La moral política

La moral política

Discurso pronunciado por el doctor Julio César Castaños Guzmán en el seminario
“Primer Congreso Laicas y Laicos Católicos en la Vida Pública”, con el título LA 
en la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), el día 23 de octubre de 2015.
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b) Justicia. La Justicia es la primera de las virtudes públicas. (Platón). Ni siquiera el placer de la verdad supera el placer de la Justicia. El Estado de Derecho, que es consustancial a la Democracia, es el estado donde impera el Derecho y la Justicia; aun cuando podría haber leyes injustas y antijurídicas.

Justicia es la voluntad permanente y perpetua de darle a cada uno lo suyo; darle a cada quien lo que se merece. (Justiniano). Tanto una retribución como un castigo o reprimenda. De donde, como es “una voluntad”, necesita de una decisión de los individuos, basada en el conocimiento y la inteligencia, ya que, la justicia pertenece al ámbito social, y precisa de una “determinada determinación” para que la misma se haga, una vez que en el orden comunitario no viene dada per se. Sino que hay que construirla como un valor de civilización, para obtener la paz. Justicia es el nuevo nombre de la paz.

La espada, sin balanza, es la fuerza bruta; y la balanza, sin la espada, es el Derecho en su impotencia-la frase es de Ihering-. Nada más gráfico e indicador sobre la racionalidad de cualquier sistema judicial, ya que, el Derecho sin la fuerza es una fantasía inútil. Pero la fuerza sin el Derecho es una calamidad. El Derecho impera cuando la fuerza desplegada por la justicia al sostener la espada es igual a la habilidad que se emplea en manejar la balanza. Vigor para empuñar la espada; destreza para pulsar la balanza.

El Derecho sin el constreñimiento es una ilusión; sin embargo, don Eugenio María de Hostos, veía además (en los dos filos de la espada) las fases visibles de la Justicia: el derecho y el deber. Y más allá del castigo, la espada que reivindica y liberta; o, que deshace el artificio de un embrollo, como Alejandro Magno, quien desafiando lo imposible desató en Frigia el famoso nudo del carro de Gordio, valiéndose de la potencia de su espada.

Justicia es, equilibrio, igualdad ante la ley; rectitud, objetividad. No hacer acepción de personas, no torcer el Derecho que es prevaricación, por complacencia, dinero, amiguismo o por el lazo que crean las dádivas.

La mejor de las leyes podría ser desfigurada en sus propósitos. Y la venganza siempre es una caricatura de la Justicia. La venganza se opone al debido proceso. Es un prejuicio condenatorio que se expresa en una retaliación ab irato. Un desquite al margen de la norma jurídica y la civilidad.

“Sed Justos primero, si queréis ser felices”. Juan Pablo Duarte. Es que hay una felicidad en la justicia, una bienaventuranza en la Justicia. Existe una válida aspiración a la felicidad; pero, la felicidad sin obras de Justicia no es posible.

Y qué decir de la Regla de Oro: No hagas al otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti.

La necesidad de la Justicia va más allá de la amabilidad. A veces vamos donde un funcionario a buscar Justicia, y recibimos sonrisas de amabilidad; pero, no la justicia que demandamos y merecemos.

El anteriormente citado, Mahatma Gandhi decía, que los bienes con que Dios ha provisto el mundo alcanzan para todos; pero, todos los bienes de este mundo no alcanzan para la codicia de unos pocos.

c) Honor. Es la Cualidad moral que nos lleva al cumplimiento de nuestros deberes respecto del prójimo y de nosotros mismos.

¡Quién no quiere ser llamado honorable! Honorable es el que cumple con su deber, y porque redime lo que debe y se beneficia de una buena reputación, de buen nombre y fama.

La honorabilidad nos viene a consecuencia de cumplir todas nuestras obligaciones. Familiares, profesionales, políticas.

Parafraseando al apóstol de la independencia de Cuba, José Martí, el decoro a su decir, no ha sido repartido entre los hombres en partes iguales, ya que, la mayoría de los hombres vive sin honor y sin decencia, sin embargo hay hombres –y muchas mujeres diría yo—que resumen y contienen en ellas y ellos todo el decoro que les falta a los demás.

d) Transparencia. Transparencia es: “Sinceridad manifiesta en la acción visible”.
Es del mundo de la política y de la lucha por el poder una doble moral, entroncada en el arte de disimular y las hipocresías, cuando nuestra conducta aparece determinada por las ceremonias y gestos del poder. Verbigracia, aparentar clemencia; o, recurrir a una extrema parsimonia, que “Ayuda a reinar”.

Ilustrativo el caso de César, que después de su victoria en la conquista de Las Galias, en la apoteosis, hizo desfilar en la entrada triunfal a Roma, al líder galo Vercingetorix, para finalmente hacerlo estrangular.

Juan XXIII decía que en su experiencia diplomática como Nuncio Apostólico en Turquía y en París, y delegado apostólico para Bulgaria, su arma secreta diplomática siempre fue la sinceridad, que lo sacó de muchos apuros en ambientes hostiles.
La transparencia nos protege de nosotros mismos, de nuestras debilidades, porque hace posible que la comunidad política nos acompañe, y eso nos ampara de nuestros propios excesos.

e) Templanza. He dejado de último la templanza. La templanza es una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.

Hay una necesidad de que permanezcamos sobrios, austeros. Muchos podríamos desquiciarnos al alcanzar una función pública. La borrachera del poder; la parranda del poder podría destruirnos y llevarse por delante la familia y estropear el ejercicio para el que hemos sido electos.

Así como el pan se hace con harina y fuego, la naturaleza humana es carne y espíritu. Grande error dividir los seres humanos en buenos y malos. El Papa Francisco prefiere que sea entre “Justos y Pecadores”. Él mismo le dijo a los internos de un recinto penitenciario en Bolivia —refiriéndose a su persona— que estaban en presencia de un hombre “perdonado”, y, al final de sus palabras les pidió que oraran por él, porque él también necesitaba “penitencia”.

Don Quijote, previniendo a Sancho Panza de la debilidad humana que es asaeteada constantemente por los flechazos de distintos sagitarios, lo aconseja para que gobierne correctamente en la Ínsula Barataria, y le dice: “Si alguna mujer hermosa viniere a pedir justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que te pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros”.

Siempre se habla en términos abstractos acerca de la comida del boa; el boa debe comer para que duerma, para que no haga daño; pero, es difícil que en la función pública nosotros nos planteemos la situación de que el boa seamos nosotros mismos, y que al mantenernos ahítos, hartos, no realicemos la misión que nos fue encomendada. ¿Seré yo el boa?

De todas estas consideraciones nos surgen algunas preguntas.

¿Qué se opone a que el ejercicio de la actividad política se realice en función al respeto de los valores y cánones morales?

¿Podemos hacer algo para cambiar esta situación?

Para este tramo final me auxiliaré en gran parte de lo expresado por mi querido profesor el Padre José Luis Alemán, S. J., en algunos de sus ensayos contenidos en la obra “Economía Política Dominicana”, publicada por el Centro Bonó, en julio de 2012.
Concluirá…

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