China y Occidente han colocado en el centro de la atención mundial  sus pugnas por las denominadas “tierras raras”, que son elementos vitales  en la industria de alta tecnología, y la han matizado   con  conjeturas en el ámbito de las teorías de la conspiración,  por lo que se habla del maquiavelismo industrial de Pekín: que concentra el 97% de la producción de “tierras raras” y  posee un tercio de las reservas mundiales.

Las “tierras raras” comprenden un grupo de 17 metales  imprescindibles  en la industria de la innovación y alta tecnología, a saber: teléfonos móviles, pantallas de cristal líquido, pantallas táctiles, iPhone, baterías de vehículos híbridos, paneles solares, lámparas de bajo consumo, turbinas eólicas, los proyectiles teledirigidos, equipamiento de visión nocturna, satélites, los radares  o los blindajes reactivos y fibras ópticas.

Asimismo, algunos de sus componentes han sido considerados como promisorios en la catálisis para el refinado del petróleo.

El mensuario francés Le Monde Diplomatique, en la edición del mes de diciembre, del año 2010, resalta la opinión de Cindy Hurst, analista de la oficina de Estudios Militares Exteriores del Ejército de los Estados Unidos de América, en un estudio  que elaborara para el Departamento de Defensa (Pentágono) en el que  señala lo siguiente: “Sin las tierras raras, gran parte de la tecnología moderna sería profundamente diferente, e incluso muchas aplicaciones no serían posibles. Por ejemplo, no conoceríamos la ventaja  de la miniaturización de los teléfonos y ordenadores portátiles”.

En septiembre de 2010, como resultado de una seria disputa entre China y Japón, por un incidente que provocara un barco pesquero chino en el archipiélago de las Senkaku (Diaoyutai para los chinos),   el gobierno chino reclamó  la liberación del capitán del barco pesquero,  o que se preparara “para probar su fruto amargo”; ante la falta de respuestas, de parte del gobierno nipón, la amenaza china se cumplió con   la suspensión de  exportaciones de “tierras raras” a Japón, afectando su industria tecnológica.  

China, según un cable de la Agencia Francesa de Prensa, del 27 de enero del presente año, decidió recortar en un 35% sus exportaciones de “tierras raras”, llevando el pánico a las empresas de alta tecnología europea, que se han visto afectados por esta decisión. Se  atribuye esta medida a la necesidad que tiene el gran dragón asiático de cubrir su mercado doméstico  y  a una estrategia para empujar a las empresas occidentales interesadas en “tierras raras” a instalarse en su territorio.

La  lucha entre China y Occidente por materias esenciales para sus industrias de alta tecnología  nos define el complejo  escenario geopolítico mundial, donde antiguas potencias ven disminuida su hegemonía, ante un imperio emergente,  que empieza a desempeñar su rol  con una estratégica y sutil fuerza conquistadora, haciendo uso de estrategias dignas de Sun Tzu, su más grande genio militar,  quien  expresara: “El arte supremo de la guerra es dominar al enemigo sin combate”.