La oportunidad del PRD

La oportunidad del PRD

 No deja de resultar curioso que no hay un solo dominicano, no importa su simpatía política, que no se considere un experto en los asuntos del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), un perredeólogo más que un perredeísta. La justificación que siempre se da para este extendido interés es que el PRD es, en tanto partido más viejo del sistema político partidario dominicano, demasiado importante para dejarlo en manos de sus militantes y dirigentes, que lo que pase con el PRD –el partido más votado en las últimas dos elecciones- impacta el resto del sistema y que, en consecuencia, hay que salvar al PRD de los propios perredeístas.

 Hay mucho de verdad en esta popularizada justificación. Llama la atención, sin embargo, que muchos perredeólogos, contrario a la mínima empatía que existe usualmente entre investigador y objeto de investigación, manifiestan una no disimulada adversión hacia el PRD, su ethos, su historia, su idiosincrasia, y el comportamiento de sus líderes y militantes. Se produce así la paradoja de que los más insistentes especialistas en el PRD son sus más radicales adversarios. Hay sus excepciones que confirman la regla: por ejemplo, Orlando Gil, a pesar de no ser un simpatizante del PRD y de ser un duro crítico de sus dirigentes, es, sin embargo, un gran conocedor del partido y externa sus muchas veces urticantes opiniones con una gracia y un sentido de la ironía que hace sonreír al más sangrú de los perredeístas.

 Desde que el PRD perdió las elecciones de mayo de 2012 los perredeólogos han externado las más disímiles opiniones sobre el futuro de esta formación. Pocos se han detenido a observar un hecho singular: la organización político territorial del partido, sus comités municipales y provinciales, sus autoridades municipales y congresuales, permanece intacta y claramente cohesionada alrededor de la dirección institucional. Y es que, contrario a lo que pregonan los profetas del apocalipsis del PRD, ni la base ni la dirigencia media está dividida, por más tweets que envíen los interactivos de la facción sediciosa encabezada por Hipólito Mejía.

 La manifiesta parcialidad de algunos analistas del PRD ha llegado al extremo de criticar que sus dirigentes acudan a las instancias jurisdiccionales a dirimir conflictos que otrora se resolvían a balazo limpio. Y, lo que es peor, en su afán de presentar al PRD como un desorden sistemático se niegan a reconocer la civilidad de los procedimientos disciplinarios del partido y lo que es un hecho evidente: sus organismos disciplinarios han sido conscientes de la necesidad de respetar el debido proceso y no han caído en la tentación de expulsar y suspender sumariamente como se hizo con Miguel Vargas Maldonado y un grupo de dirigentes a los pocos días del PRD perder las elecciones.

 La realidad innegable es que los perredeístas sienten, más allá de lo que una gerontocracia inamovible considere, que el mejor activo para lograr la institucionalidad en el partido y para catapultar las legítimas aspiraciones a cargos electivos de los compañeros es precisamente el hombre que algunos analistas del PRD pretenden presentar como el responsable de la crisis interna. Por ello, lo que se critica a un grupo de jóvenes dirigentes es que no hayan sido capaces de entender lo que es obvio: no es posible pasar a la 4G sin haberle dado chance a la 3G. Pero tiempo y voluntad hay y habrá para que todo el mundo se integre a los trabajos partidarios y aspire legítimamente, en la mejor tradición de un PRD que en 2010 recuperó, gracias a Miguel Vargas, la bandera de la alternabilidad y de la no reelección de Peña Gómez, enterrada por Hipólito Mejía en 2002.

 Hay quienes incluso han pretendido una unión forzada y otros que apuestan a una supuesta tercera vía cuando se sabe que hasta en las mejores familias siempre hay separaciones. Son esos los que en verdad atentan contra las posibilidades de alcanzar el poder en 2016 cuando ya se vio en 2012 lo que solo un candidato díscolo puede lograr en tan poco tiempo: perder 20 puntos de ventaja en las encuestas y terminar con el mismo 47% de 2010. 47% que, hay que decirlo, coloca al PRD como el partido individualmente más votado, lo que desmiente la extendida e infundada tesis del partido único o hegemónico, creación de Bernardo Vega y Rosario Espinal, dos especialistas en el PRD que no esconden su desagrado ante la existencia misma de esta formación partidaria.

 Un adagio expresa que es mejor andar solo que mal acompañado. El PRD tiene el chance ahora de efectivamente reintegrarse, dinamizarse, activarse y dar oportunidad al necesario reciclaje generacional. Sin insultos, chismes, zancadillas, personalismos y diatribas. Respetando las disidencias pero unidos en un objetivo: llegar al poder para gobernar por un país más democrático, más libre y más justo.

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