La neuropsicología en la comunicación y la cultura

La neuropsicología en la comunicación y la cultura

Invitados al III Congreso Nacional de Comunicadores Católicos, tuvimos el honor de dictar una conferencia sobre los aportes de la neuropsicología a la comunicación. En razón de lo complejo y amplio del tema nos obliga a más de un “conversatorio”, pidiendo la venia de mis amables lectores. No sin antes repetir lo que dije al iniciar mi charla: “Si yo tuviera la respuesta de cómo el cerebro funciona, sería más que un Premio Nobel, pues este tema es para mí no solo apasionante, sino que sigue siendo innovador”. Así que con un poco de ciencia y un poco de filosofía revisamos en dicho coloquio las teorías modernas de cómo funciona nuestro órgano rector, el llamado cerebro. Ya lo dijo René Descartes, filósofo y matemático francés: “Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás”.

La cognación humana ha sido entendida como un conjunto complejo de procesos internos que permiten comprender, interpretar y generar información sobre el mundo. A los procesos implicados en esta actividad cognitiva se les ha denominado: inteligencia, lenguaje, pensamiento, conciencia, sensación, percepción, atención y memoria. Por razones de espacio nos enfocaremos en el pensamiento, en el lenguaje y en la conciencia.

Hace más de 30 años, siendo aún estudiante de medicina, nos iniciamos como monitor de neuroanatomía y tuve en mis manos un cerebro humano para nosotros impartir docencia universitaria, todo este tiempo no me ha bastado para yo poder entender a plenitud a ese órgano de forma de coliflor que gobierna todas nuestras acciones.

Encuentro parte de las respuestas en el libro “Cómo funciona el cerebro”, del muy buen amigo, colega neurólogo Facundo Manes, neurocientista argentino, con el que tenemos varias coincidencias: somos egresados de Inglaterra, participamos de un programa de televisión y tenemos por igual una columna semanal sobre neurociencias, él en un periódico de Buenos Aires. Señala: “El cerebro humano es la estructura más compleja en el universo. Tanto, que se propone el desafío de entenderse a sí mismo.

El cerebro dicta toda nuestra actividad mental –desde procesos inconscientes. Como respirar, hasta los pensamientos filosóficos más elaborados- y contiene más neuronas que estrellas existentes en la galaxia”. Debemos aceptar que en los últimos años hemos aprendido más sobre el cerebro que en toda la historia de la humanidad anterior al reciente florecimiento de las neurociencias, que actuando combinados todos los neurocientistas junto a biólogos, ingenieros, físicos, filósofos, etc., inclusive los poetas. Veamos un ejemplo, nuestro laureado poeta José Mármol en su columna del hermano periódico El Día (CarpeDiem, 4 de junio) habla sobre el lenguaje, tema que nosotros analizaremos la próxima semana: “La lengua materna, su aprendizaje y su correcto uso constituyen una necesidad existencial, una razón vital, un vínculo de raíz con la cultura, una sociedad, una historia y un modo de pensar, sentir y ser concretos. La lengua es, lo han dejado claro los lingüistas, semiólogos y los filósofos del lenguaje, un sistema de símbolos ciertamente. Pero no un sistema de símbolos cualquiera, sino, el mayor lenguaje de lenguajes, el que sirve para poder interpretar, estudiar y conocer los otros lenguajes”.

Ya lo dijo Ian MacPhail, psicólogo inglés, quien plantea en su libro “Evolución de la conciencia”, que sólo los seres humanos tienen –conciencia- porque son los únicos animales con lenguaje; tampoco los niños tienen pues no poseen aun lenguaje, por tanto no tienen conciencia. Los límites del lenguaje son los límites del pensamiento. ¡Seguiremos conversando sobre estos fascinantes temas!

 

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