La musicoterapia y Rafael Solano

La musicoterapia y Rafael Solano

ANGEL CHAN AQUINO
He tenido la oportunidad de escuchar la producción discográfica (CD) del maestro Rafael Solano intitulada «Solano Al Piano», y he hallado que, en adición al valor artístico que caracteriza sus obras, esta producción contiene elementos que le permiten incluirla en el armamentorium médico clasificado como la Músicoterapia. Expresa Jacinto Gibernard que «la música empezó antes que el hombre.

El ser humano la descubrió escuchando cómo el viento hacía silbar al rozar las estructuras de la naturaleza.. («Rutas del Arte Musical»). No es de extrañar, por consiguiente, que la música ejerza una marcada influencia sobre él.

La emoción, una de las particularidades del ser humano, condiciona su conducta, la que a su vez caracteriza la personalidad. Las emociones son modificadas por sustancias químicas que producen las glándulas endocrinas. Así personificamos al individuo hiperquinético o al de bajo perfil. Ambas condiciones, a menudo, pueden suceder en un mismo individuo. Un día amanecemos capaces de llevarnos al mundo por delante, y en otras ocasiones, la frustración nos agobia. Eso explica que, por ejemplo, los peloteros de gran rendimiento, suelan caer en lo que en el argot de ese deporte llaman un «slump». En toda actividad humana ésto, también, puede ocurrirnos. Son estados por los que todos hemos pasado alguna vez. Es la consecuencia inevitable de lo que Gregorio Marañón describe como períodos ciclotímicos biológicos. Entra en juego una pérdida de equilibrio entre la Adrenalina, que nos permite volar sobre una cerca, insalvable en condiciones normales, ante un peligro inminente (el perro que nos ataca) y la Endorfina, que provoca sedación.

La actividad de las glándulas endocrinas, a su vez, puede ser alterada por la administración de fármacos, como los narcóticos, la acción de la acupuntura, por ejemplo (factores internos) o bien por factores externos, como las condiciones ecológicas (el frío, el calor), la contemplación de la belleza, la audición de la música, la visión de los colores. El rojo es excitante, quizás por eso lo usan lo «mataores» en la lidia de los toros; en tanto que otros provocan un efecto relajante. La música goza, ventajosamente también, de ambas propiedades. Modificar intencionalmente las emociones es un factor de curación de las enfermedades.

A raíz de los trastornos padecidos por los soldados de la primera y segunda guerras mundiales, se observó que los enfermos en los hospitales de Veteranos en los Estados Unidos reaccionaban favorablemente con la actuación de los músicos que los visitaban, a tal punto que los médicos y enfermeros solicitaron que tales actividades fueran rutinarias en esos nosocomios.

La demanda de estos músicos fue tal, que se hizo necesario organizarlos acorde con el escenario propio de un centro hospitalario. La Universidad Estatal de Michigan fundó el primer programa de grado, en el mundo, en el año 1944. Este notable acontecimiento ocasionó que surgieran la Asociación Nacional para Terapia Musical y la Asociación Americana para Terapia Musical. Ambas se fusionaron en el año 1998, para surgir la hoy Asociación Americana de Músico Terapia. A tal punto ha llegado el desarrollo de esta nueva especialidad, que para ejercerla en los Estados Unidos, es necesario estar certificado por el Certification Board of Music Therapist. Organizaciones similares las hay también en otras latitudes, como en Inglaterra.

Es así como nace la Músicoterapia. Se la define como el uso de la música como medio para tratar enfermedades de naturaleza física, psicológica, cognitiva o trastornos de origen social.

La acción de la música sobre las emociones está condicionada al gusto del oyente y éste a su vez, por el instrumento de su preferencia que la ejecuta. El violín, el piano, la flauta, el saxofón, etc.

Yo, por ejemplo, me inclino por el violín. En los momentos de stress, mi sedación, más que un diazepan, me la produce el Concierto para Violín No.3, de Mozart pero, más aún, el Romance No.2 para Violín de Beethoven.

Aunque se distinga a la música entre clásica y popular, la música es sólo una, y su influencia sobre las emociones se produce por igual. ¡Quién no siente vibrar las fibras de su sensibilidad estética al escuchar una virtuosa ejecución del saxofón de Tavito Vásquez?

«Solano Al Piano», producción realizada a beneficio de la Asociación del Voluntariado del Instituto de Oncología «doctor Heriberto Pieter», Inc., aún sin respaldo instrumental, constituye un miniconcierto de piano, con las características propias de la música sedante. Se trata de piezas escogidas de entre la gama de composiciones dominicanas, arregladas a la sutil manera del Maestro, y ejecutadas por sus hábiles dedos sobre el teclado. En «Amor Profundo», de Julio A. Hernández, me dejó la impresión de estar escuchando un concierto de piano de los grandes maestros de la música. En este momento de tensión y de violencia que azota al país, «Solano Al Piano» es un lenitivo que viene a enriquecer el acervo de la Músicoterapia.

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