Por Marjorie Félix, analista y consultora política
¿Recuerdas cuando el mundo era totalmente análogo? Te levantabas a las 6:00AM para ir a la escuela, al colegio, o estabas preparándote a las 2:00PM para entrar al liceo. Algunos iban en la noche, pero el fin era similar.
Agarrar la mochila pesada, el estuche de los lápices, ojear los libros, subrayarlos, la tinta en las manos, a veces por accidente también en el bolsillo de tu camisa o la falda; llevar puesto el uniforme…
La emoción de volver a ver a los amigos entre un cierre de año y otro, ya que no existía tanta tecnología y durabas meses sin saber de tus compañeros. Al regresar a clases algunos ya no estaban y se les perdía la pista durante años, décadas tal vez.
Pero todo eso cambió cuando llegó Hi Five, luego Facebook, Twitter, Instagram, en fin… Todas las redes sociales que ahora nos permiten rastrearnos.
Ese mundo al que llegamos los Millenials después de la universidad, los de la generación X un poco más tarde que nosotros, al que están llegando nuestros padres recientemente, algunos todavía no llegan, y del que participan nuestros abuelos, la generación silente, es el real mundo de las nuevas generaciones.
El mundo de los nacidos entre 1990 y 2010, la generación Z, es más práctico y virtual, ellos han usado internet y redes sociales desde muy jóvenes, no podrían entenderlo de otra manera; y qué decir de la generación Alpha, no conocen otro mundo más que el conectado, en sus cortos años de vida.
Pero los que están ahí son la mejilla derecha de la cara del mundo, solo un segmento, porque los que no tienen acceso a las herramientas del internet son la generación excluida, ¿qué sucede con la otra mejilla? ¿y qué de los niños más vulnerables? ¿y qué de los que no pueden conectarse? ¿y qué de los que no cuentan con los elementos fundamentales de la infancia? ¿Qué pasó con la escuela? ¿Cuándo pasó? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Hasta Cuándo?
China, diciembre de 2019, el dónde y el cuándo.
Marzo de 2020 y febrero de 2021, lapso en que 14 países del mundo permanecieron totalmente cerrados y así las escuelas. Dos terceras partes de ellos latinoamericanos y caribeños. Los planteles de Panamá, El Salvador, Bangladesh y Bolivia son las que más días permanecieron cerradas.
Unos 98 millones de niños en edad escolar fueron afectados. Las escuelas de más de 168 millones de infantes del mundo cerraron por completo. Según datos publicados por UNICEF, el cierre de escuelas durante los últimos 11 meses, incluida la educación preescolar hasta el segundo ciclo de secundaria, afectó:
En Asia Oriental y el Pacífico, a 25 millones de niños, el 15% de la población en edad escolar.
En Asia Meridional, a 37 millones de niños, el 22% de la población en edad escolar.
En Oriente Medio y el Norte de África, a 9 millones de niños, el 5% de la población en edad escolar.
En América Latina y El Caribe, las escuelas de 9 países permanecieron cerradas durante casi un año, afectando a 98 millones de niños, esto es el 58% de la población latinoamericana en edad escolar, Incluidos los estudiantes dominicanos.
Además, en torno a 214 millones de niños del mundo, uno de cada siete, han perdido más de tres cuartas partes de la educación presencial.
¿Qué pasa todavía? Que la pandemia de covid-19, además del desorden que deja, provocó una catastrófica emergencia del sistema educativo que sacó a los chicos, los de la mejilla derecha e izquierda de la cara del mundo, fuera de sus espacios físicos de aprendizaje.
Además, confundió el rol de los docentes y los padres; desafió la estabilidad emocional de las familias de todo del mundo y las ha confinado, no solo en sus casas, sino en la ansiedad y la incertidumbre.
De las marcas de este año no se escapa nadie. Hay consecuencias para todos. Un año que aun los más aventajados han vivido con importantes retrasos. No porque sea el sistema educativo dominicano, aunque también por eso.
La educación de calidad e inclusiva es la mayor estafa de la que hemos sido víctimas en todos los tiempos. Quizás ya convertida en el gran imposible después de la pandemia, ¿o desde antes?