La muerte por depresión; Robin Williams, In memóriam

La muerte por depresión; Robin Williams, In memóriam

La sensible pérdida de este gran actor, penosamente ha exacerbado con cierto morbo el pretender asociar su gran histrionismo con las complejas condiciones mentales del artista, secundarias a sus trastornos del estado de ánimo, como la clave generadora de su genialidad, y no es así. La genialidad, en nada es secundaria a los rasgos de una alteración mental, ya sean estos: depresivos, esquizoides, bipolares, etc. Lo que sí se acepta es que esa alteración mental lo llevó al suicidio.

No es verdad que las enfermedades mentales hagan más creativo al individuo, es un mito acendrado y sabemos que un mito es muchas veces más fuerte que la verdad científica. Lo que hizo inmensos a Virginia Wolf, a Ernest Hemingway, a León Tolstoi, al mismo Robin Williams, no fueron sus rasgos de bipolaridad o de depresión, fueron sus facultades cerebrales excepcionales. Debemos de encontrar pronto una alternativa segura que confiera verdaderas esperanzas de vida a estos enfermos. Esto tiene como condición indispensable conocer dónde las alteraciones de los neurotransmisores, como: la serotonina, la noradrenalina y la dopamina participan de manera protagónica en el cerebro –y admitir además- los fundamentos genéticos, biológicos, psicológicos y sociales, para sólo así poder comprender en todas sus dimensiones orgánicas y psicológicas, la naturaleza complicada y multideterminada de ese enmarañado fenómeno, que es la muerte por mano propia.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, 350 millones en el mundo padecen de depresión. Las ideas suicidas son el resultado del pensamiento distorsionado y pesimista, al igual que del desinterés por la vida causado por la depresión. Soy de los que opina que la depresión es una enfermedad degenerativa, se han demostrado los daños físicos de la depresión en áreas del cerebro, principalmente en el hipocampo, lóbulos frontal y temporal, reduciendo las células gliales, lo que conduce a la inevitable atrofia cerebral.

Sólo los poetas logran una aproximación a las complejidades del alma humana. Con gran nostalgia recordé unos versos que mi padre siempre recitaba sobre Garrik, que entiendo describen la depresión en un artista. Se trata de un poema de la autoría del mexicano Juan de Dios Paeza, que se refiere a la vida de David Garrik, el más famoso actor de teatro inglés del siglo XVIII. Por conocer tempranamente esos versos, visité su tumba en la Abadía de Westminster en Londres; está a tres pasos del monumento de Shakespeare.

-“Reír llorando“: Viendo a Garrik, actor de la Inglaterra, el pueblo al aplaudirle le decía: “Eres el más gracioso de la tierra y el más feliz…” Y el cómico reía. Víctimas del spleen, los altos lores, en sus noches más negras y pesadas, iban a ver al rey de los actores y cambiaban su spleen en carcajadas. Una vez ante un médico famoso, llegóse un hombre de mirar sombrío: “Sufro le dijo, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío”. Nada me causa encanto ni atractivo; no me importan mi nombre ni mi suerte, en un eterno spleen muriendo vivo, y es mi única ilusión, la de la muerte”. Viajad y os distraeréis. ¡Tanto he viajado! Las lecturas buscad. ¡Tanto he leído! Que os ame una mujer ¡Si soy amado! ¡Un título adquirid! ¡Noble he nacido! ¿Pobre seréis quizás? Tengo riquezas ¿De lisonjas gustáis? ¡Tantas escucho! ¿Qué tenéis de familia? Mis tristezas ¿Vais a los cementerios? Mucho… Mucho… ¿De vuestra vida actual tenéis testigos? Sí, más no dejo que me impongan yugos; yo les llamo a los muertos mis amigos; y les llamo a los vivos mis verdugos. Me deja agrega el médico perplejo vuestro mal y no debo acobardaros; tomad por receta este consejo: sólo viendo a Garrik, podréis curaos. ¿A Garrik? Sí, a Garrik… La más remisa y austera sociedad le busca airosa; todo aquel que lo ve, muere de risa: tiene una gracia artística que asombra. ¿Y a mí, me hará reír? ¡Ah!, si os lo juro, él sí y nadie más que él; más… ¿Qué os inquieta? Así dijo el enfermo, no me curo; ¡Yo soy Garrik!.. Cambiadme la receta… El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto y también a llorar con carcajadas-. ¡Evitemos la tristeza, busquemos ayuda!

 

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