La opinión de Europa
“¿La Ronda Doha tiene futuro?”

<STRONG>La opinión de Europa</STRONG> <BR>“¿La Ronda Doha tiene futuro?”

Será el 2011 el año en el que la debilitada Ronda Doha para el Desarrollo finalmente avance, o marcará el punto en el cual los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) acepten tranquilamente que la negociación de un compromiso único mundial sobre liberalización comercial es poco probable en el futuro cercano?

Por casi una década, las negociaciones comerciales multilaterales se han estado llevando a cabo en Ginebra. Proyectadas en la imagen del Consenso de Washington y la subsecuente reacción de los países en desarrollo, estas reflejan la opinión que prevalecía mientras el mundo entraba en el siglo veintiuno: que los mercados más libres, creados equitativamente, causarían el crecimiento económico, y que una ronda de negociaciones comerciales debería tener como centro mecanismos comerciales que apoyaran el desarrollo de las naciones más pobres.

Hoy en día, tales aspiraciones parecen remotas. Lo que fue acordado en el 2001 como deseable se ha vuelto borroso a causa de las dudas sobre el rol de los mercados libres y el capitalismo, como consecuencia del casi colapso del sistema financiero mundial en el 2008.

Más aun, un nuevo pensamiento económico y estratégico ha emergido como resultado del crecimiento sostenido de China, el declive relativo de los Estados Unidos, y la inclusión de once naciones en desarrollo como Brasil y la India en el G20. Además de esto, existen nuevas incertidumbres sobre el futuro rol de Rusia, el incremento de los precios de los alimentos y la energía, y las crecientes tensiones políticas y económicas entre los Estados Unidos y China.

Vistos en conjunto, estos son factores que promueven el proteccionismo, haciendo que sea más difícil que nunca alcanzar un acuerdo multilateral por consenso.

De manera independiente, el Nuevo Año verá en la OMC un nuevo intento y tal vez final de llevar a la ronda a un cierre en su forma actual.

A mediados de noviembre, el grupo de economías líderes del G20 se reunió en Seúl e identificó al 2011 como un año crítico, ya que ofrece una pequeña ventana de oportunidad para concluir el acuerdo de Doha, dado que en  2012 se celebran las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.

En diciembre, el director general de la OMC, Pascal Lamy, le dijo a los miembros del organismo que ellos necesitaban asegurar que sus representantes nacionales tuvieran mandato para negociar en el curso del mes de   enero pasado. “Todos los miembros, indicó Lamy, deben pasar a un modo real de negociación y estar en posición de comprometerse sustancialmente en una base sin prejuicios, bajo el compromiso único”.

Como consecuencia, el 10 de enero los grupos de negociación en la OMC trataron de mover las negociaciones hacia adelante en temas como derechos de propiedad intelectual, acceso al mercado y comercio y medio ambiente.

Luego, el 17 de enero, ellos abordaron acceso al mercado agrícola y no agrícola (comercio de bienes), servicios y solución de controversias.

Y posteriormente, el 26 de enero tendría lugar una pequeña reunión de salón verde de una representación cros-sectorial de las delegaciones de los miembros, y luego se celebraría una reunión informal del Comité de Negociaciones Comerciales, el 2 de febrero.

Entre todo esto, a finales de enero, los líderes de Estados Unidos, Brasil, China e India, más los negociadores claves se reunieron al margen del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, para formar una opinión política sobre si las conversaciones pueden progresar más.

El objetivo general que buscan los miembros de la OMC es que los presidentes de varios grupos de negociación emitan nuevos textos al final de marzo del 2011; un proceso que requerirá que cada Estado miembro de la OMC se comprometa con los temas contenciosos y acomoden las necesidades de las delegaciones de naciones más pequeñas, para que el proceso tenga alguna oportunidad de éxito.

Esto es mucho pedir si se considera el contexto de las diferentes presiones políticas que existen  dentro de los Estados miembros de la OMC. Es decir, en naciones que virtualmente no han sido tocadas por la recesión (China, Brasil y una gran parte de América Latina); naciones que están en una recuperación lenta y sobrellevando períodos de austeridad (muchas de las naciones de Europa); países cuyos electorados sienten que la economía global y el balance político de los poderes están cambiando y están radicalizándose políticamente (los Estados Unidos); y pequeños Estados tales como los del Caribe y África que en privado, la mayoría de las veces, saben que tendrán que competir a nivel mundial sin apoyo externo, pero no tienen todavía la masa económica crítica que trae consigo un proceso de integración económica viable.

En realidad, cualquier progreso que se lleve a cabo será decidido en un pequeño número de capitales.

En este contexto, aun no está nada claro si los Estados Unidos tienen la voluntad política para enfocar las negociaciones de manera constructiva, o qué tan lejos puede ir el Presidente de los Estados Unidos de cara a un Senado y una Cámara de Representantes hostiles, sin la autoridad negociadora de la vía rápida (fast track).

También es incierto si por ejemplo India – que fue culpada por el fracaso de las últimas negociaciones – mostrará algún entusiasmo si no existen acuerdos sobre los temas que le preocupan.

Mientras el balance mundial del poder económico esté en un cambio continuo no parece probable que haya mucho apetito político para un acuerdo multilateral sobre la apertura de los mercados. 

Esto es hasta que se demuestre que una ronda puede ser beneficiosa al electorado tanto en las naciones o regiones que están en un declive económico relativo como las que están en una economía en ascenso.

En público nadie está hablando de rendirse. Sin embargo, el modesto entusiasmo actual puede extinguirse rápidamente y empezarse a cuestionar la credibilidad del sistema multilateral, si no hay algún movimiento en este año.

Todo lo anterior parecería sugerir que el prospecto de un trato comercial completo está de alguna manera lejos y que las negociaciones comerciales bilaterales y bi-regionales ahora se acelerarán, dejando que los arreglos por períodos más cortos sean unificados en una fecha posterior. También implica que las naciones del G20 encontrarán maneras de fortalecer sus industrias domésticas recurriendo a nuevas formas de subsidios y medidas cuasi-proteccionistas.

Zoom

2011, año crítico

A mediados de noviembre, el grupo de economías líderes del G20 se reunió en Seúl e identificó al 2011 como  crítico, ya que ofrece una pequeña ventana de oportunidad para concluir el acuerdo de Doha, dado que en  2012 se celebran las elecciones presidenciales de los EU. En diciembre, el director general de la OMC, Pascal Lamy, le dijo a los miembros del organismo que  necesitaban asegurar que sus representantes nacionales tuvieran mandato para negociar en el curso  de   enero pasado. “Todos los miembros, indicó Lamy, deben pasar a un modo real de negociación y estar en posición de comprometerse en una base sin prejuicios, bajo el compromiso único”. En enero los grupos de negociación en la OMC trataron de mover las negociaciones hacia adelante en temas como derechos de propiedad intelectual, acceso al mercado y comercio y medio ambiente.

Para el Caribe, ronda o no ronda, la necesidad urgente permanece igual: completar el mercado y economía únicos, ya sea en una base regional o sub-regional, para que las naciones de la región puedan alguna vez mantener un sector agrícola o manufacturero viable.

David Jessop es el Director del Consejo Caribeño

Publicaciones Relacionadas

Más leídas