La obra de Milton Becerra, RAÍCES Y ACTUALIDAD

La obra de Milton Becerra, RAÍCES Y ACTUALIDAD

Milton Becerra forma parte de los artistas cuya obra queda para siempre grabada en la memoria visual, al mismo tiempo que haberle conocido queda en la memoria afectiva. Si lamentamos no volverlo a saludar durante su breve estadía en Santo Domingo, la magnífica e insólita exposición de sus cuadros e instalaciones –una categoría de hecho diferente- suscita y resucita la profunda admiración que le tenemos por integrar raíces nativas a una creación contemporánea. Lyle O’Reitzel Arte Contemporáneo sigue invitando a excelentes artistas latinoamericanos, y ellos le responden con sus mejores expresiones.

Si los recuerdos no nos traicionan, Milton Becerra había expuesto en Santo Domingo, con motivo de la IV Bienal del Caribe, 20 “alfombras mágicas”, de hecho piezas transparentes, de diferentes tamaños, tramadas en hilos obsesivamente anudados, discretas en sus colores, provocando una fascinación creciente al compás de nuestra (re)lectura. Los antiguos mitos se reencarnaban vueltos estética de hoy, en una muestra colgada entonces en Carmen Rita/Arte Actual.

Ahora, renace en la galería de Lyle, pero en forma distinta, aquella magia de Milton Becerra, fiel a sus convicciones culturales, y excepcional –lo es– en sus metamorfosis tan personales. ¡La curiosidad insaciable, la sinceridad total y el trabajo empecinado, manifestados desde los inicios de la carrera, siguen vigentes!

Milton Becerra: “Haiku”. El título de la muestra provoca una primera sorpresa, sabiendo que el haiku es una forma poética japonesa secular, fija con tres versos, diecisiete sílabas y se refiere a la naturaleza, nos preguntamos cuál es su correspondencia… con estas piezas en tres dimensiones y formatos variables. La respuesta es de fondo: tradición e ideas, lirismo y espiritualidad, la sencillez alcanza lo sublime. Tal vez sea el origen ancestral, aunque muy distante, y su exigencia formal, los que hayan motivado a Milton Becerra, aparte de que siempre le ha gustado intrigar: es parte de la seducción y de un ingrediente lúdico –divertirse trabajando y divertir con ese trabajo–. Otra reflexión surge del apego de Milton Becerra a las raíces indígenas, produciendo un arte contemporáneo que permanece ligado al pasado, desde proceso y oficio artesanales. Aquí se trata de la cultura wayuu, del legado de un pueblo orgulloso, valiente, rebelde, del norte venezolano. Su producción en el arte textil, aunque reconvertido para el consumo, tiene auge internacional.

Ahora bien, Milton Becerra ya no se refiere a ídolos ceremoniales y animales sagrados, con excepción de “weleekeru”, una “araña enviada por los dioses para enseñar la estructura del tejido”. Luego, una mitología –que se extiende a sobrevivencia y perennidad– le permite formular una nueva situación conceptual de espacios cósmicos, atrapando en sus redes inexorables piedras caídas del cielo, ¿otro símbolo y cuestionamiento de la globalización? En su obra, el artista es un chamán omnipotente.

En su texto, erudito y emocionante –¡no es fácil!–, Heike Dempster expresa: “Las esculturas de Becerra están en una conversación con la naturaleza, la vida y las culturas antiguas. El diálogo, informado por las investigaciones del artista en la epistemología, se crea por la interacción entre la sombra y la luz, la propia creación escultórica y sus reflejos así como a yuxtaposición de elementos duros y blandos.”Más aun, es de los textos que deberían difundir separa enseñar cómo hablar de arte, cómo hacerlo vivir.

Reflexiones. Si lo pensamos bien, hay en estas obras de Milton Becerra y su profunda unidad –tanto de ideología como de ejecución–, una dualidad y un contraste impactantes. La pequeña piedra en el centro de la estructura, que, sin conocer nada de los origenes míticos, sugiere de inmediato, un aerolito que el artista ha apresado en sus tensiones de hilos y que a veces trataría de escapar (¡!): una masa versus líneas y ritmos, una oposición entre la transparencia y la opacidad. Los juegos del color también manejan una antítesis cromática, el mineral –de tonalidad sobria, o semipreciosa y blanquecina a lo Reverón–, y los hilos, cuyo colorido puede ascender a extremos de luz y vistosidad. Luego, las obras duplican sus efectos visuales y formales, por el poder de sus sombras en la pared, particularmente en el hexágono blanco y azul, que, además, de perfil se minimaliza en una verticalidad estricta.

Obviamente, Milton Becerra disfruta calculando, diseñando, combinando, fijando, tensando, manipulando. Estas construcciones, al mismo tiempo organismos, significan un reto permanente a una precisión y una habilidad implacables, Su instalación mural es una pura maravilla… de sabiduría y de paciencia infinita, ¡debería permanecer! En cuanto a los materiales, los hilos de fibras naturales, en la tradición textil nativa, han cedido ante el nylon, increíblemente plural en sus efectos. Poseen entonces una connotación de tiempos y espacios tecnológicos… sin traicionar los orígenes. Libertad, fruición, energía, inspiración, íntima convicción, todos estos valores se leen en los “haikus” de Milton Becerra, que proponen a la vez cuadros, esculturas e instalaciones, sin que olvidemos mencionar la vertiente gráfica, igualmente inmejorable, que privilegia el canto del color. En fin, es “la” exposición que debe visitarse, demostrando que el arte contemporáneo puede ser hermosísimo y buscar la perfección.

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Más acerca de Milton Becerra

Residiendo y trabajando en París desde los 80, él ha mantenido un vínculo permanente con su país de origen, Venezuela. Expone en Europa y las Américas y es figura relevante de importantes eventos internacionales. Su producción plástica incluyó máscaras, pectorales, armas, cerámicas, piedras, objetos oriundos de su ascendencia nativa. Evolucionando siempre, Milton Becerra se reconvirtió en distintos lenguajes, signos, materias e imágenes, en obras casi impredecibles, pero siempre esa creación polifacética ha quedado vinculada a las antiguas culturas. Cabe señalar que fue un discípulo especial del maestro Carlos Cruz-Díez, teórico y virtuoso del cinetismo.

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