La moral en los tenis

La moral en los tenis

En República Dominicana no hay muchas noticias positivas que reportar en el campo de la educación. El promedio de años de escolaridad que completa la población no alcanza el sexto curso de primaria, la deserción escolar es alta, y los resultados en las pruebas internacionales dejan el país mal parado.

Con tantos asuntos complejos que afrontar, la Secretaría de Educación se dedicó la semana pasada a regular la vestimenta del personal escolar.

Según una circular emitida, que generó cobertura y alboroto en los medios de comunicación, el personal de las escuelas no podrá asistir en jeans, camisetas, blusas transparentes, sin mangas, pantalones ajustados y tenis. Los escotes no deben ser pronunciados y las faldas no deben quedar a más de cuatro dedos por encima de la rodilla; tampoco se debe llevar las uñas muy largas y pintadas con colores llamativos o diseños con florecitas, estrellitas, o lunares. Las mujeres no deben usar tacones muy altos y los hombres deben evitar la ropa deportiva, deben tener el cabello corto, y no combinar prendas formales con informales. Recomiendan usar colores pasteles y llevar limpios los zapatos.

Ante tan llamativa circular, se me ocurre plantear: ¿En qué puede obstaculizar el aprendizaje en las escuelas que una maestra o maestro asista en jeans? Si la medida se refiere a los jeans apretados, un pantalón de cualquier tipo de tela puede llevarse apretado; entonces, ¿por qué discriminar contra los jeans?

¿Y los tenis? ¿En qué pueden esos indefensos zapatos obstaculizar el aprendizaje o promover la mala conducta en las escuelas? Personalmente, creo que las sandalias son más apropiadas que los tenis para el caluroso clima dominicano, pero para caminar largas distancias, como hacen muchos maestros y maestras en el campo y los barrios, los tenis pueden resultar más cómodos, saludables y resistentes. Caminar con zapatos de material artificial puede ser catastrófico para los pies, y la Secretaría de Educación no paga sueldos suficientemente altos para que los maestros puedan comprar zapatos confortables de piel.

La prohibición de las blusas transparentes y escotes, uñas largas y pintadas con florecitas y otras decoraciones da la impresión de que las escuelas dominicanas se han convertido en burdeles.  De ser así, el problema no está en el personal escolar contratado, sino en los directivos que seleccionan y contratan. Si algunas maestras llevan blusas inadecuadas, eso simplemente amerita que se le llame la atención individualmente, no una circular nacional. En cuanto a las uñas, detesto esos diseños, pero no veo cómo las estrellitas o florecitas pueden obstaculizar el aprendizaje académico o promover la mala conducta.

La directriz de que los hombres deben llevar el pelo corto implica que Jesucristo, Isaac Newton, Wolfgang Amadeus Mozart, y nuestro Juan Luis Guerra no podrían ser maestros en las escuelas dominicanas.

La disposición de que no se combinen prendas de vestir formales con informales significa que un genio de la tecnología post-moderna como Bill Gates, conocido por combinar piezas informales como los jeans con saco sin corbata, tampoco podría ser maestro en las escuelas dominicanas.

Y la disposición de que deben usarse colores pasteles implica que personajes famosos de coloridas vestimentas como Dalai Lama y Rigoberta Menchu tampoco podrían ser maestros en las escuelas dominicanas.

¡Cuántas privaciones para nuestros estudiantes!

En medio de la descomposición moral del régimen de Trujillo, el gobierno emitió la famosa Cartilla Cívica para “educar” y “moralizar” al pueblo dominicano.

En medio de la crisis actual del sistema educativo dominicano, la Secretaría de Educación, incapaz de lograr que la población alcance un promedio de escolaridad de primaria completo, emite una circular cargada de moralina que le permitirá congraciarse con los sectores conservadores, pero que no tendrá ningún efecto en mejorar el aprovechamiento de los estudiantes en las escuelas.

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