Grandes artistas como Fra Angelico, El Bosco, Giotto, Boticelli, Leonardo, Tintoretto, Tiziano, El Greco, Rubens, Velázquez, Zurbarán, Maíno….. han plasmado, cada uno a su manera y estilo, uno de los dogmas más trascendentales de la fe católica: el nacimiento del Hijo de Dios, en una época, siglos XV al XVIII en la pocos eran los que tenían formación y sabían leer. De ahí la importancia de las imágenes, de los grupos escultóricos en las portadas de iglesias y catedrales, y de la pintura, medios todos para hacer llegar o avivar la fe en los fieles.
La iconografía navideña abarca desde la Anunciación del arcángel Gabriel a Virgen María, la llegada a Jerusalén, la Natividad (o Nacimiento de Jesús), la Adoración de los Pastores y la Adoración de los Reyes o Epifanía. Veamos unos ejemplos.
Puede leer: Ágora Mall realizará simulacro de evacuación ante situación de emergencia
Fra Angelico, delicadeza y elegancia
Comenzamos con la Anunciación del fraile dominico, el florentino Fra Angelico, una tabla realizada en témpera y oro que, pese a su genialidad, corresponde a la primera etapa del pintor florentino fallecido en 1455.
El Greco, éxtasis y plenitud
La Adoración de los Reyes (1614) de El Greco, pintor de origen cretense que vivió y murió en Toledo (España), considerada su última obra. Se trata de una escena nocturna desarrollada en un espacio estrecho e irregular, una especie de gruta en torno en la que se cobijan María con su hijo recién nacido sobre el regazo, mientras San José y tres pastores evidencian la intensa devoción del momento.
El Niño Jesús es el único foco de la luz que ilumina y retumba por toda la escena, incidiendo por todo el grupo que lo contempla, un conjunto que remata por un gran grupo de ángeles a modo de bóveda celeste.
Velázquez, monumentalidad y sencillez
En la misma obra, La Adoración de los Magos, el genio barroco de la pintura española Diego Velázquez (1599-1660) realizada durante sus años de juventud en Sevilla, confluyen el Naturalismo propio de aquella etapa, que incluye elementos autobiográficos aportados sobretodo tras el hallazgo de un autorretrato del pintor Francisco Pacheco, -maestro y suegro del sevillano- al ser reconocido éste en la figura de Melchor, por lo que es presumible pensar que su esposa, Juana, y su hija Francisca, de pocos meses, sirvieran de modelos para la Virgen y el Niño. Un tema que está abordado con sorprendente sencillez pero que resulta eficaz. Destaca la variedad de tipos y de actitudes humanas, cuerpos voluminosos que llenan toda la composición y dispuestos en un plano muy cercano y directo al espectador, lo que acentúa la intensidad expresiva, una combinación de monumentalidad e intimidad que siempre logra el autor de Las Meninas.
Zurbarán, ternura y dignidad
El extremeño Francisco de Zurbarán (1598 -1664) otro de los grandes del barroco español, recurre al Naturalismo tenebrista para pintar “La Adoración de los Pastores”, una escena llena de intimidad. Todos los personajes están envueltos de una majestad, de una dignidad que no contradice su condición humilde. Destaca, sin embargo, la figura de la pastorcilla que ofrece una cesta de huevos, un personaje realista que contrasta frente a la idealización de los principales.
Las figuras están dotadas de un volumen casi tangible, gracias a los efectos lumínicos aplicados sobre ellas. Para recrear la noche en la que nació Jesús, el autor crea un ambiente oscuro y misterioso, una escena solemne iluminada desde el cuerpo del recién nacido, en referencia, como en los casos anteriores, a la idea del nacimiento del Salvador como luz del mundo.
Rubens, dramatismo y opulencia
La Adoración de los Reyes Magos de Pedro Pablo Rubens realizada en torno a 1609 por encargo del Ayuntamiento de Amberes es una pintura de gran formato que exhala dramatismo y opulencia por los cuatro costados, en la que el autor parece sintetizar todo lo que aprendió durante su formación en Italia.
Maíno, el «caravaggio español»
El fraile dominico Fray Juan Bautista Maíno (1569-1649), uno de los grandes de la pintura barroca pero también uno de los más desconocidos, recibió su formación en Roma donde conoce la obra de Caravaggio. “No hubo un pintor más cercano al caravaggismo romano y al naturalismo tan deslumbrante como Maíno, por lo que puede ser considerado como una ‘rara avis’ dentro de la pintura española debido a su gran influencia italiana” resume la conservadora e historiadora del arte, Leticia Ruiz.
Caravaggio o el mejor Barroco
Y para terminar, la Adoración de los pastores (1609) de Caravaggio del Museo Regional de Messina (Italia), una obra tenebrista