La moral política

La moral política

Discurso pronunciado por el doctor Julio César Castaños Guzmán en el seminario
“Primer Congreso Laicas y Laicos Católicos en la Vida Pública”, con el título LA MORAL POLITICA,
en la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), el día 23 de octubre de 2015.
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Mi profesor, el Padre José Luis Alemán, S. J., advierte como un rasgo de la cultura política dominante entre nosotros los dominicanos un comportamiento obediente no a criterios válidos para todos, sino a la obligación de atender con preferencia a familiares, amigos, y compañeros de viaje políticos o religiosos.

También señala con gran propiedad la necesidad de tener en cuenta la cohesión social a través del “cemento social” que se alcanza mediante la incorporación de todos, incluidos adversarios ideológicos o políticos a la administración pública y mayor participación a los excluidos en el diseño, la ejecución y la monitorización de los proyectos públicos.

Distinguiendo el camino de una “ética por presión” que es el camino tradicional del control social ejercido en una sociedad tradicional, la persecución y coerción por las vías institucionales, y, el de una “ética por aspiración” propia no de una sociedad rural sino urbana.

Arguye el Padre Alemán la dificultad práctica de vivir en la sociedad urbana moderna solamente una “ética por presión”, siendo necesario una “moral de aspiración” nacida de formas distintas de contemplar y vivir la vida. El pone los ejemplos de la religión de la naturaleza y el medio ambiente, el budismo del Dalai Lama, la no violencia de Mahatma Gandhi,… la dedicación desinteresada hacia los pobres de la Madre Teresa de Calcuta; los idearios y vidas de políticos laicos excepcionales, como Martí o Juan Pablo Duarte. Yo agregaría la austeridad auténtica del Papa Francisco y del ex presidente Mujica. Es decir, que se necesitan personalidades éticas carismáticas, para dinamizar un nuevo “orden moral”. Que de paso al liderazgo moral.

Finalmente, el camino para combatir la corrupción debe centrarse en aumentar las oportunidades económicas abiertas a quienes tienen menos recursos, y en una educación moral y cívica desde la familia y las escuelas que defina a las generaciones lo que está prohibido para todos, sean familiares o amigos.

Decía con sorna en ese sentido el inolvidable Director del Listín Diario, don Rafael Herrera, que las personas que más daño podrían hacerle a un funcionario público eran sus propios familiares y amigos; y, que contrario a lo que podría suponerse, las personas que más bien terminaban haciéndole eran los enemigos y adversarios.

Siempre le escuché decir a mi padre el Dr. Julio César Castaños Espaillat, que el liderazgo auténtico es moral. Y que se ejerce por el servicio irrenunciable hacia los demás, coincidiendo de esta forma con las palabras de Jesús en el Evangelio de que “El hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir”, y de que “Hay más alegría en dar que en recibir”.

Por otra parte, estamos llamados a romper las ataduras que impiden una participación más efectiva y plural de los ciudadanos en la política, muchos de ellos obstaculizados por el clientelismo dentro de los partidos y las prácticas inveteradas que dejan sin espacio a la ciudadanía mediante maniobras plutocráticas que no permiten a la gran mayoría de los dominicanos y dominicanas competir por un escaño o un puesto municipal. Una vez los partidos políticos tienen el monopolio de la propuesta de candidaturas mediante la elaboración de las listas de prosélitos a través de leyes de hierro que no propician la propia circulación de las élites.

Estamos llamados a enfrentar el drama moral cotidiano del injusto y poco razonable financiamiento de la política que propicia la corrupción e inversión de recursos espurios, a través de un reglamento de campaña electoral que asuma las propuestas de la Conferencia del Episcopado Dominicano, expresadas en su Carta Pastoral, de febrero de 2012, relativas a la necesidad de poner límites en el gasto y tiempo de campaña, así como la democratización del uso de los espacios en los medios de comunicación.

Finalmente, quiero proponer para los políticos, para todos los que estamos en la función pública, un pacto moral fundado en: verdad, justicia, honor, transparencia y templanza.

Para que siendo veraces nos hagamos merecedores de la fe pública, y que siendo justos seamos felices, y hagamos felices a nuestros hijos y a los hijos de sus hijos. Honorables, y con ello alcanzar dicha y felicidad para esta tierra que nos vio nacer; transparentes y que la verdad opere de forma visible, y finalmente, templados para resistir las asechanzas propias de este mundo.
Muchas Gracias.

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