La oleada europea

La oleada europea

Es sabido que como consecuencia del rol protagónico jugado por las masas europeas en la guerra contra el fascismo, y por la fortaleza de las organizaciones obreras y ciudadanas, los países de Europa se convirtieron, en unas décadas, en modelo de crecimiento industrial y de bienestar para los trabajadores y ciudadanos en general, como consecuencia de la denominada “política de bienestar social” (pleno empleo y salarios que crecían con la productividad, educación y salud pública de primera calidad, justas pensiones). Además, una política de concentración de las industrias estratégicas en manos de los Estados, en el grueso de los países europeos.

A principio y finales de los 70, con las dos grandes crisis del capitalismo, y con la tasa de ganancia del capital en picada, capitaneados por Margaret Teatcher, Europa inició la era de las privatizaciones, con inmensos negocios para el capital, que arrasó con una economía donde el Estado, propietario de grandes industrias estratégicas, garantizaba el rol del desarrollo industrial y de las políticas de la seguridad social,  modelo para el resto del mundo capitalista.

Privatizaron el inmenso parque industrial estatal y colocaron al capital financiero en el centro de un programa económico conservador, devastador para Europa, pero no pudieron desmontar las grandes conquistas del “Estado de bienestar social”.

El capital financiero especulador se hizo dueño de la economía europea y cuando la gran crisis del 2008 (que estalló en los Estados Unidos con las hipotecas “basura” y la quiebra de los bancos) se aposentó en Europa, amenazando con arrasar todo el sistema bancario, que había hecho de la especulación inmobiliaria y financiera en general, su caballo de batalla, los gobiernos corrieron, no a salvar la economía de los ciudadanos, para mantener los niveles de bienestar y consumo, sino salvar los bancos, totalmente desregulados, los que “ni tontos ni perezosos”, utilizaron las inmensas cantidades de dinero puesta en sus manos, para impulsar una nueva oleada de políticas especulativas, esta vez dirigida a prestar irresponsablemente a los gobiernos, con préstamos que luego estos no han podido pagar.

Ahora, como un juego de naipes, han venido cayendo uno a uno los países de la “próspera” Europa: Grecia e Irlanda son las víctimas más visibles, pero Portugal, España, Francia, Italia, y ahora Inglaterra, están en el centro de una convulsión, donde el gran capital financiero pretende resolver sus problemas con nuevos salva- tajes, esta vez a los gobiernos, con el compromiso de que estos acaben de desmantelar las grandes conquistas alcanzadas en décadas de lucha de los trabajadores y  otros segmentos del campo del trabajo.

Una gran oleada conservadora y de lucha, que ya ha arrastrado a decenas de millones de trabajadores, se nos viene encima desde Europa.

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