La otra historia de las “Instituciones Culturales de Santiago de los Caballeros”

La otra historia de las “Instituciones Culturales de Santiago de los Caballeros”

Los profesores de hoy no tienen vocación de enseñanza, los libros de texto actuales no humanizan ni sensibilizan porque la educación es comercial, quienes hacen los libros son empresas que no tienen preocupación por el estudiante”.
El escritor e investigador histórico Andrés Acevedo, quien lleva 30 años dedicado a la gestión cultural en Santiago de los Caballeros, hizo esas apreciaciones y también atribuye el desinterés de los jóvenes por la lectura a que han desaparecido clubes culturales y bibliotecas y si quedan las edificaciones, se han esfumado libros y archivos. El estado del patrimonio de algunos es desastroso, según revela.
“Antes estaban los clubes en su apogeo, se realizaban actividades culturales grandiosas para llevar el acervo y mantener ocupados a los muchachos de los barrios, hoy esos centros funcionan pero la mayoría son políticos”, expresa.
Más que leer un libro, añade, esos jóvenes están viendo películas. “Miran contenidos resumidos, fragmentados. Vamos a tener un futuro casi de analfabetos porque no leen y por eso no saben escribir. Accediendo a las redes sociales te percatas de sus deficiencias”.
Significó que el estudiante ve como un terror tres materias básicas: historia, español y gramática, “lo que quieren es salir de ellas sin aprenderlas. Debido a su ignorancia, dicen que son complicadas, que para qué les servirán, no sabiendo que las van a necesitar de por vida”.
Acevedo refiere casos preocupantes en el ambiente cultural santiagués. “El Club Santiago botó sus archivos en un camión; la escuela Ercilia Pepín tiró al zafacón sus actas, firmadas; las del Centro de Recreo están carcomidas; el Ayuntamiento tiene abandonadas en un plafond sus actas y resoluciones y el caso de Amantes de la Luz es alarmante: una bióloga determinó que sus archivos están contaminados de hongos y bacterias”.
Estos y otros centros culturales emblemáticos, dice que “son logias” donde “la misma gente rota”.
Entrevistado para hablar de su más reciente libro que probablemente provoque un alboroto en la Ciudad Corazón, narró que comenzó a leer siendo niño gracias a las lecciones del reputado maestro Napoleón Reyes. Leía La edad de oro, de José Martí, a los siete años, y después que un compañero lo llevó al club Luz y Progreso, del Ensanche Bermúdez, inició una devoción por los libros que no ha abandonado.
“Ese club tenía una de las bibliotecas más grandes. Luego descubrí y leí a Tolstoi, Dostoievski, Pasternak, Chéjov, Over, El masacre se pasa a pie, La Sangre…”.
Hasta hace unas semanas el inquieto, polémico y osado escritor cuyo nombre real es Ramón Antonio Acevedo, fue director de Creatividad de la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de Santiago, donde cancelaron a todo el personal el pasado 19 de agosto. Nacido allí el 18 de septiembre de 1964, obtuvo su primer empleo como bibliotecario y asistente de investigaciones de la Alianza Cibaeña, en 1985. “Se organizó el taller literario Líttera, ellos vieron mi amor por los libros y me emplearon”.
Se convirtió en el fundador, manifiesta, “de los talleres literarios de Santiago”, por lo que ha recibido reconocimientos de dominicanos y extranjeros. Fue subdirector provincial de Cultura; encargado de Planificación de la Subsecretaría de Cultura para la Región Norte, con asiento en Santiago, y dos veces encargado de talleres, cursos y creatividad de esa entidad.
Es autor de varios libros, entre ellos Español para séptimo grado, junto a otros dos escritores, y una Guía de educación básica. Siete de sus obras han sido traducidas al inglés, francés, catalán y alemán.
Acaba de poner en circulación otro que no ha desatado el descontento entre los santiagueros, quizá porque los responsables de las instituciones aludidas no lo han leído.
Este activista educativo no aparenta la valentía que refleja en sus trabajos y declaraciones. Es sencillo y calmado. Hijo de Reyna María Acevedo y Eliodoro Andrés Bonetti, pasó su infancia en Gurabito. Eliodoro murió en 1965 y no lleva el apellido paterno porque debió declararlo un tío. A pesar de su orfandad se dedicó con ahínco al estudio. Está casado con Mónica Padilla, madre de su hijo David Antonio.
“La otra historia”. De su más reciente libro, Instituciones Culturales de Santiago de los Caballeros, Andrés Acevedo explica: “Leyendo los textos que existen sobre ese tema, me di cuenta de que se han excluido asuntos muy espinosos. Aquí cuento la otra historia, la que no se conoce, como por ejemplo, los servicios que cada institución le prestó a Trujillo y la forma clasista, partidista, en la que el tirano favoreció a poderosos y aristocráticos de Santiago”.
Pero publica “favoritismos” a través de decretos “para facilitar casas, terrenos, exoneraciones de impuestos” a universidades y otras instituciones reconocidas en esa ciudad, antes, durante y después del trujillato.
Penetró a archivos personales y a otros de organismos públicos y privados valiéndose de terceros, ocultando sus motivaciones porque, según cuenta, le cerraron muchas puertas. Es extraño, como él cuenta, que le negaran acceso a los documentos de monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, porque, hasta donde se sabe, están abiertos al público. Pero logró consultarlos y reproduce parte de ese acervo.
En el discurso que pronunció en la presentación, en el Gran Teatro del Cibao el pasado 26 de agosto, Acevedo expuso estos obstáculos para sus búsquedas, que se iniciaron en 2008.
Entre las instituciones sociales, culturales, filantrópicas, educativas, recreativas que estudia están la Madre y Maestra, Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA), Recinto Regional UASD-CURSA, Universidad Abierta para Adultos (UAPA), Instituto Cultural Domínico-Americano, Sociedad Literaria Amantes de la Luz, Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, Centro Histórico de Santiago, las instituciones culturales del ayuntamiento, Archivo Histórico de Santiago.
Además el Museo Folklórico Don Tomás Morel, Orfeón de Santiago, Palacio Consistorial, Escuela de Bellas Artes, Monumento a los Héroes de la Restauración, Centro de la Cultura “Señorita Ercilia Pepín”, Gran Teatro del Cibao, Logia Masónica, Centro de Recreo, Club Santiago, Centro Cultural Eduardo León Jimenes, Casa de Arte, Inc., Instituto de Cultura y Arte (ICA), Alianza Francesa…
Es una esmerada edición, bien escrita, con profusión de fotos, una extensa bibliografía y un rico apéndice donde reproduce reveladoras cartas, resoluciones, decretos, leyes, solicitudes y misivas complaciéndolas. La obra consta de 642 páginas.
Acevedo, quien asegura que en materia cultural “no todo está perdido”, citando talleres literarios de narradores, arte, teatro, poesía, folclor, existentes, dice que sostiene cuanto ha escrito.
“Este libro va a crear ronchas, va a disgustar a muchas personas a las que no les gusta la verdad, pero yo estoy preparado para enfrentarlas. Sustenté con veracidad todo lo que ahí se dice”, tiene evidencias que mostrará ante “los debates que puedan suscitarse”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas