Todo aquel que ha jugado ajedrez, ha participado en ejercicios militares o ha trabajado en campañas electorales sabe que, tanto desde el punto de vista pragmático como teórico, la estrategia es siempre esencial, toda vez que la táctica es contingencia. Lo planteó de esta manera para explicar filosóficamente. Así pues, La estrategia en política debe dar respuesta al objetivo principal, al plan general de la campaña electoral que es la expresión práctica de la estrategia para llegar al poder, en tanto la táctica que ha de ser siempre flexible da respuesta a la cotidianidad de la campaña, se adapta a cada momento y se mueve de acuerdo a la necesidad y los objetivos secundarios que aportan al objetivo principal.
La oposición política en nuestro país en la actualidad, representada por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el Partido Fuerza del Pueblo (FP) y el otrora Partido Revolucionario Dominicano (PRD), actuando como coalición, definieron una estrategia cuyo objetivo principal era acudir coaligados a las elecciones municipales de febrero del año en curso en la mayoría de municipios del país, con esto se buscaba estar en condiciones de competir con el partido de gobierno y poder salvar la diferencia porcentual que reflejaban las encuestas en todo el país.
Como estrategia fue correcta y estuvo interesante el proceso, las tácticas pueden cuestionarse y los resultados fueron funestos. La oposición no logró ganar una sola plaza importante electoralmente hablando y tampoco pudieron fijar en el imaginario colectivo la idea de unidad. Hasta cierto punto, uno de los riesgos de esa estrategia consistía en el hecho de que, si no había triunfos que mostrar esto afectaría la estrategia particular de cada uno de los actores de dicha coalición, pero quien más arriesgaba era el partido Fuerza del Pueblo y su candidato Leonel Fernández, cuya estrategia inicial en el proceso, era conseguir llegar mínimo a un 40% de la preferencia electoral de cara a las elecciones de mayo y con esto forzar una segunda vuelta.
El riesgo de desplegar una estrategia de coalición frente al gobierno, suponía que, un triunfo mayoritario de los y las candidatas del oficialismo debilitaría la idea de segunda vuelta a menos que los coaligados ante este escenario, activasen un plan de contingencia que sellara la totalidad de la alianza en los tres niveles de elección que se decidirán en mayo, para lo cual contaban con un plazo fatal, días después del aplastante triunfo del PRM. Unificar todas las candidaturas de la oposición luego del fracaso de febrero pudo haber generado un escenario diferente, pero los egos, las agendas y los liderazgos no lograron entender eso y llegar a acuerdos.
He aquí pues, donde la lógica política simple indica que la posibilidad de generar una segunda vuelta electoral ya no existe, lo cual desarticula la estrategia de Leonel Fernández y coloca la moribunda candidatura presidencial del PLD en estado de coma, salvo que no suceda un (imponderable) en los próximos 70 días, Luis Abinader y el PRM ganarán las elecciones sin mayores contratiempos. Este nuevo escenario plantea la necesidad, no solo de replantear las tácticas opositoras sino también de repensar la estrategia inicial de Leonel Fernández dada las escasas posibilidades de generar un escenario favorable.
La Fuerza del Pueblo un partido que, aunque sus actores son ya viejos, es un partido joven en cuyo seno existe esa contradicción, un partido nuevo dirigido por la tercera edad política, quedó en un tercer lugar en las municipales, obviamente la ventaja estructural del PLD en los territorios, se impuso para un segundo lugar, dejando al descubierto la falta de estructuras operativas de la FP. Por su lado de cara a mayo, ha de verse la desventaja del PLD, la cual a todas luces es su candidato presidencial que no ha podido nunca salir de un lejano tercer lugar, ambos partidos tendrán que cambiar toda su estrategia y definir objetivos logrables y medibles, estos pueden ser cantidad de Senadores, Diputados y la lucha por un segundo lugar ante el cuasi inevitable triunfo de Luis Abinader.
Cambiar la estrategia para jugar por un segundo lugar definitivo, definir nuevas tácticas, acudir aliados en el nivel de elección de senadores aun teniendo intereses diferentes en este nivel y boletas separadas en lo diputado y presidencial, pelear por los mismos segmentos poblacionales cautivos, canibalizar los votos y medirse frente a un PRM triunfante, unido y con todo el poder.
He ahí el dilema de la oposición y su encrucijada.