La Nueva Barquita exige fuentes de empleos

La Nueva Barquita exige fuentes de empleos

La falta de empleos es la única gran preocupación que tienen los residentes en La Nueva Barquita, en Santo Domingo Norte. Por tanto, deben salir a otros sectores y barrios para conseguir actividades laborales y poder ejercer sus oficios.
Los desempleados en La Nueva Barquita son plomeros, electricistas, pintores, mecánicos, buhoneros y colmaderos. Como no pueden ejercer sus oficios en el residencial, se ven compelidos a salir en busca de movimiento laboral.
No solo eso: los desocupados son personas en edades productivas y deben mantener a sus familias.
Un pintor como Lenny Manuel Molina tiene razones para reclamar fuentes laborales. Es un hombre joven y con dos hijos: una de 15 meses y otro de tres años.
“No hay trabajo, la juventud no está trabajando ahora mismo”, expresa con un dejo de impotencia.
Molina debe salir de La Nueva Barquita a sectores como Los Minas, con el agravante de que debe pagar 100 pesos de pasaje para ir y volver.
En vez de pagar 100 pesos de pasaje, prefiere comprar comida para sus hijos.
Sin embargo, el desempleado no se desanima; cree que se harán proyectos sociales, como una funeraria y gimnasios deportivos.
Petronila Rodríguez es otra que tiene razones para quejarse. Si no fuera por su activismo social, no podría mantener a las 11 personas que viven con ella.
“Las personas tienen que desplazarse a otros lugares, porque aquí no hay medios para ganarse la vida. Si hubiera empresas fuera cómodo vivir”, observa.
La carga es para ella más llevadera, porque ofrece charlas, hace trabajos sociales y participa en las actividades comunitarias.
Convive con tantas personas porque, según ella, le prometieron otro apartamento para su hija, pero aún no le han cumplido.
Mientras tanto, debe sobrevivir con lo poco que consigue para ella y sus familiares.
No todo es pesimismo en el lugar. En efecto, Melvin Vizcaíno es un joven que, además de activista deportivo, es comerciante.
Su negocio vende empanadas, tostadas, jugos naturales, refrescos y otros productos de colmado. Para el mantenimiento del local, Vizcaíno paga 2,500 mensuales.
Otro Vizcaíno (Freddy) destaca las dificultades laborales. “La vida de aquí no es fácil. El que no sale a otro lugar a buscársela, no tiene vida aquí”, dice, mientras vende caña en su triciclo.
Otra voz. Según la dirigente comunitaria Josefina Madé Ogando, hay personas que no consiguen ni siquiera para comer. Por eso reclama la construcción de una zona franca u otra empresa que genere empleos.
Asimismo, resalta la receptividad de José Miguel González Cuadra, encargado de la Unidad Ejecutora para la Readecuación de la Barquita (URBE).
A propósito de las conversaciones con González Cuadra, reconoce que “las cosas están cambiando”. No obstante, espera una mejoría mayor.
Madé Ogando resalta que la clínica y el polideportivo aún no están funcionando, debido a que se tiraron a las calles a protestar.

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