La otra cara

La otra cara

POR FRANCIS MESA
Cuando la semana pasada me refería al curso que han tomado las demandas en el ambiente farandulero local, a propósito, me fui del lado de los demandantes, pero sólo en el contexto de que, si alguien es difamado, tiene todo el derecho de reclamar justicia por la injuria de la que ha sido objeto. Estoy muy claro en esto. Lo dije una vez y lo repito ahora: sólo con pruebas irrefutables se puede uno dar el lujo de publicar o decir algo de tal o cual personaje. Es la única arma valedera.

Ahora, que también los periodistas, comunicadores y demás, no nos podemos dejar amedrentar. De igual manera, hay mil y una formas de informar, de criticar o de opinar, sin tener que inmiscuirse en las vidas privadas de los demás, o sin tomar riesgos que luego nos traigan consecuencias negativas.

Por eso me encantan los programas de televisión donde se hace verdadera persecución de las víctimas (papparazismo full). Por eso Ana Bárbara no pudo negar que en verdad ella y El Pirru mudaron objetos de la casa de la difunta Mariana Levy. Bárbara Mory (Rubí) aunque «pataleó» quedó en evidencia ante los comentarios que la vinculaban con el actor y diseñador José María Torres, ex de Paulina Rubio. Y cientos de casos que no voy a mencionar ahora. Esos recursos son los que nos faltan. Porque mientras sigamos, de acuerdo a nuestras limitaciones, repitiendo, cuales papagayos lo que nos cuentan, como dicen los españoles, «la llevamos clara».

ACROARTE, SU DESTINO

La Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte), a la que pertenezco desde hace tres años vive un momento especial. En mi corto trajinar he apoyado a los precursores de la denominada Nueva Generación, la misma «cuadra» que llevó a la presidencia a Miguel A. Rivera, Feliz Vinicio Lora y al actual, Fausto Polanco. Y no me arrepiento. Entonces, cuando escucho voces desprestigiando a esta gente, que hasta donde mis conocimientos alcanzan, sólo han dado credibilidad a la institución, lo único que siento es pena. No tengo average, ni historial para defender una lucha que no me ha tocado vivir. Sé que fueron otros los que «dejaron el forro» en hacer del premio Casandra, la celebración artística dominicana por excelencia. No me adjudicaré triunfos ajenos, pero sí voy a defender la parte que me toca, la que he visto y ésa, es precisamente la encabezada por hombres y mujeres, jóvenes, verdad, no sé si «faranduleritos», pero sí que son profesionales capacitados, honestos y responsables, que se las han jugado para que hoy los miembros de Acroarte disfruten de seguro médico, una casa, respaldo institucional y lo más importante, la credibilidad de la sociedad. Ésa es mi única defensa y la sostendré mientras no me demuestren lo contrario. Que los que se sienten desplazados (cosa falsa) por esos «carajitos»no sean capaces de reconocer que en la mística de la vida, se gana y se pierde, no es mi problema. Que nadie me quiera convencer de que existe una dictadura en Acroarte, porque no la hay. Creo que lo mejor sería trabajar todos juntos para mantener la institución en el estado de suerte que ahora disfruta, pero si lo mejor que pueden hacer es abandonar el barco, entiendo que también tienen todo su derecho, pero no buscando escudarse en argumentos como estos. La dignidad es un atributo que engrandece a los hombres… y a las mujeres. Hasta la próxima.

francismesa@hotmail.com

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