La neumonía y sus riesgos cardiovasculares

La neumonía y sus riesgos cardiovasculares

Quienes han padecido una neumonía tienen más probabilidades de sufrir complicaciones cardiovasculares a corto y a largo plazo. No obstante, se han identificado ciertos biomarcadores que pueden ayudar a predecir este riesgo y se podrán diseñar tratamientos personalizados para intentar reducirlo.
“Los pulmones están formados por pequeños sacos, llamados alvéolos, que en las personas sanas se llenan de aire al respirar. Los alvéolos de los enfermos de neumonía están llenos de pus y líquido, lo que hace dolorosa la respiración y limita la absorción de oxígeno”, según señala la Organización Mundial de la Salud (OMS) para definir la infección respiratoria aguda o neumonía.
Existen diversos microorganismos, como los virus, bacterias y hongos, que pueden causar la enfermedad.
Según indican los especialistas de la Clínica Universidad de Navarra (España), en personas sanas, la neumonía más común es la producida por la bacteria Streptococcus pneumoniae, conocida coloquialmente como neumococo.
Diversos agentes causantes. Los agentes causantes de neumonía pueden llegar a los pulmones de diferentes formas y provocar la infección. Por un lado, los virus y bacterias presentes en la nariz o en la garganta pueden infectar los pulmones al inhalarse.
“También pueden propagarse por vía aérea, en gotículas producidas en tosidos o estornudos”, apunta la OMS.
Pero los microorganismos que causan la enfermedad pueden, asimismo, alcanzar los pulmones a través de la circulación sanguínea desde otras partes del cuerpo, como el sistema urinario o las válvulas cardiacas.
Los facultativos de la Clínica Universidad de Navarra indican que los síntomas de las neumonías son variables, sin que ello tenga siempre relación con el tipo de germen que las ha causado. “Algunos casos se presentan con lo que se llama una neumonía típica, que consiste en la aparición, a lo largo de varias horas o de dos o tres días, de tos con expectoración purulenta o herrumbrosa, en ocasiones con sangre, dolor torácico y fiebre con escalofríos”, manifiestan. “Otras neumonías, llamadas atípicas, producen síntomas más graduales con décimas de fiebre, malestar general, dolores musculares y articulares, cansancio y dolor de cabeza. La tos es seca, sin expectoración, y el dolor torácico menos intenso. Algunos pacientes pueden tener síntomas digestivos leves como náuseas, vómitos y diarreas”, añaden.
Los neumólogos de la Clínica Universidad de Navarra aclaran que las neumonías se clasifican según se adquieren en el día a día de una persona (neumonía adquirida en la comunidad) o en un centro sanitario (neumonía hospitalaria o nosocomial).
Corazón, neumonía, y marcadores de control. La neumonía aumenta las complicaciones por riesgo cardiovascular tanto durante el propio episodio como después. De hecho, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) expone que los pacientes que sobreviven a esta patología continúan teniendo, durante los 10 años siguientes, un riesgo de complicaciones y mortalidad cardiovascular más alto.
Las complicaciones cardiovasculares incluyen el infarto agudo de miocardio, arritmias, edema agudo de pulmón o ictus.
Sin embargo, un estudio publicado en la revista académica “Chest”, que publica el Colegio Estadounidense de Cirujanos del Tórax, muestra que hay ciertos biomarcadores que pueden predecir este riesgo.
El estudio ha incluido a un total de 730 pacientes hospitalizados por neumonía adquirida en la comunidad a los que se ha realizado seguimiento durante un año. Se efectuaron análisis de biomarcadores el primer día, a los 4 o 5 días y transcurridos 30 días desde el diagnóstico de neumonía. Un 13 % de los pacientes desarrolló algún tipo de enfermedad cardiovascular durante los primeros 30 días y un 9.2 % más en el seguimiento a un año.
En los pacientes que sufrieron algún evento cardiovascular de forma precoz se detectaron niveles más elevados de los distintos biomarcadores analizados en las primeras 24 horas tras el ingreso.
Además, se observó que los niveles de biomarcadores encontrados el día 30 predijeron el riesgo de eventos cardiovasculares durante el primer año.

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