La negritud en la obra de Carlos Esteban Deive

La negritud en la obra de Carlos Esteban Deive

El inicio de la colonia de Santo Domingo en el siglo XVI muestra las carencias y la fragilidad de España. La introducción de la esclavitud africana, que vino a suplantar la mano de obra indígena, dio origen a una incipiente industria azucarera que ya para mediados de ese siglo había entrado en una crisis profunda y la población blanca había disminuido considerablemente. La indígena también y hasta el extremo que veinte años después no quedan más que un centenar de indios en dos pueblos (Franco Polanco, 34).
En medio de la situación desproporcionada entre las poblaciones blanca y negra, crecieron los pueblos de cimarrones. Franklin Franco Polanco cita a Álvaro de Castro quien afirma haber visitado la Isla en 1542 y creía que la población de negros era veinte o treinta mil, mientras que la de blancos no llegaba a mil doscientos vecinos, es decir, unas seis mil personas. Según la misma fuente los negros cimarrones se refugiaban en el Cabo San Nicolás, los ciguayos, en Punta Samaná y en el Cabo de Higüey, estos eran más de dos o tres mil (27).

La situación de inseguridad era enorme. También el robo por parte de los negros. Lo que generó que existiera un comercio en el que participaban las vendedoras negras que llamaban “ganadoras”. Había ya negros que acumulaban riquezas producto de una economía irregular, un mercado negro. Hasta el extremo que, dice el arcediano de Santo Domingo: “andaban los negros de esta ciudad tan ricos y vestidos, y tan ‘sobrellevados’, que a mi parecer son más libres que nosotros” (28). Los negros tenían una isla grande, llena de vacas, puercos montaraces, comida y la seguridad de los lejanos campos.

Nótese cómo, a menos de cincuenta años de fundada, la colonia en su expresión económica era un problema de gobierno. Y ya se notaban dos sociedades: la de los blancos y la de los negros, que en lugares apartados hacían su vida, incursionaban y saboteaban la economía formal. La situación económica de España es otro asunto que pocas veces se pone en perspectiva. Pero gracias a los estudios de historia económica podemos acceder al conocimiento de cómo se financió esta sociedad esclavista en América con la llegada al trono de Carlos V.

La obra de Carlos Esteban Deive es rica en análisis, datos e información de primera mano que nos permite tener una visión alternativa a la que nos ha dado la historia oficial sobre el pasado dominicano y, también sobre la importancia de la raza negra en el desarrollo de la cultura que vendrá a ser con el tiempo la cultura dominicana. Me permito señalar a los lectores que quieran irá más allá algunos de los textos más importantes de este autor fallecido recientemente. En primer lugar, su conferencia “La herencia africana en la cultura dominicana actual” en el libro de Bernardo Vega et all, “Ensayos sobre cultura dominicana”, (Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana, 1997, pp 105-141.

En este ensayo Deive critica la historiografía dominicana que pretendía negar la influencia del negro en la cultura dominicana y presentaba una imagen idílica de la esclavitud. Denuncia dos mitos en ese discurso: la idea de que las relaciones amo-esclavo en la colonia de Santo Domingo estaban basadas en sentimientos humanitarios, en que predominaba la igualdad y la falta de prejuicios. Cuando la verdad era que el amo se ataba a poseer al esclavo y le pretendía inculcar que era un ser inferior y además lo castigaba con azotes y, en algunos casos, con la muerte.

También muestra el prejuicio racial en la legislación española. Señala que, “los primeros epítetos infamantes contra los negros son dirigidos a los esclavos ladinos. Los padres jerónimos dicen que salen “muy bellacos”, y los reyes que son ‘los peores y de malas costumbres”, “una mala nación de gente muy atrevida y mal inclinada” (119). El racismo imperó durante todo el periodo colonial, negándole a negros y mulatos el derecho de ir a la escuela y de mezclarse con gente blanca. Las mujeres negras pertenecían a sus amos haciendo estos lo que deseaban sexualmente con ellas.

Otro mito de la historiografía dominicana que explica Deive es el de que los negros veían a los blancos como superiores y que preferían a estos frente a Haití. Muestra dos casos de rebeliones de negros que quisieron ponerse bajo la tutela de la nueva república negra: La revuelta de los italianos durante la Reconquista y la rebelión de los esclavos de Nigua en 1796. También menciona el intento de rebelión de Monte Grande la misma noche del 27 de febrero de 1844. Sobre este particular debo remitir a Vetilio Alfau Durán y a la forma en que la Junta Central Gubernativa, presidida por Bobadilla, dio un jaque a toda especulación o mala información: la república que nació en febrero era antiesclavista y todo aquel que promoviere la esclavitud era pasible de ser llevado a los tribunales.

La cultura negra se deja ver en la música, baile, la culinaria, el sincretismo religioso y el vudú; un diálogo entre lo sagrado y lo profano que tiene en la posesión el núcleo central de las manifestaciones religiosas (126). Luego un complejo particular del rito funerario, una actitud ambivalente del negro ante sus respectivas magias, la organización familiar, las instituciones de ayuda mutua, como el convite y el san… Sobre la influencia africana en la lengua de Santo Domingo, dice algo extraordinario: que esta no reside en el léxico, sino en “el sistema fonético, morfológico y sintáctico de nuestra habla” (135).

En síntesis, la influencia africana en el dominicano de hoy es sumamente amplia y no se puede localizar sólo en los elementos físico-somáticos, sino que va más allá. Los trabajos de Deive sobre este tema son muchos y no podemos tratarlos aquí; sólo animar a los lectores a leerlos y a reconocer en él al investigador que fue, al hombre preocupado por el conocimiento de un tema lamentablemente poco estudiado de nuestra dominicanidad. Termino citando dos libros de Deive importantes para conocer su dedicación al conocimiento de la negritud y de los dominicanos: Deive, Carlos Esteban: “¿Y tu abuela dónde está? El negro en la historia y la cultura dominicanas”. Premio Nacional de Ensayo sociopolítico, Santo Domingo: Editora Nacional, 2012 y “Los dominicanos vistos por extranjeros”. Santo Domingo: Banco Central de la República Dominicana, 2009.

En “¿Y tu abuela dónde está?”, título que toma un verso del poeta negrista puertorriqueño Vizcarrondo, Carlos Esteban Deive configura el mundo negro que se formó en La Española desde la llegada de los primeros esclavos. Parte de la mitología, sigue las convulsiones sociales, las invasiones haitianas, los negros y la identidad de los dominicanos en el siglo XIX y en el XX, la visión que los dominicanos tienen de los haitianos y la forma en que miran los haitianos a los dominicanos. Agrego también el lazo que une a África con República Dominicana, las familias, las ayudas mutuas, el idioma y los cuentos orales… un verdadero cosmos antropológico que da cuenta de una investigación que duró una buena parte de la vida de un escritor incansable que amó esta tierra como su único espacio vital. Por lo que es importante que sea honrada su memoria y que se le dé también, como se le ha dado en las letras, el reconocimiento por su destacada labor investigativa.

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