La música cristiana, eje para mejorar la sociedad

La música cristiana, eje para mejorar la sociedad

Cantautor Enrique Feliz.

La música cristiana tiene alta incidencia en el fortalecimiento de la sociedad. Es una herramienta de concienciación contra los vicios, la violencia, la corrupción, la prostitución, la infidelidad, el odio y la depresión. Un relajante del espíritu que fomenta las relaciones humanas, la creatividad y el desempeño laboral.

Esta multiplicidad de ventajas las defiende el cantautor católico Enrique Féliz, el predicantor que guitarra a cuestas asume como su apellido, pero sin acento, el cometido de colaborar con la transformación de su entorno y más allá, como buen misionero musical.

Destaca el cambio en tantos hombres y mujeres gracias a la evangelización mediante este método y su gran aceptación entre cristianos e inconversos, esos que viven ajenos al mundo eclesial. Mas, creen y tienen buena relación con Dios e incluso, gracias a una canción muchos son ya parte “del ejército de Cristo”.

“Millones de personas en todo el universo han cambiado sus vidas, pasaron de la oscuridad a la luz, de la frustración a la esperanza, liberadas de la esclavitud de flagelos que los corroían y de cuantos males azotan a la humanidad”, proclama satisfecho de que así sea.

La definición abarca la totalidad del concepto: La música cristiana es Evangelio transformado en arte, por tanto, es diversión edificante, cultura que comunica los más elevados valores, orientados hacia una convivencia armoniosa, solidaria y en paz.

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Así, sin mucha bulla ni alharaca esta línea goza de gran respeto y valoración entre la gente de bien. Esta aceptación ha concluido en que cada vez más emisoras seculares, conscientes del gran público que la necesita, demanda y consume, la incluyan en su programación.

“Si no ha llegado a ser más fuerte en el dial, es porque por lo general todo proyecto radial no secular está vinculado a una denominación religiosa, y existe un irracional rechazo hacia los artista que aún cristianos, no pertenecen a esa corriente, lo cual es muy penoso”, lamenta.

Afirma que esa música constituye un rubro nada despreciable para la economía de los países, y una cantera de oportunidades de trabajo que cubre un espectro social más allá de los músicos, cantantes y autores que la generan.

Cristiano/ secular juntos

Enrique Féliz aclara que su gran paso de fe nunca le ha enajenado de buenas producciones seculares y que si esto no es notado lo suficiente, es porque la ha trabajado para otros, mientras estaba enfocado casi de manera exclusiva en su ministerio, en los viajes misioneros dentro y fuera del país, y en el servicio apostólico en las parroquias.

“De hecho, todos los éxitos que he compuesto para artistas nacionales y extranjeros de 22 años hacia acá los hice ya cristiano”.

Ahora retorna al ruedo secular, que conjuga con el evangelístico, y en los dos el mismo elemento: la calidad de las letras y el ritmo. En la pandemia, que le dejó muy ricas y valiosas enseñanzas, reflexionó sobre la compatibilidad de ambos campos con trabajos cargados de valores, y vuelve a escribir y a ofrecer conciertos seculares y amplía así su servicio en una alianza factible.

“En cambio, lo que no es compatible con el Evangelio ni con la vida cristiana es, por estar aferrado a preceptos propios de un fanatismo irracional, en lugar de ser un ente útil y productivo, constituirse en una carga para otros”, alerta.

No teme que tanto tiempo entre géneros cristianos le estramparan, que la gente que consume lo secular le vea como el intérprete religioso siempre y que a los creyentes les parezca rara esa incursión en lo “mundano”. “Eso me tiene sin cuidado”.

“Hace años me vacuné contra las malas lenguas y el miedo al qué dirán, y lo pongo claro en ‘Chaleco anti bla, bla, bla’. Al responder a su llamado, asumí servir a Dios para siempre, y lo mejor es por medio de la música. Así que no temo a la estampa de artista cristiano. Eso lo asumo como una gracia, privilegio y honor”, cierra.