La nueva política monetaria y sus implicaciones

La nueva política monetaria y sus implicaciones

FERNANDO PELLERANO MORILLA
El modelo de programación monetaria del Fondo Monetario Internacional posterior a las crisis financieras de los años noventa (México 1994, Brasil 1998) cambió radicalmente su posición con respecto a la tasa de cambio, moviéndose de un régimen de tasa de cambio fijo hacia uno de tasa de cambio flotante.

Así, esta variable pasó de ser un instrumento de política económica a ser una variable endógena, esto es, cuyo valor viene determinado por las fuerzas del mercado y no por el Banco Central. Otra característica esencial de la nueva política monetaria es que persigue un objetivo único que es la estabilidad de precios expresado en una meta de inflación anual, y el principal instrumento para alcanzarla es la tasa de interés.

Un mercado financiero liberalizado (libre entrada y salida de capitales) tiene una palanca (la tasa de interés) y tres variables (la tasa de cambio, la inflación y el crecimiento económico). El Banco Central puede reducir y mantener baja la tasa de inflación incrementando y manteniendo alta la tasa de interés real (la tasa de interés menos la inflación), pero es muy probable que, en el corto o el mediano plazo, sea a expensas de las exportaciones, la inversión y el empleo. Mientras más baja es la inflación con una tasa de interés real alta, es menos rentable invertir, y por tanto es menor el empleo, y a mediano plazo, es menor el crecimiento económico. La tasa de cambio se aprecia (se encarecen los costos internos medidos en dólares), porque con altas tasas de interés fluyen más capitales hacia el país, pero se hace menos atractivo exportar y, por tanto, invertir en capacidad para exportar.

El cuadro descrito retrata en rasgos generales la política monetaria en la República Dominicana. Desde el Acuerdo con el FMI de enero del 2004 hasta ahora, la tasa de inflación ha sido reducida de dos a un dígito, las tasas de interés reales durante dicho período se han situado en promedio por encima del 10%, inducidas por el Banco Central y, consecuentemente, la tasa de cambio del dólar se ha apreciado en no menos de un 15%.

Desde el inicio del citado Acuerdo hasta el segundo trimestre del 2007, la cuenta corriente de la balanza de pagos ha tenido déficit de manera continua, excepto en el primer trimestre del 2006. Para el año 2007 se proyecta el déficit más alto de esta década, y esto a pesar de los muy buenos precios internacionales del ferroníquel. La balanza comercial (exportaciones menos importaciones) ha tenido un saldo negativo de manera consecutiva durante los últimos 33 años. El coeficiente de importación (IM/PIB) es hoy de un 45%, uno de los mas altos de la región, mientras que el coeficiente de inversión en capital fijo ha bajado de casi un 20% a mediados de la década de los noventa a menos de un 16% en la actualidad. El primero es como el colesterol malo y el segundo como el bueno.

Y aun así hemos crecido (quizás no tanto). Ha sido un crecimiento liderado por el consumo y financiado con endeudamiento externo, ya sea de capitales financieros o de inversión fija. Estos capitales exigen un rendimiento que es periódicamente repatriado (en forma de intereses y ganancias), contribuyendo así al déficit en cuenta corriente, al menos que las exportaciones netas que generen excedan estos flujos, lo cual no es el caso. Peor aun, el flujo de egresos por dicho concepto (cuenta corriente) supera los flujos de inversión directa y de cartera en la cuenta de capital de balanza de pagos.

Sustentándose en dicha política, el Banco Central ha promocionado una campaña sobre la estabilidad macroeconómica. Una estabilidad frágil que no resuelve, porque ni resuelve el nudo gordiano de la balanza de pagos, ni aumenta la capacidad productiva de la economia. Hay que reconocerle al Banco Central que el aprovisionamiento de un colchón de reservas internacionales constituye un amortiguador capaz de absorber un primer shock. Pero sin políticas industriales y agrícolas activas, dirigidas a crear un excedente de exportaciones netas, no hay una verdadera solución al problema.

No, el FMI no hace estrategias de desarrollo, es el Estado que tiene que hacerla.

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