El lunes 10 de enero murió mi hermano Lionel, el revolucionario, y un ejemplo de vida para todos sus conocidos.
Éramos diez hermanos criados en la misma casa, primero en el Ingenio Angelina, y luego en el barrio de Miramar, en SPM. La primera ocasión honorífica de Lionel fue como cátcher del “Malta Morena”, un equipo de pelota en una liga juvenil por inspiración de Tetelo Vargas. Todo el pueblo se dejó seducir de estas competencias, y el equipo de Lionel fue el ganador; por eso le decían “Balmy Thomas”, como un famoso jugador de las Estrellas de aquellos tiempos.
Lionel fue un revolucionario. Una de sus primeras hazañas fue un boicot al reinado que se hacía cada año con la elección de Miss San Pedro. Con otros muchachos del barrio se aparecieron en la reunión del Club 2 de Julio, a reclamar una elección popular, lo cual finalmente se hizo, y creo que nunca había sucedido algo similar.
Cuando vino el PRD, después de la muerte de Trujillo, Lionel improvisó un discurso, en momentos cuando los calieses hacían sus estragos. Ingresó al 1J4 como secretario de Asuntos Obreros, y dirigió la huelga en el ingenio, donde papá era el representante de los dueños, de modo que mi casa se convirtió en un campo de batalla: mi padre de un lado, como representante del ingenio, y mi madre, del otro lado, en apoyo de Lionel y de las reivindicaciones de los obreros.
Lionel se entrenó para el Frente del Este de la guerrilla de Manolo, pero un error involuntario lo dejó fuera, y providencialmente le salvó la vida. Los muchachos eran conocidos, Adolfito Pérez y los otros, pues mi casa era un sitio de reuniones, y finalmente un refugio para los muchachos de izquierda como Maximiliano Gómez, que era como un hijo para mamá, y un hermano para nosotros.
En una redada de esas que se hacían en esos tiempos, la Policía vino a la casa en busca de Lionel, y como no estaba, se llevaron a Fernando, y luego le dijeron a mi madre que les entregara a Lionel y ello soltarían a Fernando. La decisión fue salir camuflado hacia la Capital, con saco y corbata como si fuera un doctor, según me cuenta Franklin que participó de eso.
En otro momento Lionel estaba en lista de las fuerzas de inteligencia, pero fue advertido por un amigo de mi padre, quien le dijo con voz temeraria: “Lionel, tienes que irte…” El tono de su voz, según contaba Lionel, era como una sentencia de muerte, y convencido por mamá -pues Lionel era su hijo preferido-, fue al consulado americano a pedir visa, la cual le concedieron de inmediato, pero en Estados Unidos por varios años un agente de la CIA le siguió los pasos.
Una escena que retrata a Lionel fue aquella vez que fuimos a un Mall, en Nueva York, a comprar alguna ropa, y al regresar nos dimos cuenta que nos habían devuelto dinero demás. Su decisión inmediata fue regresar a pedirle al empleado que revisara la cuenta, y cuando comprobó el error, Lionel le devolvió el excedente.
Para Lionel en aquellos tiempos de lucha todos eran honestos, los muchachos de izquierda, y los militares, cada cual convencido de que hacía lo mejor por su país, pero luego fue diferente, y cada cual buscaba lo suyo propio. Otra idea de Lionel es que la división del pueblo vino de afuera, cuando algunos muchachos fueron a hacer cursos a los Estados Unidos, y otros fueron a Cuba y a China, y ahí habría venido la división.
Al final Lionel tuvo un reencuentro con Dios, y regresó a la iglesia de nuestros padres, y murió confiado en la resurrección, y seguro de haber vivido al lado de las mejores causas.