Para nadie es un secreto que el turismo desempeña un papel crucial en el desarrollo económico y social de muchos países, incluido, por supuesto, el nuestro. En 2023, la República Dominicana recibió alrededor de diez millones trescientos mil visitantes por las vías aérea y marítima, según los datos ofrecidos por el Sr. David Collado, ministro de Turismo, en rueda de prensa el día 11 de enero de 2024.
Lo que a veces no se percibe es que, el impacto del turismo va más allá de los beneficios económicos, también plantea desafíos en términos de protección de los derechos de la niñez, lo que yo llamo «el lado B» del rentable mundo del turismo.
En muchos destinos turísticos, especialmente en países en desarrollo como el nuestro, la falta de regulaciones y medidas de protección efectivas pueden agravar el riesgo de explotación infantil. La pobreza, la falta de educación y la vulnerabilidad socioeconómica son factores que aumentan la probabilidad de que los niños sean explotados en este contexto.
Hay una relación directa del aumento del turismo con la propagación e intensificación de la explotación infantil, en todas sus vertientes: tráfico de menores, trabajo infantil, abuso, violaciones sexuales y/o explotación sexual comercial.
Lamentablemente, obtener estadísticas precisas y actualizadas sobre la relación entre el turismo y la explotación infantil puede ser un desafío debido a la naturaleza clandestina y al subregistro de esta problemática. Sin embargo, hay algunos datos y estimaciones disponibles que nos brindan una idea de la magnitud de la situación. Es importante tener en cuenta que estas cifras son aproximadas y pueden variar según las fuentes y los contextos específicos.
1. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estima que aproximadamente 152 millones de niños en todo el mundo son víctimas del trabajo infantil. Aunque no todos estos casos están directamente relacionados con el turismo, se sabe que el turismo puede exacerbar el riesgo de trabajo infantil y explotación en algunas áreas turísticas.
2. Según la OIT, se estima que alrededor de 10 millones de niños son víctimas de la explotación laboral en el sector turístico, incluyendo trabajos en la industria hotelera, restaurantes, ventas ambulantes y servicios turísticos.
3. La explotación sexual comercial de niños es otra forma de explotación infantil asociada con el turismo. Según el informe de la ONG ECPAT (End Child Prostitution, Child Pornography and Trafficking of Children for Sexual Purposes), se estima que alrededor de 1.8 millones de niños son víctimas de la explotación sexual comercial en todo el mundo. El turismo contribuye a esta problemática al aumentar la demanda de actividades sexuales con menores.
Las niñas, niños y adolescentes, especialmente quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, corren mayor riesgo de convertirse en objetivos fáciles para el abuso y la explotación. Por lo tanto, es fundamental abordar estos problemas e incentivar un turismo responsable y ético que proteja y promueva los derechos de los niños.
Es aquí donde entra en juego el rol del Estado como garante principal de los derechos de la niñez y de la adolescencia, así como la responsabilidad social de quienes integran el sector turístico.
En el caso de las empresas del sector turístico, su papel fundamental se desarrolla en la promoción de la responsabilidad social, asegurándose de que sus operaciones no contribuyan a la explotación infantil y de que se respeten los derechos de niñas y niños en todas las etapas de la cadena turística. Esto implica adoptar políticas y prácticas empresariales éticas, capacitar a su personal sobre la protección de la niñez, establecer códigos de conducta claros, fomentando la colaboración con las comunidades locales y las organizaciones especializadas en la protección de los derechos de la niñez.
El gobierno tiene un rol preponderante en la promoción de un turismo responsable, como principal garante de los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes, debe establecer marcos legales sólidos que protejan a esta población de la explotación y el abuso, y asegurarse de que se apliquen de manera efectiva. En sus manos está el fortalecimiento y la adecuada articulación entre diferentes sectores y la ampliación de los recursos asignados para la protección y atención de la niñez y la adolescencia, Igualmente, es desde el Estado que se puede promover de manera efectiva, la educación y la sensibilización sobre los derechos de la niñez y la adolescencia a todas las personas involucradas en las operaciones y servicios turísticos, incluidos los propios turistas.
En conclusión, un enfoque integral que involucre a todos los actores relevantes es necesario para garantizar un turismo responsable y ético, que proteja y promueva el bienestar de la niñez. Solo a través de la colaboración y el compromiso conjunto podemos construir un futuro sostenible en el que niñas, niños y adolescentes sean respetados, protegidos y empoderados en el contexto del turismo. Es deber del Estado realizar ingentes esfuerzos para que, de manera bien articulada, cada pata de la mesa que compone el sector turístico cumpla con el rol que le corresponde, de nada le vale al Estado velar por los ingresos económicos y los recaudos si eso no se traduce en protección y calidad de vida para su población, sobre todo para su presente y futuro: las niñas y niñas y adolescentes.