Viena. Esterilizar insectos, mejorar los cultivos o acelerar las cosechas son algunas de las aplicaciones de la energía atómica que la ONU pone a disposición de países pobres para ayudar a combatir la desnutrición, que afecta al 12 % de la población mundial.
La Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han puesto en marcha una serie de programas de colaboración en materia de agricultura y alimentación que ayudan a países en vías de desarrollo. Los dos organismos de la ONU colaboran en el uso de la tecnología nuclear para ayudar a los agricultores a mejorar las cosechas, combatir plagas, aumentar la fertilidad del suelo y elevar la calidad de los productos.
“La tecnología funciona muy bien, reduce daños, sube la calidad y a veces permite a países exportar fruta donde antes no se podía» cuenta Jorge Hendrichs, jefe de control de la sección de Lucha contra Plagas de Insectos del OIEA/FAO, en una entrevista con Efe. Lo más importante es “ayudar al campesino a bajar el fuerte uso de pesticidas”, dice el experto mexicano.