La muerte de Kim Jong-il alimenta la esperanza de los desertores norcoreanos

La muerte de Kim Jong-il alimenta la esperanza de los desertores norcoreanos

Amerise Seúl, (EFE).- Un día después de recibir la inesperada noticia de la muerte de Kim Jong-il, las comunidades de refugiados norcoreanos en Seúl mostraron hoy expectación sobre el futuro de la península de Corea y optimismo contenido ante la posibilidad de la reunificación.

Unos 22.000 desertores norcoreanos residen en Corea del Sur, muchos de ellos amparados por organizaciones que hoy confesaron su convicción de que el fallecimiento de Kim Jong-il es el primer paso hacia la futura apertura y democratización del país más hermético del mundo.

El hijo menor del dictador, Kim Jong-un, «tomará ahora el poder, pero en dos o tres años habrá grandes cambios en Corea del Norte, ya que mucha gente está cansada del régimen y ahora hay más influencias del exterior en el país», indicó a Efe Peter Chung, portavoz de la organización «Justice for North Korea» («Justicia para Corea del Norte»).

 Esta ONG, con sede en Seúl y promotora de los derechos humanos en el país comunista, cree que Kim Jong-un no está preparado, a sus menos de 30 años, para dar una continuidad estable al régimen comunista que su abuelo Kim Il-sung fundó en 1948. «Kim Jong-un no goza, ni de lejos, del respeto que la gente profesaba a Kim Il-sung», sentenció Chung, que considera que la juventud y falta de experiencia del hijo del líder norcoreano serán obstáculos insalvables a la hora de asentar su liderazgo a largo plazo.

La misma opinión expresó a Efe el pastor Chun Ki-won, de la asociación cristiana de ayuda a refugiados Durihana, que confió en que el vecino comunista entre en los próximos años en un ciclo de inestabilidad que culmine en el desmoronamiento del rígido sistema totalitario norcoreano.

 «Siempre hay que lamentar la pérdida de cualquier ser humano pero, tras la muerte de Kim Jong-il, la reunificación está ahora más cerca», apuntó. El fallecimiento del «querido líder» tras 17 años en el poder también ha alentado a las ONG surcoreanas a trabajar con más empeño en favor de los derechos humanos.

 El portavoz de «Justice for North Korea» adelantó que su organización redoblará esfuerzos para, en coordinación con otros grupos civiles, enviar a la ONU, al Tribunal Penal Internacional y a otras instituciones internacionales cientos de misivas para que presionen a Pyongyang a fin de que respete los derechos humanos.

La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el pasado mes una resolución en la que mostró una «profunda preocupación» por la situación de deterioro de los derechos humanos en Corea del Norte, donde, aseguraba, «persisten» las violaciones graves de los principios fundamentales.

 El documento de la ONU confirmaba que el Gobierno norcoreano infringe los derechos humanos al practicar «la tortura y otros castigos o tratamientos crueles, inhumanos o degradantes», así como ejecuciones públicas y detenciones extrajudiciales y arbitrarias, entre otras irregularidades. Otras organizaciones sin ánimo de lucro, como la Alianza de Ciudadanos para los Derechos en Corea del Norte, indicaron que seguirán realizando su trabajo tal y como hasta ahora, sin que la muerte de Kim Jong-il influya, en principio, en sus planes inmediatos. «Primero hay que ver lo que ocurre, esto es solo el principio de un largo proceso.

No obstante, esperamos que Corea del Norte se abra al mundo de una vez y algún día abrace la democracia», comentó a Efe Kim Eun-young, coordinadora de programas de esta ONG. El Gobierno de Corea del Sur acoge normalmente a los refugiados surcoreanos a su llegada al país y les proporciona los medios materiales y formativos necesarios para comenzar su nueva vida.

Generalmente el periplo de los desertores norcoreanos que buscan llegar al Sur comienza en China, adonde llegan por tierra tras cruzar clandestinamente el fronterizo río Yalu. En territorio chino han de esconderse de las autoridades que, de descubrirlos, los repatrían de nuevo al Norte, donde pagan su deslealtad en salas de interrogatorio y campos de concentración, según denuncian las organizaciones humanitarias.

 «Hay una cosa clara- seguimos preocupados por la situación de los nuestros en China», remarcó el activista Peter Chung, que recordó que son muchos los norcoreanos que permanecen ocultos en el extenso país asiático y viven en condiciones infrahumanas a la espera de cruzar a un tercer estado desde el que solicitar asilo en Corea del Sur. EFE

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