La noche que Edith Piaf  hizo llorar a Alberto Cortez

La noche que Edith Piaf  hizo llorar a Alberto Cortez

Alberto Cortez es un gran poeta y musicalizador de poemas. Muchas de las composiciones que conocemos de él, son realmente suyas, y otras que van de manos de algún colega, que serían coautores. Lo mismo podría decirse con respecto a la música que completa la magia del poema musicalizado.

Hoy viene bien para tantos artistas con calidad para musicalizar  y otros a quienes les gusta o prefieren una buena musicalización, un buen montaje para que sus letras caminen mejor por el mundo de los escenarios; la grabación, vídeo o video. Cortez luchó desde temprano para abrirse camino. Y muy muchacho: con un grupo musical fue a dar a Bruselas (Bélgica) y por allí, con 20 años más o menos.

Alberto Cortez tiene un punto fijo en su mente: Quiso salir muy joven de su país, en búsqueda de conocimientos, cariño y éxitos. Ha luchado mucho, pero él mismo no se contenta con su lejanía extendida por varias décadas. Considera a Buenos Aires como una ciudad fantástica con la cual no ha podido reencontrarse. Solamente esos días breves. Por tal escribió una pieza musical (quizás una milonga originalmente). Días cuando Alberto estrujó su corazón: “Pobrecita mi nostalgia”, fue una pieza, textual y musicalmente, muy bien lograda. Para esos momentos, Cortez, estaba ya en pleno apogeo. Bien escuchado y bien admirado. Por públicos de más de un continente. Fue entonces cuando se encontró con el presidente Alfonsín y le preguntó, preocupado por el destino que esperaba o podría esperarle a su país, después de haber liquidado la dictadura militar.

Cortez habló al presidente argentino, y le contó la gran nostalgia que sentía al estar lejos de su patria en esos momentos cruciales ¿Cree usted que ya es suficiente por estar afuera tanto tiempo? Alfonsín le respondió, algo así como que él era más útil afuera, y que se quedara por allí dando brillo a la Argentina.

Para aquellos días de tantos caminos abiertos y la ampliación de su círculo de amistad, que es una de las cosas más gratas para Alberto. Por aquellos días se presentaba en una sala prestigiosa Edith Piaf. “No sé como se las ingenió pero mi amiga […] consiguió dos entradas para asistir a uno de sus recitales. Edith salió por un costado del escenario […]” “Alberto apreció la enfermiza figura menuda de Piaf y el recinto estalló en una ovación tan estruendosa como interminable. Y ella observaba emocionada el fervor de la gente y con una tenue sonrisa agradecía la bienvenida. Caminó con dificultad hasta el centro del escenario […] Entonces estalló el silencio y aquel insignificante ser desprotegido […] juro por lo más sagrado que jamás había oído cantar de aquel modo. “La conmoción se dibujaba en la cara de la gente, en la inmovilidad…”

“Sentí que se cruzaban mis cables; y de pronto me hallé llorando, poseído de un sentimiento incontrolable, como la mayoría de los presentes”.

Fue en e’ Ancienne Belgique, de Bruselas. La amiga que le habló de ir al espectáculo, Rennée Govaerts, a quien entre los amigos pasó a llamarse Renata, porque entendían que sonaba mejor. Renata, la amiga, es desde hace más de cuarenta años la esposa de Alberto Cortez.

*Del libro “Desde un rincón” del Alma, de Alberto Cortez, editora emecé 1997.  

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