La novela histórica dominicana

La novela histórica dominicana

DIÓGENES VALDEZ
Los orígenes de la novela histórica a nivel universal, se remontan a unos treinta años antes de nuestra independencia, ya que la creación del Estado Dominicano ocurre un 27 de febrero de 1844.

Dicha modalidad narrativa nace en la Escocia y el primer eslabón del género es Waverly, cuya aparición constituyó un gran acontecimiento editorial. El tema era un hecho muy conocido por los lectores, dado su actualidad, pues había acaecido sólo veintiséis años antes del nacimiento del autor: la rebelión de los jacobitas del 1745, para instalar en el trono de Escocia a la exiliada casa de los Estuardo. La obra de Walter Scott, se caracteriza por ser un retrato riguroso del período histórico en el que la trama se desenvuelve.

Dicha modalidad narrativa nace en Escocia y el primer eslabón del género es Waverly, cuya aparición constituyó un gran acontecimiento editorial. El tema era un hecho muy conocido por los lectores, dado su actualidad, pues había acaecido sólo veintiséis años antes del nacimiento del autor: la rebelión de los jacobitas del 1745, para instalar en el trono de Escocia a la exiliada casa de los Estuardo. La obra de Walter Scott, se caracteriza por ser un retrato riguroso del período histórico en el que la trama se desenvuelve.

Con Waverly, cuyas primeras ediciones aparecieron sin el nombre de su creador, se inicia la aventura de un género narrativo que aún hoy conmociona y causa gran impacto. Su éxito inmediato abrió los senderos de la fortuna a un escritor que hasta ese instante había vivido opacado por el furor romántico que causaban los poemas narrativos de Lord Byron. Unos trece años tardaría Scott en recuperar el crédito por la autoría de una obra que, rápidamente, se había apoderado del panorama cultural de Escocia y, más tarde, el nervio cultural de Inglaterra: Londres.

No se precisaba ser visionario para comprobar que esta nueva manera de extraer de la realidad los temas para las ficciones, no sólo era un filón que permitía conseguir notoriedad, sino que, también podía producir grandes beneficios económicos.

En forma diligente Scott se entregó a la elaboración de nuevas novelas que tendrían como argumento el pasado histórico de su patria, y es así como ante los ojos de un público cada vez más ávido, aparecen obras como: Guy Manning, Rob Roy, Los puritanos de Escocia, El anticuario, La prometida de Lammemoor (que serviría como idea original para el libreto de la ópera Lucía de Lammemoor, del italiano Gaetano Donizetti). El corazón de Midlothian y la que es sin dudas la más conocida de todas: Ivanhoe.

La contemporaneidad con Byron, ni el hecho de que en sus inicios publicara romances rigurosamente versificados, permitió que en el ánimo de Scott se despertaran sentimientos adversos hacia su rival. Del modo más inteligente reconoció la superioridad de Byron, rechazando en un acto de reciedumbre moral, el intento de reconocerlo con el título de “poeta laureado de la corte”. Ante el ascenso incontenible de Byron, decide retirarse de la poesía y dedica sus mejores esfuerzos a la creación de una nueva narrativa con fundamentos temáticos arrancados a la historia; y sólo en diecisiete años escribiría treinta y dos novelas.

Ante el éxito alcanzado por la nueva tendencia escritural, otros autores se motivarían a transitar por dicho sendero, sin embargo, sería Robert Burns, quien orientaría la nueva sensibilidad de Scott hacia las tradiciones escocesas contenidas en la literatura popular, quien pondría delante de sus lectores magníficos retratos hablados (o escritos) de monarcas como Isabel I, Jacobo I, Carlos II, Ricardo Corazón de León, Luis XI, y a toda una constelación de personajes históricamente bien conocidos, como Saladino.

El heredero literario de Walter Scott es William Makepeace Thackeray (1818-1863), y es, “quien más profundamente llega a desentrañar la verdad histórica a partir de la experiencia personal de sus protagonistas” con obras como La feria de las vanidades, Los virginianos, Las memoria de Barry Lindon y La historia de Henry Esmond, entre otras. Thackeray no sólo desmitifica la historia, sino que de manera irónica y, muchas veces cínica, lleva al plano de la logicidad el curso presente en cada una de sus narraciones.

En todo el Viejo Continente aparecieron manifestaciones literarias que repetían los cánones literarios sugeridos por Scott. Ahora bien, es conveniente diferenciar un hecho histórico a otro que es simplemente un acontecimiento verdadero. El primero afectaría la realidad social del país donde acontece y podría inclusive, trascender las fronteras del mismo, el segundo sólo tendrá importancia dentro de la inmediatez del entorno en que acontece.

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