La Opinión de Europa
“Una guerra monetaria puede dañar el crecimiento del Caribe”

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Por meses ha habido murmuraciones a nivel mundial sobre una inminente guerra monetaria entre las economías más grandes del mundo.

Esta posibilidad y el peligro de provocar una guerra comercial a nivel mundial son tan reales, que el director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, dijo recientemente al Financial Times: “Está claro que empieza a circular la idea de que las divisas pueden ser utilizadas como un arma política… Traducido a la acción, dicha idea representaría un riesgo muy grave para la recuperación mundial… Cualquier enfoque en dicho sentido tendría un impacto negativo y muy perjudicial a largo plazo.

En pocas palabras, lo que está sucediendo es que también las economías emergentes y en desarrollo  han comenzado a buscar fórmulas, a través del valor de sus monedas, para mantener o mejorar su competitividad a nivel mundial, con el objetivo de salir de la recesión.

Para lograr esto, están tratando de asegurar que el valor de su moneda permanezca baja con el fin de aumentar las exportaciones, y para mantener o desarrollar la infraestructura industrial y los niveles de empleo.

Aun cuando estas medidas están diseñadas para defender la economía doméstica, reflejan el proceso continuo de reacomodamiento que está teniendo lugar en la economía mundial.

Como consecuencia, hasta ahora los principales protagonistas de la guerra monetaria han sido principalmente China y Estados Unidos. Otros países como Brasil, India, Japón y la Unión Europea  han tenido que actuar, cada vez más, para defender sus intereses.

En el caso de Brasil, durante un tiempo ha habido sospechas de que su Gobierno ha tomado acciones de políticas para mantener bajo el valor del Real como forma de proteger la competitividad de sus exportaciones. Brasil cree que el mundo desarrollado está buscando formas de devaluar sus divisas en relación a las naciones emergentes en un intento de sostener e incrementar la industria y el empleo, mientras luchan por generar el crecimiento.

En una aparente confirmación de esto, el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, dejó claro que su país responderá a cualquier acción para revaluar sus divisas, tomando medidas para mantener en baja el valor del Real, el cual se ha estado fortaleciendo en los últimos meses, principalmente como resultado del crecimiento económico continuo de su nación y el consecuente flujo de inversión extranjera y especulaciones monetarias asociadas.

En el caso de China, durante algún tiempo ha existido preocupación en los Estados Unidos y otras naciones desarrolladas, de que Beijing ha mantenido el valor del  Renminbi  artificialmente bajo a fin de mantener el crecimiento impulsado por las exportaciones, aceptando solo recientemente y con reticencia que su divisa debería incrementar lentamente su valor a través de la flexibilización  de la paridad no oficial con el dólar.

Aun cuando todavía no hay señales de una guerra monetaria a gran escala, los Estados Unidos han incrementado gradualmente su retórica pública describiendo la moneda china como ‘significativamente devaluada’ y aun más recientemente, Japón ha intervenido en el mercado mundial de divisas para bajar el valor del yen después que el mismo se mantuvo en alza  frente al dólar durante 15 años.

El peligro de todo esto es que mientras los gobiernos continúan siendo cuidadosos, hay un deseo creciente de acción entre los legisladores de las naciones desarrolladas y emergentes, desde España hasta Tailandia, de las implicaciones económicas y sociales a nivel nacional de un reajuste monetario mundial.

Ellos temen que el mantenimiento de divisas artificialmente bajas en economías emergentes le darán una ventaja económica a naciones tales como Brasil y China para penetrar sus mercados de manera que dañarían a las antiguas industrias de manufactura y causarían que el crecimiento económico sea muy  lento.

En consecuencia, se están produciendo los primeros signos de un deseo de volver al proteccionismo, en la medida en que las naciones desarrolladas impulsadas por dichas preocupaciones comienzan a explorar opciones para pasar leyes que impongan barreras al comercio.

Ya el Congreso de los Estados Unidos, consciente del resultado de las elecciones de mediados de noviembre, está considerando una legislación que tendría el efecto de amenazar a China con aranceles, si este no permite que el Renminbi se revalué.

En respuesta a esto, el Peoples  Daily, la voz oficial del Partido Comunista de China, reflejando la cada vez más estridente retórica anti-Estados Unidos del Gobierno, ha sugerido que si el Congreso estadounidense pasara dicha ley, sería un nuevo ejemplo de cómo los Estados Unidos está tratando de ‘retomar el proteccionismo a través de la legislación’.

Mientras esto se escribe, los participantes en la reunión anual del FMI se están reuniendo en Washington. Allí el tema de una inminente guerra monetaria y el peligro de que esto pueda llevar al proteccionismo y a una guerra comercial, será un tema prioritario aunque es poco probable que se alcance algún consenso sobre qué hacer. Todo esto presenta problemas potenciales para el Caribe.

Sin excepción, sus monedas están vinculadas a, o fluctúan contra, el dólar de EE.UU. La mayoría de sus exportaciones y ganancias del turismo están ligadas a los EE.UU. o a Europa y la región se ha convertido, en su mayor parte, en dependiente económicamente de la llegada de visitantes de las mismas naciones desarrolladas que se encuentran entre las más lentas en salir de la recesión. Esto está en contraste con los vecinos más cercanos de la región de América Latina que han utilizado la última década para diversificar sus socios comerciales internacionales y las relaciones de inversión e incluir a China y las naciones de Asia, con el objetivo de tener una gama mucho más amplia de ofertas y sobre todo, ser capaces de desarrollar nuevos mercados para su agricultura y minerales.

Si como parece probable será China, con sus enormes reservas de dólares e inversiones en los EE.UU. la nación que en los próximos años liderara un nuevo equilibrio de la moneda y el comercio mundial, el Caribe con su pequeña base económica, altos niveles de endeudamiento, y profundos lazos económicos con los Estados Unidos y Europa, también podrían sufrir el mismo declive económico relativo al  que Estados Unidos y Europa se enfrentan ahora.

Si esto no sucede, se requiere acciones  precisas en tiempo real para diversificar rápidamente la oferta turística de la región y el transporte aéreo, reducir las facturas de importación de alimentos a través del desarrollo de la agricultura, para satisfacer la demanda interna y estimular una reducción en los costos de energía.

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Bajo valor real

Durante un tiempo ha habido sospechas de que el  Gobierno de Brasil ha tomado acciones de políticas para mantener bajo el valor del Real como forma de proteger la competitividad de sus exportaciones. Brasil cree que el mundo desarrollado está buscando formas de devaluar sus divisas en relación a las naciones emergentes en un intento de sostener e incrementar la industria y el empleo, mientras luchan por generar el crecimiento. En una aparente confirmación de esto, el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, dejó claro que su país responderá a cualquier acción para revaluar sus divisas, tomando medidas para mantener en baja el valor del Real, el cual se ha estado fortaleciendo en los últimos meses,  como resultado del crecimiento económico continuo de su nación y el consecuente flujo de inversión extranjera y especulaciones monetarias asociadas.

David Jessop es el director del Consejo Caribeño y puede ser contactado en: *El ISPRI es un Programa del Gobierno dominicano  que se implementa a través de la Dirección General de Cooperación Multilateral (DIGECOOM) con fondos de la Unión Europea. david.jessop@caribbean-council.orgLas columnas anteriores pueden encontrarse en  www.caribbean-council.org

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