La necesidad de un hombre fuerte

La necesidad de un hombre fuerte

Ubaldo Guzmán Molina
El país necesita un hombre fuerte, capaz de enderezar los entuertos de una farsa democrática que beneficia a unos pocos y perjudica a la mayoría, profundizando la inequidad social.

En el panorama actual no se vislumbra ese hombre fuerte y silencioso, tal como lo concebía el inglés Thomas Carlyle, pero puede irse forjando en la medida en que los partidos Revolucionario Dominicano (PRD), de la Liberación Dominicana (PLD) y Reformista Social Cristiano (PRSC) vayan perdiendo espacio en la sociedad dominicana.

El perfil de este líder, que aglutinaría a dominicanos de diferentes clases sociales e ideología, estaría muy lejos de un Trujillo, a quien en el inconsciente colectivo se tiene como paradigma de orden y paz, pero se basó en el terror, la intolerancia, la persecución y el asesinato.

Un gobierno de este hombre estaría cimentado en la aplicación estricta de las leyes. Eso parece simplista, pero no es así. Si alguien comete una infracción de tránsito -por la arrogancia del poder político, militar o empresarial- sea exonerado de su responsabilidad a través de una llamada telefónica. Eso significa que la justicia mida a todo el mundo con la misma vara, sin favoritismo de ningún tipo.

Ese hombre fuerte gobernaría el país por un período determinado, claro está si es elegido por los votantes, y aplicaría un programa fundamentado en el fortalecimiento de la educación y la salud, aplicación implacable de la ley y el incremento de la seguridad ciudadana.

De no surgir este hombre, al calor de determinados procesos históricos, el país continuará encanallado por gobiernos peledeístas, reformistas y perredeístas. En el fondo han reflejado las mismas prácticas corruptas y de ir al poder a enriquecer a un grupito.

Algún día el pueblo despertará del actual letargo y aparecerá ese hombre, aglutinador del desaliento de los partidos tradicionales, y otro horizonte menos tormentoso se asomará por los cielos dominicanos, sepultando la desesperanza de muchos.

No es posible que el país siga teniendo presidentes y funcionarios que únicamente piensen en amasar fortunas impunemente, en su gran mayoría, burlándose, un período tras otro, en quienes los apoyaron para llegar al poder.

Este hombre fuerte no será un Hugo Chávez, no tendrá vocación autoritaria, pero no se dejará torcer el brazo por quienes han manejado los hilos del poder en el país desde fuera del Palacio Nacional.

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