La nueva era de la diplomacia homosexual

La nueva era de la diplomacia homosexual

No hay dudas que el presidente norteamericano Barack Obama continúa revolucionando  la Tierra, que aparte de ser el primer mandatario de color electo en Estados Unidos, ha mantenido una línea de ataque para sacudir los cimientos del tradicionalismo de siglos de ese gran país.

 Coincidiendo con la decisión de la Suprema Corte de Justicia, de eliminar la exclusividad de los matrimonios de distinto sexo, el Departamento de Estado, en las vísperas de la aprobación de la nueva ley migratoria, anunciaba la postulación de varios embajadores de tendencia gay, que durante la última campaña de Obama habían adquirido serios compromisos con ese sector que le facilitaron la victoria de noviembre del 2012.

 Dominicana resultó una de las naciones escogidas, para estrenarnos con la tendencia mundial que propicia Estados Unidos, de aceptar como algo normal que los homosexuales tengan su nicho de acción y participación  en las actividades comunes de las naciones cerradas y hasta persecutorias, si acaso asomaba cualquier tendencia que se apartara del tradicional accionar de las relaciones normales entre hombres y mujeres.

 El país se ha sacudido por esa decisión de la diplomacia norteamericana, que ya recibió el visto bueno del gobierno dominicano, por lo que en pocas semanas el país recibirá con curiosidad y aprensión el inicio de una nueva era diplomática, a la luz del día, sin el ocultamiento en las alcobas.

 Por siglos, después del Renacimiento, cuando se destaparon las costumbres disipadas de papas, cardenales, nobles y políticos provocadores de aquella reforma protestante de Martín Lutero, quizás un santo de la Iglesia católica para cuando se celebren los 500 años de la reforma, que evitó el colapso del cristianismo en Europa, no se había producido un movimiento  mundial para reconocerle a los homosexuales  sus derechos, y libertad para ejercer sus  preferencias lúdicas.

 Y es normal que el país se espante con esa acción del gobierno norteamericano, ya que estábamos acostumbrados a vivir  en una sociedad cerrada e hipócrita, que ahora se quiere tapar los ojos para no ver lo que aquí se hace con discreción y profusión, y sea tan solo  el tema de  murmuración social de bares y hogares, y de hábiles insinuaciones en los programas de la farándula o se disemina  por las redes sociales.

 A nombre de la diversidad y del modernismo, que ha llevado  al núcleo familiar a descomponerse, y recomponerse con distintas  vertientes que busca crear una criatura sin valores y solo apegados al máximo beneficio, se busca arrollar con los demás y  darle curso a sus orientaciones sexuales, que ha llevado a numerosos países, en especial Europa, a legislar favorablemente al derecho de que las personas del mismo sexo se unan y tengan los mismos derechos de la pareja  tradicional.

 No hay dudas que en el país se están sacando del armario las costumbres prohibidas, que las familias evitaban airear en público, y el minúsculo grupo local de gays que ya organiza marchas públicas, ahora encontrará  en los medios de comunicación más receptividad a sus pareceres, desviaciones  y defensa de sus tendencias y hábitos. Podría ocurrir  que más personas, en especial jóvenes, que al estar experimentando libertades sexuales totales, se involucren por la novedad en el lesbianismo o el homosexualismo, entonces el país se incorporaría a la tendencia destructiva de la sociedad, que ya es normal ver en las calles y aeropuertos de Europa y Estados Unidos a las parejas del mismo sexo abrazados o tomados de la mano sin ninguna vergüenza.

 La nueva diplomacia norteamericana nos ha estremecido, sin haber llegado el embajador, la sociedad e iglesias dominicanas estarán obligados por cortesía, a respetar las preferencias de ese nuevo diplomático. De seguro que exhibirá un comportamiento y accionar digno de esa gran nación, y de nuevo, el presidente Obama mostrará  otra estrella de sus logros para adueñarse de una nación que no creía ni pensaba que sería gobernada por un negro.

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