La muerte de Gerard Pierre-Charles

La muerte de Gerard Pierre-Charles

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
La intelectualidad y los demócratas de la isla, de toda la región del Caribe y gran parte de América Latina ha resultado afectada esta semana con la muerte del economista, sociólogo y líder político haitiano Gerard Pierre-Charles, prematuramente, a los 68 años, afectado por un masivo infarto cardíaco.

La partida del destacado catedrático y escritor es una malísima noticia para su país, Haití, que no acaba de levantarse de sus históricas dolencias, fruto de la expoliación colonial, de su propia recurrencia al caudillismo y del atraso.

Pierre-Charles ha partido sin haber visto el despegue democrático de Haití, por el que luchó durante medio siglo, dentro de sus fronteras y en el largo exilio de México, que duró 26 años. Allí fue la principal figura sinónimo de oposición a la tiranía oscurantista de los Duvalier.

En la Universidad Nacional Autónoma de México, donde dirigió el departamento de Estudios del Caribe en los años setenta, Pierre Charles sembró cátedras como intelectual y escritor. México le reconoció el año pasado cuando le entregó su máxima condecoración, el Aguila Azteca, ocasión en la que el canciller Jorge Castañeda le definió como una figura democrática latinoamericana de dimensión continental.

Al morir, Gerard era el principal dirigente de la Organización del Pueblo en Lucha, el mayor de los partidos integrantes del bloque Convergencia Democrática. Al retornar del exilio en 1986 ofreció su apoyo a Jean Bertrand Aristide  pero hubo de retirárselo y convertirse en uno de sus principales opositores, cuando el sacerdote se convirtió en otro caudillo autocrático aferrado al poder.

En diciembre del 2001 las turbas aristidistas se cebaron en él saqueando su residencia y un centro de estudios que había constituido junto a su esposa, la también escritora Suzy Castor.   Huérfano en su niñez, padeció una poliomielitis tardía, de la que se repuso espiritualmente a fuerza de voluntad, pero quedó físicamente minusválido. Con muletas, en un automóvil especial con mandos manuales, conducía en el infernal tránsito de la ciudad de México y se movía imperturbable por todo el mundo. 

De espíritu indomable, Gerard era, sin embargo, una persona de extremada amabilidad y suave temperamento. Humilde y sencillo, jamás asumió poses de profesor y disfrutaba las tertulias con estudiantes y gente común. Profesaba un religioso respeto por las expresiones más diversas de la cultura popular.

Para los dominicanos la muerte de Pierre-Charles es una gran pérdida. Desde que lo conocimos en México en los años sesenta hacía esfuerzos por vincularse con profesores y estudiantes dominicanos y nos hablaba de un futuro de relaciones armoniosas y solidaria colaboración de hermanos.

En el país tenía muchos amigos que le estimaban profundamente y con quienes disfrutaba reunirse en sus numerosas visitas de los últimos años. Durante el régimen de Balaguer sufrió un impedimento de entrada que le impidió participar en eventos académicos y políticos.

En una de las últimas entrevistas que le hicimos para Teleantillas explicaba que  Haití tiene que tomar en cuenta las experiencias dominicanas en materia de desarrollo económico, la ecología y la democracia.

Cuando le preguntamos qué podíamos hacer los dominicanos por Haití respondió que lo primero era conocernos mejor y sistematizar la cooperación en todos los niveles, con fraterna amplitud, convencidos de que era lo beneficioso para las dos naciones.

Diplomático como era, Pierre Charles decía no entender los esfuerzos de tantos por sembrar discordias entre dominicanos y haitianos. Para él no había la menor confusión. Somos dos pueblos y naciones unidas por la geopolítica colonial y la geografía, inseparables, condenados a la cooperación para avanzar en el desarrollo.

Personalmente disfruté la compañía de Gerard desde los años de estudiante en México, siendo ya él un catedrático. En su casa y a su mesa encontré amistad y solidaridad. Aquí compartió con nosotros la cena de Navidad, la visita al restaurant y la playa.

Puedo testimoniar que era un caribeño excepcional, un intelectual completo, digno de respeto. Un hombre absolutamente bueno, cariñoso, con una gran capacidad para reflexionar y avanzar.

Gerard Pierre-Charles fue desperdiciado por Haití. Que su inmenso espíritu se expanda sobre su agobiado país y se reproduzca en otros que puedan crear la nueva nación que él no pudo ver.

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