio, lo cual equivale a desarrollar una lucha sin cuartel en la que, evidentemente, todos saldrán perdiendo.

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