La OEA y los procesos electorales en República Dominicana

La OEA y los procesos electorales en República Dominicana

El  secretario de Asuntos Políticos de la Organización de Estados Americanos (OEA), señor Kevin Casas, declaró recientemente, a propósito de las elecciones del pasado 20 de mayo en nuestro país, que “impresionó el enorme profesionalismo y calidad de la organización” de esos comicios; adelantando que el desarrollo de ese proceso “no tiene nada que envidiarle a ningún país del mundo”.

Pero ocurre, que el señor Casas no estaba entre los observadores que vino a la República Dominicana para la observación electoral de las votaciones de mayo pasado, o si vino, fue de los observadores que desde que llegaron al país fueron obsequiados con fiestas y francachelas, que se dice, incluyó hasta hermosas muchachas dominicanas para que los señores observadores disfrutaran de ellas y de esa forma quedaron obnubilados y no pudieron observar con precisión lo ocurrido antes, durante y después de las elecciones.

No observaron los embriagados observadores cómo se manejaron los jueces de la Junta Central Electoral, de una manera tan parcial que en ocasiones impedían que los representantes de los partidos de oposición participaran en la toma de decisiones, evitando que estuviesen presentes en determinadas reuniones el día de las votaciones.

Los “honorables” observadores de la OEA no se dieron cuentas cuando, el 20 de mayo, fueron utilizados los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, y puestos al servicio y  a las órdenes del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en todo el territorio nacional.

No pudieron darse cuenta cuando un general de la Policía Nacional apresó en la provincia Sánchez Ramírez a un dirigente del PRD y lo mantuvo por 45 minutos de rodillas en el medio del Sol, en pleno pavimento.

No se dieron cuenta cuando dos o tres días antes de las votaciones, el Gobierno inició una ofensiva de distribución de miles y miles de neveras, estufas, radios, televisores y otros enseres para el hogar, entre dominicanos pobres, con el claro  objetivo de hacerlos cambiar sus preferencias electorales.

Ignoraron los “honorables” observadores, cómo se apersonaban enviados del Gobierno ante familias pobres que tenían las intenciones de votar por el PRD, y sabiendo de las penurias por que pasaban, les ofrecían sumas de dinero para que no se presentarán a votar.

Pero… no pudieron ver los “honorables” observadores, esas y otras anomalías durante las elecciones, porque al recibir tantas atenciones  festivas que otorgaron las autoridades, quedaron neutralizadas sus acciones, y sus pareceres quedaron bajo las influencias y dominios de quienes pagaron sus placeres.

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