La Asamblea de la ONU, por sendas resoluciones, consagró como homenaje a la mujer universal, los días de la “No Violencia Contra la Mujer”, 22 de noviembre, que sacude el cobarde y vil asesinato de las valientes hermanas Mirabal, durante la postrimería de la cruel dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina; el “Día de la Mujer” 8 de marzo, que conmemora la tragedia y a “La Mujer, la Niña y la Ciencia, ” a la doble calidad de la mujer abrazada, además, a la investigación y a la ciencia.
De las efemérides anteriores, donde son recordadas con elocuentes manifestaciones y eventos de solidaridad y merecido reconocimiento de los abusos y marginación padecido por la mujer que representa el 50 % de la población mundial y es responsable del resto que amamantara, injustamente prejuiciada y la marginada mujer, el Día de la Mujer y la Ciencia” pasa prácticamente desapercibido, sin dejar huellas entre nosotros no obstante reconocer que la mujer atrapada por la pasión y el amor que la investigación científica, el conocimiento y la enseñanza de la ciencia encierran para el progreso de la humanidad, no deja de ser ella la mujer, la madre y la esposa que se desvela por su hogar, su familia y su patria.
En su valioso libro “Los Premios Nobel” que recorre la historia de 116 años de otorgamiento del Nobel, su autor, Dr. Eduardo Klinger Pevida, notable miembro de la Academia de Ciencias del República Dominicana, dedica un extenso capítulo final al estudio de “Las mujeres y el Premio Nobel” donde exalta los valores y aportaciones de las féminas dedicadas a distintas especialidades de la ciencia que han alcanzado tan encumbrado sitial, señalando que desde 1901 a la fecha solo unas 40 mujeres han sido merecedoras de ese premio y la poca representatividad comparada de hombres y mujeres de nuestra américa latina y caribeña donde apenas aparecen 18 Nobel 7, en literatura, 5, por su lucha por la paz; 3, en medicina; 2, en química y 1, en economía. Ninguno de ellos en ciencias básicas, física y matemáticas, la madre de las ciencias, y solo 2 mujeres: Gabriela Mistral y Rigoberta Menchú.
Y viene al canto a propósito de las discriminaciones y limitaciones impuestas a la mujer lo narrado en el fascinante libro que descubrí el pasado año en la Feria Internacional del Libro: “El hombre que calculaba” deM alba Tahan, quien nos cuenta bellas e ilustrativas aventuras y como el VisirIezid atormentado por el pronóstico de un monje sabio consultado colmaba de bienestar a la hija predilecta hasta llegada la edad de 18 años donde las desgracias vendían a menos que aprendiera matemáticas, las propiedad de los números y sus relaciones, cosa imposible dada su condición de mujer. Llamado el afamado hombre que calcula por el Visir este negó el pronóstico sobre la capacidad intelectual de la mujer, con esta verdad: “La inteligencia femenina, cuando es bien orientada, puede acoger perfectamente la bellezas y secretos de la ciencia.” Acepto el reto y todos vivieron felices. “Sin ciencia y cultura no hay desarrollo posible y sin desarrollo no hay Paz.”