Esta urbe norteamericana fue escenario del 70vo Mitin de la Academia Norteamericana de Neurología, donde más de 5,000 neurólogos e investigadores del mundo nos dimos cita. Este se me pareció al celebrado en Vancouver hace dos años. Por razones de ordenanzas éticas (que en lo personal no entiendo), la industria farmacéutica de los Estados Unidos en los últimos años ha limitado las colaboraciones y el apoyo a los médicos. Muy bien recuerdo que anteriormente en esos congresos los cargamentos de obsequios recibidos iban desde: laptops, maletines, revistas científicas y sus subscripciones, cerebros, hasta becas y viajes de entrenamiento. Hoy, penosamente solo algunos bolígrafos están presentes como pálidos obsequios, convirtiéndola en una industria de una sola vía de beneficios. No creo que los gerentes, ni los brillantes mercadólogos de esas empresas con ganancias millonarias tengan la pluma estilográfica para prescribir, de manera que debe procurarse que sea el médico quien se mantenga actualizado y con buen vínculo de comunicación y relaciones con los laboratorios, para así encontrarse en mejor condición para poder recetar sus fármacos.
Como ejemplo opuesto de consideración al médico dominicano, una muy nutrida delegación de neurólogos dominicanos participamos del evento científico en Los Ángeles, por una fineza de invitación de los Laboratorios de Aplicaciones Médicas (LAM). Uno de sus gerentes, el señor Martín Rodríguez, nos acompañó y nos brindó sus proverbiales exquisitas atenciones a: Rosa Carrera, Elizabeth Estrella, Rosa Cornelio, Juan Sánchez Amarante, Norma Poueriet, Edwin Espinal, Awilda Candelario, entre otros. En la inscripción del congreso le entregan a usted un libro grueso con todas las actividades, ponencias, discusiones y posters a presentarse durante el evento, y de manera lógica uno elige para participar los temas que son del interés individual. En mi caso particular asistí a los eventos que trataron los siguientes temas: “derrames cerebrales”, las migrañas, las epilepsias, el Parkinson y las demencias.
Por lo extenso de la parte científica, me voy a permitir, con la venia de mis siempre amables lectores, comentar posteriormente los adelantos en el campo neurológico discutidos en el congreso de los neurólogos norteamericanos y referirme hoy sábado solo a los aspectos sociales y sibaríticos del viaje a Los Ángeles. Fue toda una semana donde el estímulo intelectual se maximizó, poder oír y conversar con los que sí pueden investigar en el campo al que uno se dedica, el de las neurociencias, combinado esto con actos placenteros de conocer, de uno culturizarse, que ni son inmediatos, ni son sin futuro. Por el contrario, esos actos de gran estímulo cultural combinados con momentos sibaritas deleitables, reconocemos que su pleno disfrute es el resultado de un funcionamiento cerebral muy similar al del “hombre perenne”, ese que imagina, sueña, razona, comparte, socializa, aprende y disfruta cada momento de lo nuevo. Esto es totalmente afín con ese humano inteligente que asume su “hoy” como transitorio e irrepetible y se arroga que la innegociable felicidad es parte vital del “saber-vivir”.
Iniciamos el recorrido en el casco antiguo de la ciudad fundada en el 1781, visitando la casa más antigua que existe en Los Ángeles, la casa de don Francisco Ávila, de alrededor del 1818. Fuimos al observatorio Griffith en lo alto de una colina frente al famoso cartel de Hollywood, paseamos por Beverly Hills, disfrutamos en el glamoroso Sunset Boulevard y rondamos por el famoso Hollywood Boulevard, nos paseamos por el Walkof Fame, donde vimos las estrellas doradas de los artistas del cinema que decoran una de las aceras más famosa del mundo, vimos preparando la estrella dorada de la artista dominicana Zoe Saldaña. Luego de visitar el Teatro Dolby, donde se entregan los premios Oscar, almorzamos en el vecino Hard Rock Café (Cualiflowerwings y Tupelo Chicken).
De igual modo, visitamos la playa de Santa Mónica, en una soleada tarde donde comprobamos una vez más el por qué ellos los extranjeros enloquecen con nuestras playas. Fuimos agasajados en el famoso restaurante Michael’s frente a la playa, allí disfrutamos el primoroso vino tinto californiano (Schrader) acompañado de un churrasco exquisito. La tarde siguiente por una gentil invitación de la cordial gerente Jelissa Álvarez, de ASOFARMA, disfrutamos del juego de béisbol de los Marlins de Miami contra los Dodgers en su moderno estadio. Participamos la noche de despedida del congreso de la Cena del Encuentro Latinoamericano en el restaurante más viejo de Los Ángeles, el Musso-Frank Grill del 6667 Hollywood Blvd. Disfrutamos esa noche de un verdadero placer gastronómico, una elegante cena de gala en cuatro tiempos junto a celebridades del celuloide. El Congreso de la Academia Europea de Neurología, de la que soy miembro, es este junio en Lisboa, Portugal. Creo que esto sería un buen regalo para mi cumpleaños geminiano.