La mujer y el cáncer

La mujer y el cáncer

Nada es real hasta que es local dice un viejo adagio. A principio de los setenta del siglo XX hube de viajar desde Chicago a Santo Domingo con el fin de disfrutar unas muy bien merecidas vacaciones luego de un intenso año de residencia médica en el legendario hospital Cook County de la ciudad de los vientos. 

Nuestra inolvidable madre era de formación campesina con una fuerte tradición que no permitía a hombre alguno sobre la tierra ver ni tocar sus mamas con la sola excepción de su esposo. Mi hoy difunto padre  me confesó en secreto que su compañera se había palpado un diminuto nódulo en el seno.

Logró convencerla de que me permitiera chequearle dicha lesión y de inmediato le recomendé trasladarse al Instituto Oncológico Dr. Heriberto Pieter para su evaluación y manejo. Retorné a los Estados Unidos a los catorce días y de nuevo me envolví en el programa de entrenamiento en patología.

Erróneamente convencido de que mi progenitora había obtemperado a la recomendación de visitar el centro oncológico, olvidé darle seguimiento al caso. Treinta años después y ya completando su octava década de vida, mamá sorprende a la familia con una queja de dolor en un lado del pecho y dificultad para respirar con profundidad. Una radiografía de tórax evidenció un derrame pleural y el estudio de ese liquido mostró células cancerosas.

Luego de realizar varios análisis especializados y otros estudios de imágenes se llegó a la conclusión diagnóstica inicial de Carcinoma de mama localmente avanzado, el cual después fue modificado debido a la presencia de lesiones metastásicas en el cerebro. El tumor había seguido un curso natural como lo hacen muchos cánceres en los países tercer mundistas pobres con baja escolaridad y reducidos niveles de atención a la salud en general.

La neoplasia que le arrebató la vida a esta infortunada mujer pudo ser extirpada treinta años atrás y probablemente todavía contáramos con la madre que trajo al mundo y vio crecer a sus diez hijos.

Debo agregar que luego del primer aniversario del fallecimiento de mamá, una de mis hermanas menores estuvo organizando las fotos y los documentos que celosamente guardaba la hoy difunta. Por uno de esos azares de la vida y para sorpresa de todos, la hermanita se tropezó con un recetario con el logo de la ciudad de Chicago fechado en 1970 en el que tenía escrito una referencia de la paciente al Instituto Oncológico. La indicación estaba firmada por quien suscribe. Lo más probable es que la enferma decidió no enfrentar una posible sentencia diagnóstica de cáncer. Recordemos que para esa época mucha gente creía que los tumores malignos no se curaban.

Optó por no chequearse y esa decisión a la larga resultó fatal. Hoy en día exámenes regulares con ocasionales estudios mamográficos pueden identificar una lesión maligna temprana con un altísimo porcentaje de ser permanentemente erradicada y curada.

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