La octogenaria planchadora de Salcedo aspira a una jubilación

 La octogenaria planchadora de Salcedo aspira a una jubilación<BR>

Salcedo. Con 89 años sobre sus hombros y  una vida que se toma de ejemplo en medio de una sociedad carente de sanos valores, “Doña Francisca la Planchadora” como le llaman en Salcedo, dice aspirar a una jubilación digna que le permita “descansar los últimos días que me queden”.

Oriunda de Los Lirios, en la zona montañosa de Salcedo,  distante a más de 20 kilómetros del casco urbano, esta lánguida mujer de piel trigueña y madre de cuatro  hijos llegó a la ciudad a mediados de 1940.

Se estableció en un barrio cercano al cementerio viejo, donde asegura sus residentes la tratan con respeto y cariño por el ejemplo que da  con su firme dedicación al trabajo.

La “Planchadora de Salcedo” comenzó a trabajar a los 17 años, haciendo labores domésticas en la residencia del señor Arturo González, en la comunidad de Conuco; allí le pagaban tres pesos al mes.

“Sí, yo trabajaba desde que Miguelina, mi hija mayor, tenía tres años. Tenía que hacerlo porque imagínese, yo tenía que ayudar al esposo, éramos muy pobres y las cosas estaban muy malas en la loma donde vivíamos”.

Pero el trabajo en casas de familia lo dejó hace más de 30 años “porque muchos de los patrones en donde trabajé trataban  a sus empleados como si fueran esclavos, aunque no todos son iguales”.

A partir de ahí decidió “no alquilarse a nadie”, lo que también le permitía dedicarle más tiempo a su familia, a sus hijos, que ya eran cinco, de los que uno falleció.

Sus hijos son Guillermo, Pedro, María, Lourdes y Miguelina, ya fallecida.

Gana poco pero… Doña Francisca expresó que,  aunque no gana lo suficiente como para llevar la vida que quisiera tener, por lo menos se mantiene, pese a que algunos de sus hijos les han sugerido que deje de trabajar  debido a su avanzada edad.

“Por el momento no puedo dejar de planchar, aunque quisiera, porque los RD$400 que me gano por cada docena de ropa no los puedo dejar. Es verdad que mis hijos me ayudan, pero no es suficiente”, dijo esta humilde mujer que no pierde las ganas de vivir.

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