La novela perfecta

La novela perfecta

DIÓGENES VALDEZ
A raíz de un canon solicitado a varios escritores por José Rafael Lantigua, en aquella época editor del suplemento cultural Biblioteca, en la mente de muchos surgió la pregunta acerca de cuál de los libros citados sería el más leído entre los que tienen como labor fundamental el manejo de la palabra escrita. Recuerdo un cuento en que el personaje había encontrado un objeto mágico que podía concederle tres deseos.

Dentro del clásico patrón de este tipo de cuentos, muy al estilo de “Aladino y la lámpara maravillosa” y más cercano todavía a “Pata de mono”, los dos primeros deseos se cumplen cabalmente sin ningún tipo de contratiempo ni consecuencias secundarias; pero el tercero resulta algo imposible de materializar.

En aquel cuento este último deseo solicitado por el personaje, es que el genio le dicte, para él firmarla, una novela que jamás pudiera ser superada por ser humano alguno. El genio entonces le ordena tomar papel y lápiz y comienza a dictarle: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”

La obra del inmortal Miguel de Cervantes fue la más apreciada entre los escritores dominicanos que respondieron al canon solicitado, que debía comprender diez títulos. Recordemos que el maestro Alfonso Reyes, en un trabajo titulado “El placer de la relectura” recomendaba leer el “Quijote” cuando menos una vez al año. Francois Mauriac y William Faulkner, en algunas entrevistas confesaron leer todos los años, algunos pasajes de “El ingenioso hidalgo…”

Parecería que hubiese consenso en que la novela perfecta es la escrita por don Miguel de Cervantes y Saavedra (lo que debió sorprenderle como autor, pues él creía que sería sus “Novelas ejemplares” las que leo llevarían a la inmortalidad) y aunque parezca extraño, algunos grandes escritores no piensan de tal modo, como para confirmar aquella sentencia del escritor italiano Eugenio Montale (Nóbel de Literatura), quien afirmara que, “en cuestión de arte nadie tiene la razón”.

Traducida al buen dominicano, la expresión de Montale equivaldría a un “para los gustos se hicieron los colores” y no todo el mundo tiene preferencia por las mismas manifestaciones del espectro luminoso.

La notable escritora norteamericana, Katherine Ann Porter, por ejemplo, considera que dentro de la literatura universal existen “tres novelas casi perfectas” a las que acude con frecuencia para descubrir que hay mucho de verdad en el artículo del maestro Alfonso Reyes. Estas novelas son: “Pasaje a la India de E.M. Forster (Edward Morgan Forster) “Al Faro” de Virginia Wolf, y “Huracán sobre Jamaica”, de Richard Hughes.

La suerte nos ha deparado el placer de leer las dos primeras y para no despojar de la razón completamente a la escritora norteamericana, diremos que a pesar de su brevedad, la novela de Virginia Wolf nos causó un verdadero impacto. No podría decir lo mismo de la obra de Forster, la que a pesar de ser una magnífica obra narrativa, en ocasiones se torna cansona y repetitiva. Más, para no agraviar la memoria de Katherina Anne Porter, hablemos entonces de las “novelas perfectas” y junto a “Las aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, coloquemos las de la preferencia de la desaparecida gran escritora norteamericana y así todos quedaremos en santa paz. Por coincidencia, vale hacer notar, que tanto E.M. Forster como Virginia Wolf eran miembros destacados de aquel exclusivo clan literario londinense, bautizado con el nombre de “club de Bloomsbury”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas