La otra cara de Boca Chica

La otra cara de Boca Chica

CHIQUI VICIOSO
Llorando, la hija de un inversionista italiano llamado Albino Brighenti, asesinado por dos delincuentes cuando se negó a entregarles su passola, afirmó que “nunca más visitaría la República Dominicana y que, si puede, motivaría que otros italianos de su parentesco tampoco lo hagan, pero que si de todos modos tiene que volver a este país, por ninguna razón visitaría este municipio”, es decir, el de Boca Chica. “Estamos haciendo todo para cuando nos vayamos no volveremos más y avisaremos a las personas que queremos que no visiten la República Dominicana y si es de visitarla que no acudan a Boca Chica. (HOY, Pág. 10, El País).

Estas declaraciones, aparecidas en el HOY del 14 de marzo, coincidieron con la inauguración de una bellísima casa provincial, de amplias galerías e instalaciones, una de las tantas ruinas abandonadas en las playas del país, donada por la iglesia Católica para una escuela laboral, restaurada y equipada por la Oficina de la Primera Dama para el Programa Progresando.

Con siete aulas, el Centro cuenta ya con unos 200 jóvenes entrenándose en informática, y más de una treintena de muchachas estudiando belleza, repostería y confección de ropa. Una de ellas, por cierto, diminuta y frágil, dio las gracias en la inauguración, a nombre del estudiantado, expresando su esperanza de que, conjuntamente con el entrenamiento, se les ayude a conseguir financiamiento para montar sus propios negocitos. La casa centro, con un amplio jardín, es ya también un área de recreación para la infancia del sector, que allá se reúne durante las tardes y noches.

Ubicado frente al Club Náutico (casa playera de Ramfis Trujillo, ostensiblemente de espaldas a la comunidad, y bastión de la vieja oligarquía donde “no caben nuevos ricos”), el centro cuenta ya con tres profesores que eran niños de la calle, rescatados de la prostitución por la tenaz labor de Caminante, una organización comunitaria que coordina una hermana Alagraciana llamada Denise Pichardo. Denise logró que ojos endurecidos por el desengaño se humedecieran cuando urgía a la prensa y a los y las presentes, a presentar la cara de la “otra Boca Chica”.

“Aquí están las Hermanas Franciscanas, ellas manejan uno de los hogares de ancianos más tranquilos y hermosos del país; aquí están los y las lideres comunitarios responsables de múltiples acciones comunitarias para sacar a los niños y niñas de la prostitución; aquí están los representantes de las distintas denominaciones religiosas; de la Asociación de Hoteleros; aquí están el Infotep, la Secretaría de Trabajo, Cenadarte, el Conani. Lamentablemente no hemos podido salvar a todos los niños, niñas y jóvenes de la calle. Hoy queremos dedicar este acto a Newton, que murió hace ya un año, preso de la droga a pesar de todos nuestros esfuerzos; y a otro joven que acaba de morir en un accidente de motor (que aquí son muy frecuentes), a quien sí pudimos rescatar y se aprestaba a terminar el Bachillerato. Son nuestras pérdidas y victorias, (dijo quebrándosele la voz), la otra Boca Chica”.

Lamenté entonces que la única hija de Brighenti, asiduo visitante del país por más de una década y próspero inversionista en bienes raíces en el área de Boca Chica, no estuviera presente, para que con la ayuda de la embajada de Italia, apoyara la expansión de Progresando en otros barrios de Boca Chica y zonas aledañas, en nombre de su padre: Albino Brighenti, “una persona buena e inocente, con una familia grande y unida” (según sus palabras), que quizás no entendió que la única garantía de seguridad para inversionistas extranjeros, sean estos italianos, franceses, suizos, alemanes o españoles, es también invertir en el desarrollo de las comunidades donde hacen sus negocios, algo que aún deben aprender los y las dominicanos adinerados, hoy enfrentados a la guerra delincuencial de los condenados de la tierra. Sólo así, todo el país se convertirá en la otra Boca Chica.

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