La otra cara de las entradas coloniales

<p>La otra cara de las entradas coloniales</p>

POR SEGUNDO ANTONIO VÁSQUEZ
Presenciar sólo el frente de los portones de entradas coloniales no es conocer su estructura completa, por eso hay que ver la parte atrás que es donde está la otra cara.

Cruzando la puerta de El Conde construida en el siglo XVIII, encontramos su otra cara. Esta presenta un arco de medio punto cuyo marco tiene gruesas rocas talladas con bordes curvados.

 Pero en el muro que “mira” al oeste, desde la orilla central brota otro borde que rodea el espacio donde está en relieve la imagen de San Genaro, el cual remata triangularmente. También allí, debajo de todo el bordeado aparecen cuatro cañerías que son para el desagüe del techo.

 En cada vértice esquinero lateral aparece una garita con cuatro aspilleras, cuyo techo cóncavo enladrillado lo bordean molduras salientes y lo finaliza un pico cortado.

 Allí, igualmente este borde presenta un remate que es almenado debido a que detrás corre el camino de la ronda.

También, la orilla del muro que “mira” al oeste al doblar está curvado y en la parte abajo que se une al muro norte aparece una ventana enrejada la cual es la abertura que va a un pasillo interno, en cuya parte arriba su techo es curvado.

 El portón de la Misericordia,  construido en el siglo XVI,  tiene detrás un arco más amplio con 10 metros de altura y un muro de tres y medio metro de espesor, cuya superficie arriba interna es curvada y los muros se abren lateralmente.

Ya en el lado sur hay un arco escarzano pero bajito, cuyo techo interno también es arqueado, como por igual sus muros no son rectos sino que lateralmente se van abriendo.

En cambio, en el lado norte hay otro arco de muros iguales pero más alto, el cual es diferente al tener un marco de gruesos bloques rectangulares, como también su parte atrás presenta una escalinata de ladrillos con cuatro peldaños.

 Igualmente, la otra cara del portón de San Diego hecho en el 1549 tiene un arco escarzano ancho. Su estructura presenta los muros colocados de desigual formación. El que “mira” al norte tiene una parte recta y otra torcida y el otro que por igual tuerce es más abierto. Allí la superficie interna de arriba para la esquina norte va estrechándose hasta llegar abajo donde forma el vértice de un triángulo.

En el lateral sur aparece un amplio ventanal con baranda de hierro que delante tiene un ancho y largo terraplén, el cual debajo presenta tres arcos enrejados cuyo interior cada uno da a una aspillera y casi al llegar al muro del portón tiene una escalinata de ladrillos cuyo medio debajo presenta un arco.

Pero el muro oeste presenta el borde de un ángulo esquinero  que sobresaliendo poco arriba tiene un campanario arqueado de ladrillos sin campana cuyo techo presenta un bloque de piedra con partes curvas.

 El mismo muro, pero ya para el lado izquierdo tiene una curiosa hornacina pequeña vacía formada en piedra por dos cortitos arcos unidos por un columnita redonda adosada donde hace siglos colocaban imágenes religiosas.

Ya en la parte abajo del muro norte se aprecia una arcada abierta internamente la cual presenta dos aspilleras. Al lado le sigue una ventanita bordeada de arco ojival invertido que delante tiene la base donde antaño instalaban un cañón.

El Portón de las Atarazanas construido en el 1578, cuya otra cara presenta un arco escarzano de superficie interna alargada, sus bordes lo forman gruesas rocas talladas de un cuarto de metro de ancho, igualmente con laterales abiertos.

Es el único de toda la ciudad de intramuros que en cada uno de los laterales se puede observar una alta escalinata con peldaños de ladrillos sin baranda, las cuales van hasta el techo de éste.

Debajo el portal en el muro que “mira” al norte presenta una ventanilla surgida desde la superficie cuyo parte superior forma un borde ojival invertido, pero ya en el lado izquierdo lo que hay es un amplio ventanal con rejas.

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