La opaca Constitución del siglo  XXI

La opaca Constitución del siglo  XXI

En un breve tiempo el país estrenará su nueva Constitución, surgida de una opaca, narigoneada y medalaganaria Asamblea Revisora, en que sus componentes estuvieron más atentos en ver los beneficios a recibir, como fue el de la extensión del período a seis años, cuando muchos de ellos buscarán ser reelectos en el 2010.

El largo período de discusión y aprobación del proyecto de Constitución, elaborado por la Presidencia de la República, podría considerarse como una pérdida de tiempo y de dinero, en donde el espectáculo montado por los asambleístas se vio amortiguado cuando sacaron las cámaras de televisión de los debates y discusiones del articulado. De esa manera el ánimo de los legisladores se derrumbó, ya que no podían figurear como lo habían hecho al principio.

El resultado del desgano de los legisladores fue ver cómo las comisiones se dilataban en rendir sus informes, de cómo los líderes de los asambleístas se acomodaban a quienes aplicaban el paso de jicotea y de cómo las insulsas participaciones rebelaban a cada momento un desconocimiento total para aprobar un articulado nuevo de la Constitución del siglo XXI, lo cual le restará calidad, evidenciando la poca capacidad de muchos de los legisladores. Por esa razón se logró un articulado lleno de vaguedades.

El asunto de la nueva Constitución estuvo sobre el tapete por mucho tiempo, desde aquellas consultas populares y la egregia comisión nombrada por el Poder Ejecutivo para elaborar un ante proyecto, disponible como orientación a lo que se enviaría a la Asamblea Revisora. Esta estuvo muy acomodada en cuanto a la lentitud de su labor para dotar al país de una nueva Carta Magna ajustada a los tiempos. Desafortunadamente se inclinó hacia una línea conservadora, digna de la época de inicios del siglo XX, como es el caso de lo estatuido para la conservación de la vida, sin tomar en cuenta los riesgos de la madre.

Toda la vida, la Constitución se ha considerado como un pedazo de papel, y los gobernantes del pasado, ninguno se ajustó a los preceptos de la misma con aquel famoso artículo 55, que le concedía facultades de emperador al jefe del Estado, o los artículos referentes a la nacionalidad, con el ojo avizor para frenar las pretensiones haitianas de lograr la nacionalidad dominicana.

En la nueva Constitución la lucha por definir una línea de acción con los vecinos de Occidente, pero solo se busca dejar plasmada, en un pedazo de papel, la vapuleada soberanía nacional, sin importar de cómo cada día la misma es vejada y se acrecienta una dependencia hacia una mano de obra, hasta ahora en las labores agrícolas o en la construcción, pero dentro de poco veremos los haitianos incursionando en otras áreas liberales y profesionales, ya sea como maestros, como médicos, ingenieros, etc. por la cantidad de ellos estudiando en las universidades locales.

Faltan diez días para la celebración de un aniversario más de la Restauración de la República y es la fecha tope para que los legisladores asambleístas, por vergüenza o presiones de sus jefes partidarios, les obliguen a ponerse las pilas para lograr su promulgación en esa ocasión tan memorable.

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