La OEA

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WENDY CAPELLÁN
Muchos se preguntan si las dos giras realizadas por la Secretaria de Estado norteamericana Condoleeza Rice a América Latina, con sólo tres meses en el cargo, reflejan un auténtico cambio de actitud de Washington hacia la región o si es simplemente una actitud solícita con fines interesados. Por lo menos las fuentes oficiales han anunciado que se trataba de promover la democracia y la lucha contra la pobreza. Sin embargo como resultado de esa gira pudieron conciliarse los intereses encontrados de Chile y México para llevar a sus respectivos candidatos a la Secretaría General de la OEA.

En dicha negociación el Departamento de Estado impuso su objetividad diplomática por sobre las conocidas preferencias de la Casa Blanca respecto al candidato mexicano. Con esta jugada maestra Rice le evitó a Estados Unidos una humillante tercera derrota y, ofreció a México una salida elegante con la renuncia de Luis Ernesto Derbez, cediendo paso al inevitable triunfo del chileno José Miguel Insulza, bien conocido por su espíritu conciliador y sus habilidades negociadoras. De paso y como es lógico esperar, los Estados Unidos desea agenciarse en Insulza a un socio confiable, que si bien no tiene una actitud genuflexa a sus intereses, por lo menos cuenta con el apoyo mayoritario de los países de la región, evitando así una potencial desconfianza colectiva.

El futuro de la OEA bajo la dirección de José Miguel Insulza promete que se lleven a cabo iniciativas pragmáticas acordes con el nuevo orden mundial, pero a la vez ceñidas a las necesidades más acuciantes de los países de América Latina. Sus antecedentes muestran a una persona comprometida con los intereses de la institución que representa. Un vistazo a su pasado destaca a un dirigente estudiantil que luego de graduarse y, antes de cumplir los 30 años de edad, inició su carrera internacional como asesor de la Cancillería durante el gobierno del presidente chileno Salvador Allende, que en 1973 termina derrocado por un golpe militar encabezado por el general Augusto Pinochet. A consecuencia de la dictadura se ve obligado a exiliarse en Italia y México por más de una década. En dicho período pierde a su hijo y luego sufre el deceso de su padre acumulando la impotencia de no recibir autorización para entrar a su propio país, teniendo con ello motivo suficiente para repudiar el régimen.

No obstante en 1998 mientras era Canciller del gobierno de Eduardo Frei, Insulza emprende la difícil tarea de trabajar por la liberación de Pinochet cuando éste fue detenido en Londres por órdenes del juez español Baltasar Garzón. En esos momentos y ante la crítica de sus más cercanos correligionarios, se mantenía firme cumpliendo con lo que él entendía como una «tarea de Estado». Insistía en que no se trataba de la defensa de un individuo, sino de principios, puesto que Pinochet viajaba con un pasaporte diplomático -por ser senador vitalicio- razón que Chile utilizó para defender su inmunidad y la postura de que sólo podía ser juzgado en su país. Como es evidente, el interés de Estado prevaleció por sobre cualquier sentimiento particular que pudiera embargar a este hombre que hoy tiene el desafío de rescatar el prestigio y la influencia de dicho organismo. Especialmente cuando algunos catalogan como frágiles las democracias de la región y cuando también se reitera la problemática perenne de las débiles instituciones públicas.

Por el momento, el nuevo Secretario General electo de la OEA ha manifestado su interés porque desde el organismo haya un cambio de política hacia Cuba, siempre que cuente con el consenso de todos. También asume como desafíos prioritarios para el organismo, la búsqueda de solución a las crisis políticas de Haití y Ecuador, adicionándose también las amenazas a la estabilidad democrática hemisférica provenientes de Nicaragua y Perú. Recordemos que la ratificación del Protocolo de Washington convirtió a la OEA en la primera organización política regional que permitía la suspensión de un miembro cuyo gobierno constituido democráticamente hubiese sido derrocado por la fuerza. Dicho protocolo también modificaba la Carta para incluir la erradicación de la pobreza extrema como uno de los propósitos fundamentales de la organización.

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