La oposición brasileña tiene mínimas opciones de recuperar el poder

La oposición brasileña tiene mínimas opciones de recuperar el poder

Río de Janeiro,  (EFE).- La oposición acude a las urnas en Brasil con mínimas opciones de recuperar el poder, ya que en su campaña ha sido incapaz de contrarrestar la popularidad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

La principal coalición de centro y derecha, liderada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que presenta como candidato a José Serra, y su aliado el Demócratas, se encamina hacia una previsible derrota en las elecciones presidenciales y podría disminuir su presencia en el Senado, donde centró su labor opositora estos años.

La oposición concentró sus ataques a Lula en la cámara alta puesto que carecía de un líder fuerte que se pudiera enfrentar directamente al carismático ex sindicalista, lo que a la postre ha sido un factor decisivo en la campaña, según analistas.

Juntos, el PSDB y el Demócratas tienen 28 de los 81 senadores, lo que equivale a una tercera parte de la cámara alta y las encuestas indican que de estas elecciones puede salir con una representación menor.

El analista político David Fleischer, profesor de la Universidad de Brasilia (UnB), explicó a Efe que la oposición se equivocó al asumir una «postura radical» en el Senado y no ofrecer alternativas, lo que ha generado una imagen «negativa» que ahora está explotando Lula para «derribar» a sus candidatos.

«El PSDB tiene un problema muy grave, fuera de Sao Paulo no tiene líderes fuertes con peso nacional. (El ex presidente) Fernando Henrique Cardoso intentó asumir este papel, pero tiene una imagen muy negativa y el partido no lo acepta como jefe, por eso no lo ha usado en la campaña», dijo Fleischer.

El propio Serra, que hasta hace unos meses lideraba las encuestas presidenciales, ha evitado erigirse en portavoz de la oposición hasta el último momento y retrasó el anuncio oficial de su candidatura a la presidencia hasta exasperar a sus colegas de partido, lo que también «empeoró su imagen» frente al electorado.

La campaña de Serra creyó que con el favoritismo que le daban los sondeos sería suficiente para derrotar a Dilma Rousseff, la candidata de Lula, pero no contó con la maquinaria oficial, que le ha dado la vuelta al tablero electoral.

Durante la campaña, la oposición ha dado bandazos en su estrategia, primero fue timorata en sus críticas al actual Gobierno, luego se presentó como su continuadora e incluso se sirvió de la imagen de Lula para pedir el voto.

«Intentaron apegarse a Lula y no funcionó, luego pasaron a criticar al PT y fueron peor (en las encuestas). Ahora están levantando casos de nepotismo y corrupción, que son antiguos, en un movimiento de desespero. La estrategia no ha sido muy buena», zanjó el profesor de la UnB.

Serra, que disputa por segunda vez la presidencia, tiene, según las encuestas, el 27% de la intención de voto, contra cerca del 50% de Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) y clara favorita.

Las promesas electorales de Serra, que representa el ala más a la izquierda del PSDB, han sido en grandes líneas un calco de las del oficialismo, con el que coincide en poner el énfasis en la necesidad de invertir en salud, educación e infraestructuras.

El candidato opositor se ha comprometido a ampliar los programas asistencialistas que forman el eje del programa de Gobierno, ha prometido subir el salario mínimo de 300 a 350 dólares, un reajuste más generoso que el de la izquierda, y además anunció un programa nacional de urbanización de favelas.

También ha prometido la creación de dos nuevos ministerios, el de Seguridad y el de Personas Discapacitadas, lo que supondría inflar la maquinaria de un Ejecutivo que ya cuenta con 32 carteras y dificultaría su meta de recortar impuestos y el gasto público.

La otra principal candidata opositora, Marina Silva, del Partido Verde (PV), también ha rehuido de forma sistemática el enfrentamiento con Lula y su Gobierno, del que formó parte como ministra de Medio Ambiente entre 2003 y 2008.

La formación ecologista sí se ha distanciado en sus propuestas puesto que ha supeditado cualquier plan desarrollista al cuidado al medioambiente, un planteamiento que parece que le garantizaría el 13% de los votos, según los últimos sondeos.

También ha sido más ambiciosa al contemplar la instauración de una asamblea constituyente para acometer una profunda reforma tributaria y del sistema político, algo que la gran mayoría de políticos afirman que es necesario, pero que no aparece reflejado ni en el programa político oficialista ni en el opositor.

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