La natural resistencia a los cambios

La natural resistencia a los cambios

ELIGIO JÁQUEZ
Tendría yo unos seis años cuando escuché mi padre comentarle a mi madre que al día siguiente debía ir a Moca, junto a un grupo de agricultores de la comunidad de Cayetano Germosén, a hacer una parada frente al edificio de la gobernación para que el gobierno desistiera de un plan de introducir en los campos una maquinaria que arruinaría los suelos productivos. Según ellos, la arada de tierra con «un aparato que se llama tractor» traería el barro del subsuelo a la superficie y eso empobrecería los suelos y los cultivos producirían menos.

Desde entonces ha pasado medio siglo y el tractor es dueño absoluto de la roturación de tierra en el país; y cada día esta maquinaria se ha especializado más. Hoy es muy difícil ver un hombre arando con un pico, con mulo, con un caballo o con bueyes. Y es evidente que gracias a la tecnología hoy la tierra produce más.

Avanzaba la década del 60 y recuerdo a un poderoso sindicato llamado POASI que se adueñó del muelle e Santo Domingo en una protesta que denunciaba la llegada de unos grandes barcos cargado en su interior unos cajones gigantes llamados furgones, repletos de trigo, el cual llegaba antes a granel y era descargado saco a saco en hombros de los miembros de POASI.

Esos furgones arruinarían al sindicato, y de eso hace más de 40 años y cada día los implementos y equipos de carga y descarga aérea y marítima son más sofisticados.

En 1979, un 95% del arroz que se producía en el país se recolectaba a mano con una guadaña en forma de hoz, lo que provocaba un gran movimiento de la espiga y por vía de consecuencia, una buena parte de los granos caían al suelo provocando, por un lado, la llamada eufemísticamente pérdida postcosecha y por el otro el nacimiento indeseado de esos granos que afectaban la siguiente siembra.

La solución la impulsó el secretario de Agricultura de entonces, Hipólito Mejía, quien importó en 1980 una gran partida de recolectoras y sembradoras mecánicas de arroz, lo que provocó una gran protesta de los obreros arroceros en Bonao que llegó a detener el tránsito en la autopista Duarte y no faltó quien acusara al ministro de insensible y enemigo de los jornaleros.

Todas las iniciativas que han introducido los gobiernos para masificar el servicio de transporte han encontrado resistencias de los líderes del volante, la más de las veces, con quejas revestidas de chantaje.

El gobierno pasado tuvo la audacia de democratizar la modalidad de producción bajo invernadero, llevando casi un millón de metros cuadrados en una primera etapa a las zonas donde hay cultura de producción hortícola. Previo a ello se estudió: a) el gran mercado de los Estados Unidos y Canadá; b) la proximidad de ese gran mercado; c) la vocación de trabajo del dominicano; d) el competitivo costo de producción de nuestra horticultura y; e) el enorme desafío que entrañaría la firma de un tratado de libre comercio que nos obliga a producir los bienes que nos demandaría ese gran mercado.

¿Podremos comercializar arroz, pollo, cerdo, habichuela y yuca con Estados Unidos dentro de cinco años? Lo probable es que con el problema encima, por fin nos decidamos a cubrir de plástico sobre hierro y aluminio todos los valles de Constanza, Ocoa, San Juan, Vallejuelo, el Cercado, Polo, Bohechío, Padre Las Casas, Rancho Arriba, etc. Los técnicos más calificados del país han estimado que si en vez de un millón de metros cuadrados, proyectáramos un millón de tareas bajo esta forma de cultivo, estaríamos plantando la semilla de superación de la pobreza a mediano plazo.

Pero la reacción del Gobierno actual a este desafío; a esta audacia; a esta visionaria actitud, a esta moderna forma de trabajo, ha sido similar a la forma que lo hizo el alcalde de la ciudad donde un genio inventó la bicicleta, lo envió a la justicia por entorpecer la vía pública.

Veinte hombres que suman cerca de 500 años de servicios al país, llevan más de 50 horas deponiendo frente a un tribunal para persuadir a la justicia que fue buena y no mala su iniciativa de modernizar la producción hortícola. Ojalá y no nos pase como al ejecutivo de Western Unión cuando en 1876 declaró que «el tal teléfono tiene demasiado defectos para ser considerado en serio un medio de comunicación. Para nosotros el aparato carece de valor alguno».

Oportuno es recordar una frase común salida de los labios de Mark Twain: «Quien tiene una nueva idea es un loco hasta que la idea triunfa». Estamos a tiempo de asumir esta idea que nos colocará en el camino de la modernidad y el bienestar social de nuestro país.

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