La música, la felicidad, Solano y Troncoso

La música, la felicidad, Solano y Troncoso

Primeramente, aprovecho esta entrega para felicitar tardíamente al maestro Rafael Solano con ocasión de que el pasado sábado 10 de abril celebramos su natalicio, hace ya 90 años. En una de estas noches de confinamiento, estuve en mi cuarto de música organizando mis CD y me tropecé con dos joyas: la música del maestro Rafael Solano y la del Dr. Manuel Troncoso, los que disfruté frente a una copa de un exquisito Cabernet californiano, un Robert Mondavi, reserva. La distribución en el cerebro de la felicidad es muy amplia.

En su libro «This is your Brain on Music», el doctor Daniel Levetin, señala que la música activa simultáneamente muchas áreas del cerebro. Así que escuchamos y respondemos a sonidos y a los ritmos, con las cortezas auditivas (localizadas en el lóbulo temporal), lo sensorial (la somato sensorial en el lóbulo parietal), lo motor (posterior en lóbulo frontal). Como ven, interpretamos lo musical con la corteza sensorial y la razonamos y la disfrutamos con el área prefrontal.


Esa música que evocó recuerdos muy gratos de mi adolescencia temprana: rememoré aquellos años de conquistas juveniles y de los enamoramientos románticos, esas eran las melodías con las que daba serenata a una tierna joven llamada Ingrid, hoy la madre de mis herederos. Por igual me estimularon recuerdos para la experiencia y la emoción en las amígdalas cerebrales (sistema modulador de la memoria) y en el hipocampo (parte del sistema límbico en relación con la emoción y la memoria). Por igual, una buena música nos estimula un núcleo que participa del fenómeno humano de las recompensas placenteras que sentimos: es el núcleo Accumbens, el cual (participa de los cambios emocionales y las variaciones cognitivas), ese es el que nos puede llevar a una gran satisfacción emocional.


Esta grata vivencia musical puede ser simbolizada fácilmente como una descripción de la plena felicidad, esa que nos lleva a concentrar la atención en algo, acompañado de la «pérdida» de conciencia de uno mismo, que como el amor profundo nos produce una «imbecilidad» transitoria. Defiendo que esos momentos gratísimos de la vida que requieren de una completa y agradabilísima participación cerebral, y son los que bien merecen la pena vivirse. En esa tibia noche de luna la que quizás estuvo un poco nublada, vi una brillante lluvia de escamas fulgurantes, y debo aceptar que esas brillazones en áureo derroche me rememoraron vastos oleajes de muy agradables sueños de adolescente, esos que nunca pasan. Quise en ese entorno grato hacer una oración a la ternura y a la música romántica, esa de encantadores arpegios. Le pido al amable lector que con un pensamiento sosegado, con la música de su agrado ponga en marcha el inmenso circuito cerebral mencionado, como con estos ejemplos de la música, de estos dos prohombres, y que usted pueda repetir los embelesos musicales que viví.


El Dr. Manuel Troncoso, fue un distinguido abogado, muy romántico compositor de: «Cuidado», «Tres veces te amo», «Honor a la verdad», etc. Para mí su canción «Sígueme» es la especial, cierre usted sus ojos por un segundo y mentalmente póngale usted música: «Sígueme, sígueme, sígueme, sígueme que quiero llevarte donde nace el arcoíris y aunque no halles un tesoro allí sabrás como te adoro. Anda sígueme (…)»


Del inmenso maestro Solano es poco lo que se puede decir, simplemente es un ayo para la música dominicana, es uno de nuestros compositores más prolíficos y exquisito, veamos una estrofa de En la oscuridad: «Un atardecer en el mes de abril cuando los capullos se quieren abrir. Prenderé tu cuerpo con tu fuego ardiente y aunque tus pupilas ya no puedan verme como un sueño será cuando sientas que ya estás rendida (…)» De su canción Por amor, ¿qué expresar?, si a la marca país, que está en proceso de diseñarse se le pudiera poner música, creo que la canción Por amor sería de las primeras a considerarse; este es un verdadero himno al amor. El camino del verso de estos compositores egregios está muy distante del vocablo aullante, primario y soez de la música actual. Debo reconocer que estos poemas hechos canciones, esa noche permitieron que entre recuerdos gratos los volviera a vivir. No es porque ya yo sea un provecto, sino porque esa placentera fantasía de lo exquisito está muy distante del actual bullicio musical que a mí me aturde.

Fueron canciones románticas que con sus mágicos acordes que me permitieron una noche excelsa al escucharlas de nuevo, que como un soplo inmaculado, han extasiado muy gratamente mis oídos, mis lontananzas y mis recuerdos.

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