La mujer y el amor

La mujer y el amor

VICTOR GÓMEZ BERGES
Los cambios del mundo y los operados en la conducta del ser humano en los últimos cincuenta años son notables. Las nuevas generaciones los viven pero no tienen consciencia de su trascendencia y parece no interesarles. De la revolución de las armas para imponer métodos económicos y sociales diferentes, como ocurrió con las dos guerras mundiales del siglo pasado, hemos arribado a la revolución del conocimiento y hasta del alma humana. El hombre y la mujer de hoy son diametralmente opuesto en su comportamiento en la sociedad, al de hace tan solo medio siglo.

La revolución del conocimiento ha llevado a la mujer a ocupar un papel de principalía en la sociedad contemporánea. Cuando impartía cátedras en la PUCMM, hace dos décadas, comencé a advertir como el número de estudiantes mujeres ya superaba al de los hombres en altas proporciones.

¿Qué ha provocado ese cambio que hoy es aún mucho mayor? La necesidad de independencia y autonomía de las mujeres en la nueva sociedad.

La mujer de hoy no acepta depender del hombre en lo económico, lo que significaba en el pasado una dependencia emocional y hasta afectiva. Pero tampoco acepta la dependencia amorosa incondicional. Ahora exige, se planta, alega que como el hombre tiene libertad de reunirse sólo con sus amigos, ellas tienen el mismo derecho para divertirse solas, viajar solas, conducir su carro ya de su propiedad, adquirido con el fruto de su trabajo. La mujer de hoy ha ido arrinconando al hombre, como antes éste mantenía sus mujeres.

Ese grito por la libertad se le llama liberación femenina, pero ésta tiene sensibilidad suficiente para saber administrarla con comedimiento y sin rayar en los usos desbordados que lo hace el hombre. Claro está, con sus excepciones.

Por eso, la mujer se ha dedicado masivamente a prepararse y hoy pueblan las universidades en proporciones nunca antes vistas, estudiando diversas carreras lo que les ha permitido abrirse paso entre las brumas de una sociedad machista o patriarcal, con fuerzas cada vez de mayor gravitación. Hoy tenemos en diversos países mujeres Presidentas, primeras ministras, ministras de Estado, embajadoras, presidentas de grandes empresas, jefas de infinidad de departamentos tanto oficiales como privados que antes estaban reservados sólo a hombres, e in- cuantificables jefas de familia.

Basta visitar bancos, oficinas de servicios, hoteles, las escuelas, para advertir el cambio. En el plano político han exigido y promovido leyes para que se les asigne cuotas para ocupar cargos electivos.

Pero además, han demostrado ser más honestas y mejores administradoras que el hombre.

En fin la mujer de hoy es otra. En artículo reciente publicado en HOY por Sonia Vargas, ésta hace la siguiente reflexión, que debe llamar la atención del género humano sin diferencia de sexos. Afirma: “Si, hoy es urgente e inaplazable volver a pensar la relación amorosa, una relación hondamente trastocada por la revolución pacifica y silenciosa de las mujeres y que nos obliga a emprender un examen crítico de las viejas éticas del amor. Las mujeres ya son sujetas de deseo, de palabras, de derechos y los hombres intuyen que es necesario adaptarse con generosidad y creatividad a este hecho”. Y más adelante agrega “…hoy las mujeres no son ni pasivas, ni abnegadas, ni madres sobre-protectoras, ni putas, ni un Ángel sin sexo”. Esta es la realidad de hoy.

Ya la mujer no exige matrimonio para unirse al hombre, la convivencia informal sin compromiso es más cómoda y con menos obligaciones, por ello la institución del matrimonio está en decadencia y el divorcio anda a mayor velocidad que éste. Por eso vemos que la relación hombre-mujer tiene dos moldes, otros referentes éticos y conductuales. A todo esto ha venido contribuyendo la sociedad del conocimiento, el Internet, el dinamismo de los noticiarios, el cine y la facilidad de viajar por el mundo.

Hace dos décadas quizás más, empezaron los viajes de vacaciones de jóvenes estudiantes universitarias solas, sin sus padres o madres, organizados por diversas agencias de viajes y éstas comenzaron a advertir que podían andar solas por el mundo y nada les pasaba. Comenzaron aprender a defenderse solas de atracos, de violaciones y a ceder sexualmente, cuando se sentían estimuladas, con conocimiento de causa de los riesgos que esto entraña.

Hace unos días se publicó la noticia de una joven estadounidense Catherine Lester de 13 años que seducida vía Internet, viajó sola a Jordania a conocer un joven diez años mayor que ella, diciendo a sus padres que viajaría con un grupo de compañeras al Canadá. Hechos como éstos revelan el grado de intensidad con que se manifiestan los cambios en la mujer de hoy.

Pero deseo dejar una reflexión después de estas consideraciones, ninguno de estos cambios debe llevar al hombre a los excesos de violencia que estamos viviendo hoy en nuestra sociedad, las estadísticas de asesinatos de mujeres a manos de sus compañeros son aterradoras, quizás en alguna medida la autonomía de vida de las mujeres de hoy provocan estos desmanes, por ello hay que recordarle a la mujer que no debe excederse en su comportamiento frente al hombre, como tampoco éste debe dejarse empujar a la violencia por la pasión, pensando que aún cuando la mujer busca conquistas y reconocimiento en su accionar social, siempre será más débil y frágil que el hombre, además reflexionar que Dios la hizo de la “costilla del hombre”, lo que significa que ambos son fruto de esa voluntad Suprema y debemos respetarnos recíprocamente.

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