La oportunidad del campo

La oportunidad del campo

Uno de los aspectos más relevantes del discurso de toma de posesión del Presidente Leonel Fernández es el que enumera las iniciativas oficiales para estimular la producción de alimentos y las micro, pequeñas y medianas empresas.  Lo primero es que se ha tomado en serio la necesidad de que los productores tengan acceso a financiamientos a tasas adecuadas para sus cultivos y para mejorar la productividad.

En momentos en que los altos precios de insumos y materias primas desestimulan la producción, la garantía de acceso a crédito a tasas adecuadas es uno de los mejores remedios, pues permite alcanzar la competitividad necesaria para abaratar costos y precios, y hasta competir ventajosamente en el mercado externo.

Ahora el énfasis deberá ser puesto en establecer los medios para que el seguro agrícola pueda ser un medio efectivo para compensar  daños o pérdidas derivados de inclemencias del tiempo, en una época en que el calentamiento global y otros factores han alterado pluviometrías y son frecuentes las inundaciones. El otro aspecto en que hay que enfatizar es en proporcionarle al campo la infraestructura de servicio necesaria para desestimular el éxodo a las ciudades. La oportunidad del campo la propicia precisamente el factor adverso de los precios altos de los alimentos e insumos, y éste es el momento de aprovechar nuestras ventajas comparativas.

Pasos hacia una revolución moral
Una auténtica revolución moral como la anunciada por el Presidente Leonel Fernández tiene que comnenzar por casa, desde el propio Gobierno. Podría comenzar por castigar toda violación de la ley como, según denuncia el ingeniero Juan Tomás Hernández, expresidente del CODIA, las que se cometen contra la que regula la contratación de obras, o aquella que cometen los funcionarios que no hacen declaración jurada de sus bienes.

La revolución moral no puede comenzar por fuera. Debería ocuparse de investigar toda forma de enriquecimiento sospechoso por parte de personas que ocupen cargos de la administración pública. Quienes están facultados para hacer cumplir las reglas deben ser los primeros en respetarlas y predicar con el ejemplo. Este país ciertamente necesita una revolución moral, una auténtica cruzada  moralizante. Por esa razón, el Gobierno debe sentirse estimulado a empezar por casa.

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