Un reportaje publicado en esta sección, el 30 de marzo del año pasado, provocó una de esas cartas, tan frecuentes ahora, que permiten la ofensa detrás del anonimato. El firmante, real o ficticio, se quejaba del contenido y afirmaba que textos como el comentado forman parte de la conjura que pretende unir los dos países que comparten la isla de Santo Domingo.
ADespués de leer A Frutas en cada esquina@ compruebo que la labor de los malos dominicanos no descansará hasta que Haití y República Dominicana se unan y los que creemos en los ideales de la Trinitaria no podemos dejar la lucha para defender esta patria, que cada día nos están quitando. Sólo falta que se proponga a esos ilegales, que vienen al país a contaminarnos con sus rituales y sus enfermedades, como propulsores del desarrollo. Si alguna autoridad leyó ese trabajo debería deportar a esos invasores, que ya no caben en el país y que uno tiene que verlos en todos los lugares, creyendo que tenemos que ayudarlos. Averigüe cuántos de esos han estado en la cárcel y cuantos creen que esta parte es de ellos, cuántos tiene sífilis y cuantos son brujos. No compro su periódico para leer las maravillas de los haitianos. J. Méndez.@
El trabajo citado reseñaba la presencia de un puesto de frutas en cada esquina que además de convertirse en parte de la vida urbana ha cambiado hábitos alimenticios de los citadinos. Después de entrevistar a más de veinte fruteros se determinó, sin ninguna pretensión científica, que el negocio está a cargo de haitianos con un perfil muy diferente al del inmigrante tradicional. Son jóvenes de 18 años hasta adultos con menos de cuarenta. Unos recién llegados de Haití, con familia residente, otros, hijos de haitianos, establecidos en el país, que dicen orgullosos AMi mamá es de allá pero yo tiene acta@. Se conocen entre sí, algunos señalan el parentesco que los une a fulano, el que vende en tal esquina. De los vendedores visitados, sólo uno se mostró francamente agresivo, los demás evadían respuestas, acomodaban situaciones o titubeaban cuando se les preguntaba el nombre.
Fue constante el grado de escolaridad, octavo grado hasta bachillerato, de los vendedores, su ingreso legal a territorio dominicano y la posesión de documentación en orden. Algunos son propietarios del triciclo que utilizan para exhibir la mercancía, otros lo alquilan. Algunos dependientes, otros dueños de su negocio. Propietarios o no, la red está integrada por haitianos que, además de poseer el dominio de la venta callejera, administran quioscos fijos para expendio de frutas y jugos.
El retorno a su país no es una prioridad. Mientras puedan visitar a sus familiares y regresar, sin problemas, su preocupación no es esa. Cuando se les preguntó si perciben discriminación por su origen, la respuesta fue no. Uno se extendió más allá de la negativa. ATú sabes que aquí hay mucha gente que sí tiene eso de la discriminación, pero eso no impolta eso es para ellos. Cada uno tiene su vida y si uno ta hablando de mí yo ta tlabajando y no impolta. Uno que discrimina es por falta de educación. Si tu dice fulano es haitiano, fulano es cubano y no vive celca de él pol eso, tú lo que no tiene es educación. Yo aquí vive tlanquilo y no haga caso de eso.@
[b]CUANDO LA PERCEPCIÓN NO ES CONJURA[/b]
AAunque el antihaitianismo está presente en las clases populares, no siendo raros los comentarios desvalorizadores de los haitianos, creo que para muchos estas opiniones desempeñan un papel insignificante en sus vidas… los sentimientos populares parecen haberse desarrollado con bastante independencia de la propaganda política de la élite. Las visiones populares están influidas por ideas antihaitianas y existe una preferencia popular por características blancas, pero los sentimientos populares parecen haberse desarrollado con bastante independencia de la propaganda política de la elite.@ (González Tirado, Michiel Baud, Política, identidad y pensamiento social en la RD).
Quince meses después del reportaje, se divulgan los resultados de la AEncuesta sobre Inmigrantes Haitianos en RD@, realizada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales BFLACSOB y la Organización Internacional de las Migraciones BOIMB. Aquella percepción de esquina, llena de lechosas, piñas, guineos, naranjas, que produjo la carta de J. Méndez, se convierte en dato real.
La OIM cerró sus oficinas en el país, por razones económicas, en el año 1997. El gobierno dominicano le solicita la reapertura y en febrero del 2001 reinició sus labores. Su primera actividad fue la discusión, con la Secretaría de Relaciones Exteriores, de un programa de cooperación en materia migratoria. Acordaron hacer una encuesta, con la participación de FLACSO, para AObtener información actualizada y fidedigna sobre la población haitiana que reside en RD que permita a las autoridades definir, en un plazo relativamente corto, políticas, programas y acciones relativas al status migratorio, las condiciones de ingreso y permanencia y la inserción, en el mercado laboral, de esa población, además de otras posibles acciones en el campo de la educación y la salud.@
Para realizar el sondeo se dividió el país en ocho estratos geográficos. Evaluaron 40,000 viviendas y escogieron 4,000 ocupadas por haitianos. El estudio estableció que la población inmigrante estaba compuesta por un 75.5% de hombres y 22.4% de mujeres y determinó la concentración urbana de trabajadores.
AEl actual mercado de trabajo para los haitianos se ha diversificado y además de las tradicionales áreas de trabajo han penetrado en las obras públicas, el comercio ambulante, el servicio doméstico, el transporte, el turismo y la agricultura@… Ya no son predominante campesinos, su gran mayoría procede del medio urbano.@
ALa nueva inmigración está demostrando que su naturaleza es distinta, se trata de un flujo de extranjeros que entran a sus actividades laborales sin el acuerdo oficial de otrora, más sujetos a las normas del mercado de trabajo, que si bien distorsionado y poco ordenado es finalmente el que dicta las normas de su inserción. Aunque el mismo también establece una estratificación en la cual corresponden a los inmigrantes los segmentos de menor calificación y en general aquellos trabajos de mayor esfuerzo físico…@
AAhora la mano de obra extranjera incursiona en áreas compartidas por el resto del mercado, no se trata de un espacio aislado sino de áreas donde los haitianos comparten más directamente con los dominicanos. En muchos casos se trata de empresas legales que emplean trabajadores ilegales. Esto se ha impuesto en el medio laboral y tiende a estabilizarse a la vista de las autoridades.A (Encuesta sobre inmigración haitiana en la RD, páginas 13, 14).
[b]PRIVATIZACIÓN Y LEGALIDAD[/b]
La investigación permite concluir que la inmigración contemporánea es diferente a la existente hasta finales de los 80 y la transformación está vinculada al cambio de modelo económico dominicano. La economía de servicios, abierta hacia el exterior, provocó una movilidad de la fuerza laboral nacional y una migración dominicana que dejó espacio para la mano de obra extranjera. No son haitianos que llegan al país después de la rubrica de contratos por representantes de los dos gobiernos ni de indocumentados pura y simplemente.
ALa inmigración ya no está bajo control gubernamental, ni se hace mediante el reclutamiento colectivo con los contratos inter B gubernamentales. Ahora la contratación se ha privatizado está en manos de actores privados, como muchas otras actividades y operan redes y buscones de nuevo cuño y las empresas que contratan directamente. El sistema legal de la RD auspicia la ilegalidad de los inmigrantes al carecer de un marco jurídico o de reglamentaciones que faciliten la regularización del proceso migratorio. El país sigue viviendo como si no fuera un territorio de inmigración internacional….@ (op.cit)
AUn porcentaje importante de esos trabajadores ingresan al país legalmente, aunque su permanencia no lo sea, debido a que ingresan con pasaporte haitiano y visa de turista expedida por los consulados dominicanos y luego se quedan como trabajadores. Los que escogen esa vía no pueden ser calificados como clandestinos. Estos se convierten en irregulares toda vez que ni siquiera se enteran de las actividades turísticas y pasan directamente a incorporarse al mundo laboral. Estamos frente a un ingreso lícito para empleos ilícitos. Esto se produce en actividades urbanas más demandantes de trabajadores inmigrantes, como es el caso de la construcción y con los inmigrantes que trabajan por cuenta propia.@
AOtra modalidad es la de los trabajadores inmigrantes que ingresan clandestinamente al país, carentes de autorización para ingresar en territorio dominicano, entre los cuales unos tienen documentos de identificación haitianos, como cédulas, pasaportes, actas de nacimiento o de bautismo, pero ingresan por vías clandestinas, atravesando la frontera con el apoyo de personas que les ayudan a hacer la travesía y garantizarle su invisibilidad frente a las autoridades militares y migratorias dominicanas. Se trata en estos casos de ingresos ilícitos para empleos ilegales.@
ACuando se dice que los inmigrantes haitianos son indocumentados, no es una afirmación correcta en todos los sentidos pues la nueva inmigración cuenta con un porcentaje, no despreciable, de haitianos con papeles de identificación de su país@
[b]DATOS PARA HABLAR DISTINTO[/b]
En el resumen de los resultados de la Encuesta se advierte que el control y vigilancia de las autoridades dominicanas es reducido. Las famosas redadas contra los haitianos se hacen cuando hay denuncia previa. También se destaca que, a pesar del predominio masculino, comienza la feminización de la migración haitiana. ALas mujeres no vienen siguiendo a sus cónyuges sino por iniciativa propia y casi siempre cuentan con un trabajo asegurado por la red social que la apoya en el proceso migratorio.@
ALas labores realizadas por los inmigrantes son las menos aceptadas por los dominicanos por ser pesadas, mal remuneradas, de gran inestabilidad, con ausencia de seguridad social. El ingreso de la mayoría se sitúa entre los 1,500 y 2,000 pesos sólo un grupo reducido pasa de los 3,000 pesos.@
EL 71.2 por ciento de los haitianos encuestados dijo no haber sido ofendido por dominicanos debido a su origen. Al 61.4 por ciento nunca le han solicitado su documentos de identidad. El 77 por ciento no ha sido encarcelado. El 53.9 por ciento se confiesa católico, un 25.3 por ciento protestante y un 3 por ciento practicante de vudú.
99.3 por ciento habla creole seguido por el 67.6 por ciento que dijo hablar español y un 32.8 por ciento francés. Pero el 50 por ciento se comunica con sus compañeros de trabajo en español. El 87.4 por ciento se considera haitiano, sólo un 7.1 por ciento dominicoB haitiano y un 4.9 por ciento dominicano. Viaja a su país el 55.4 por ciento y durante el viaje el 35.9 por ciento dice que no ha sido molestado por las autoridades nacionales. Las Amolestias@ provienen de los militares, dice un 17.6 por ciento y de los civiles un 14.3 por ciento. Son identificadas como: dirigirse a ellos de mala forma (85.3 por ciento), registros de mala manera (83.7 por ciento), bajarlos del transporte (83.1 por ciento), pedir dinero para dejarlos proseguir el viaje ( 80.9 por ciento) y devolución a Haití (58.9 por ciento).
EL 56.1% completó hasta el octavo grado de escolaridad y el 41.3 por ciento tiene más de ocho grados. Actualmente está trabajando el 69.9 por ciento. La mayoría tiene acta de nacimiento (89.4 por ciento), acta de bautismo el 65.7 por ciento , cédula haitiana 62.9 por ciento y pasaporte 36.5 por ciento. Sólo un 6.1 por ciento tiene cédula dominicana y un 4.4 por ciento acta de nacimiento dominicana. Antes de viajar al país el 62.3 por ciento trabajaba en Haití.