La necesidad de una política fiscal expansiva

La necesidad de una política fiscal expansiva

Ya era hora que las autoridades gubernamentales reconocieran la necesidad de ejecutar una política fiscal expansionista para amortiguar el impacto negativo que sobre la actividad económica ha tenido la desaceleración de la economía mundial. La implementación de la propuesta del Secretario de Economía Temístocles Montás no tiene que esperar por la aprobación de préstamos externos para dinamizar la economía, ya que el Gobierno puede rápidamente aplicar una política monetaria flexible que baje sustancialmente las tasas de interés e impulse el consumo e inversión privada. Investigaciones recientes de Paul De Grawe, usando meta-análisis (técnica usada en las ciencias médicas), muestran que la política monetaria tiene un fuerte impacto sobre la producción en el corto plazo y que en el largo plazo dichos efectos son positivos.

Las autoridades cuentan con amplio espacio para estimular la economía, al no existir presiones inflacionarias que pudieran socavar la política de estímulo. La inflación anualizada de 5.7% a la fecha se encuentra por debajo de la meta del Programa Monetario del Banco Central de 6-7%.

Las autoridades monetarias todavía tienen un amplio margen de flexibilizar la política monetaria dentro de su Programa Monetario del 2009. En junio la base monetaria se encontraba RD$7,666 millones por debajo de la meta de RD$129,606 millones y la meta de septiembre de RD$131,335 millones parece que no se cumplirá, pues las autoridades tendrían que emitir RD$10,788 millones este mes para alcanzarla. Una expansión de la base monetaria al nivel contemplado en el Programa permitiría reducir las tasas de interés reales que son sumamente altas, de 18.84% en los bancos múltiples, 17.91% en las asociaciones de ahorro y préstamos, 33.81% y 34.16% en los bancos y corporaciones de  crédito.

Además, la economía no se encuentra en una trampa de liquidez, es decir en una situación en que las reducciones en las tasas de interés no tienen efecto alguno sobre el gasto de consumo e inversión, como es el caso de los Estados Unidos y Japón. En estas economías las tasas de interés nominal habían sido reducidas  a cero para evitar una deflación, pero esas bajas no tuvieron efecto alguno debido a que las instituciones financieras no tenían incentivo para prestar, en vista de que la tasas de interés que obtienen por sus préstamos eran muy bajas y al temor de que sus potenciales deudores no paguen el dinero prestado

La política fiscal podría complementar la política monetaria, financiando la expansión del gasto con el aumento del endeudamiento interno. Dicho endeudamiento podría materializarse a través de la emisión de bonos gubernamentales denominados en moneda nacional, con la garantía del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial. Aunque el endeudamiento externo luce más barato que el interno, en el mediano plazo una pequeña depreciación del peso frente al dólar aumentaría considerablemente las erogaciones por concepto de pagos de intereses y capital.

Asimismo, con la garantía de los organismos multilaterales y regionales, el  gobierno podría colocar bonos a 3 años a una tasa de interés de 12%, la cual es mayor que la tasa de 7.5% que paga la banca comercial e igual a la de 12% que paga el Banco Central para los certificados a tres años. Dentro de tres años, cuando la situación económica haya mejorado, esos bonos podrían ser refinanciados a una tasa menor y a un plazo más largo.

Finalmente, el Gobierno debe asegurarse que al colocar los bonos el Banco Central acomode su política monetaria a la expansión fiscal para garantizar que el impacto positivo de la expansión del gasto de inversión sobre la economía no sea anulado por aumentos en las tasas de interés.

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